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Desde ese día, había visto al chico más seguido de lo que pudo haber imaginado.

Siempre llegaba con comida, e incluso una vez le llevó un juguete que atesoraba con todo su ser. Estaba comenzando a sentirse a gusto con el humano, y no sabía si eso era bueno o malo.

Aunque se hacía una idea, odiando el sentimiento que se asentó en su estómago al notar que ese día ya no llegaría.

Bufó, regresando a su escondite y acurrucándose contra la manta, quedándose dormido más rápido de lo que habría querido.

¿Pasaría algo?

•°•°•° 🐈 °•°•°•

El pelinegro rió, intentando cubrirse de los lametones que dejaba por todo su rostro con sus manos. Intento que era inútil, por cierto.

Ladró, la emoción siendo notable en el movimiento de su cola y la posición de sus orejas. ¿Por qué no llegaste ayer, humano idiota? ¡Te extrañé mucho!

Se detuvo ante ese pensamiento.

¿... Lo extrañaste? ¿Qué demonios te pasa?

Nunca se había sentido así, extrañando la presencia de un humano. ¿Se había encariñado ya? ¿Tan débil era?

—Cachorro— la ronca voz del chico lo sacó de sus pensamientos. El mismo lo tomó delicadamente con sus manos, alzándolo en el aire—. Hoy podremos ir a casa.

¿Qué se supone que significa eso? No entendía. Su cabeza se ladeó, haciendo que sus orejas cayeran adorablemente hacia un costado y provocando las risas del humano.

—Vamos.

•°•°•° 🐈 °•°•°•

Encendió las luces, observando al animalito entrar a su departamento con cautela, atento a todo. Una vez adentro, el mismo se quedó quieto en medio de la sala, mirando todo su alrededor. Probablemente buscando a algo que pudiera ser algún peligro para él.

Decidió que dejaría que hiciera lo que quisiera por ese tiempo. De todas formas, él fue quien le apartó de su zona de confort. Lo mínimo que podía hacer era dejar que explorara el lugar. No podía pasar nada malo.

Se dirigió a la cocina, buscando en la alacena una taza para servirse el café que tanto necesitaba tomar. Dio un sorbo una vez listo, echándole un vistazo al objeto sobre la encimera, la placa del mismo resplandeciendo debido a la luz del sol que entraba por la ventana.

Había hecho ya todos los trámites de adopción, resultando relativamente rápidos y, para su alivio, sin ningún inconveniente. Ahora sólo quedaba que el cachorro tomara una decisión. Todo dependía de él.

—Cachorro.

Ante el llamado, dejó el pedazo de tela con el que se había entretenido y se apresuró a encontrar de donde provenía la voz del chico. Cuando lo logró, se sentó frente a él, esperando a que continuara.

¿Qué pensarían Jaehyun y Mina si te vieran?

Probablemente que me veo ridículo.

Sí, era lo más probable.

El pelinegro le hizo una seña para que le siguiera (cosa que claramente obedeció), dirigiéndolo a otra habitación. El humano cerró la puerta, y lo que dijo le descolocó por completo.

cat || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora