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Cuando finalmente llegó al edificio, un sentimiento extraño se instauró en su pecho. No podía interpretarlo como malo, ni bueno. Simplemente era eso. Extraño.

Las puertas del ascensor se abrieron en su piso, y él salió con la fea sensación provocándole escalofríos. Su vista se pasó por todo el pasillo, alerta, aunque no había nada fuera de lo normal, al menos a simple vista. Por un momento, el fugaz pensamiento de su madre sabiendo de su estadía ahí le atemorizó, aunque sabía que era poco probable. Conocía lo suficiente a Yeri como para saber que no diría nada, y que incluso se la pasaría diariamente por el lugar en el que sus padres habitaban a la espera de que él se apareciera. Lo cual, por más molesto que fuera, lo dejó más tranquilo, pues Eunsang, siendo el único que sacaba a relucir la obvia molestia que la chica le provocaba, se lo había confirmado esa misma tarde.

Aún así, el sentimiento seguía ahí.

No sería tan difícil abrir la puerta, considerando que Haechan era del tamaño y peso perfecto para sostenerlo con un solo brazo sin tener que interrumpir su sueño. Solamente era ingresar el código, o bien abrir con las llaves, y listo. Nada fuera de lo común.

O eso habría pensado, si la puerta no hubiese estado abierta cuando llegó. No como tal, pero tampoco tuvo la necesidad de usar las llaves, o mover un poco a Hyuck para poder quitar el seguro. Lo que era realmente extraño, pues estaba cien por ciento seguro de que la había cerrado con llave al salir. Y, considerando que las únicas dos formas de desbloqueo eran aquellas, y las llaves estaban en su bolsillo, únicamente podía pensar en dos cosas.

O su madre estaba ahí, o ladrones habían entrado. Y no sabía cuál de las dos era peor. Si le preguntaran cuál prefería, probablemente diría que la segunda.

Abrió la puerta cuidando no hacer ningún ruido, alerta. ¿Sería muy malo si usaba a Donghyuck en caso de que fueran ladrones? El felino era mucho más ágil que él, y sabía que sus habilidades para defenderse eran mejores que las suyas. Jisung se lo había confirmado.

Las luces estaban apagadas, haciendo que todo pareciera completamente normal, como si no hubiese una sola alma dentro de aquellas cuatro paredes. Lo que era un alivio, pues realmente pensó que se encontraría con su progenitora apenas pusiera un pie dentro del departamento. Se sobresaltó un poco al escuchar un ruido cerca de la cocina, frunciendo el ceño ligeramente al escuchar lo que parecían ser voces susurrando. Dejó a un dormido Haechan sobre el sofá (a pedido del mismo, pues siempre le decía que, si llegaba a quedarse dormido antes que él terminara sus cosas, le dejara ahí y le despertara cuando él fuera a acostarse para dormir juntos... ¿No es un amor?), dedicándose a escuchar.

—¿Tú crees que tarde mucho en llegar? Mis piernas están entumecidas.

—No lo sé. No soy adivino.

—Pero acabo de escuchar la puerta abriéndose... ¿Y si son ladrones?

—¿Le temes a unos de esos tipos? Sabes que somos mejores que eso.

—¡Vaya, hyung! Se ve que la humildad está muy presente en ti.

—¿Puedes hablar un poco más bajo? Nos va a escuchar.

—¿Cómo estás seguro de que es él?

—Bueno... quizás porque es el único que podría quitarle el seguro a la puerta si la cerraste a como te pedí.

—...

No la cerraste, ¿cierto?

—... ¿Ups?

—Mierda, Hyunjin, eres un-

—¿Puedo saber qué demonios hacen aquí?— espetó el canadiense, encendiendo las luces, provocando que el más alto de los tres se asustara, pegando un grito que se escuchó hasta América y chocara contra la mesa al saltar debido al susto.

—Auch— y lo siguiente que escuchó fue una carcajada por parte de Minho—. ¡No te rías! ¡Duele!— chilló el alto, adolorido.

—¿Cómo me pides eso si casi has partido la mesa?— replicó el otro entre risas, saliendo de su escondite, sacudiendo sus pantalones al levantarse, provocando que Mark riera ligeramente porque... bueno, la risa del peliazul era bastante contagiosa—. Es bueno verte, Mark.

El pelinegro hizo una mueca. —Diría lo mismo, pero...— hizo una pausa, viendo a Hyunjin salir de debajo de la mesa, acariciando la zona afectada con una mueca—. Antes quiero saber cómo entraron aquí. Se supone que esto es bastante seguro...

O al menos eso le había dicho su madre. ¿Será que le habían mentido?

Minho sonrió, palmeando el hombro del canadiense de forma amistosa. —Oh, querido Mark. Sí sabes a qué nos dedicábamos, ¿cierto?

—Lo que Minho quiere decir— se apresuró Hyunjin, evitando que hablara—. Es que somos hackers y por eso pudimos abrir la cerradura.

Bueno, eso tenía bastante sentido, si le preguntaban a él.

La expresión de Minho se tornó confusa, convirtiéndose enseguida en una extrañada. —Eso no es-

Mark interrumpió, decidiendo seguirle el juego al castaño. —Mientras no sean parte de una organización anónima que amenace con desvelar los secretos de las personas, entonces está bien— se encogió de hombros, indiferente.

Los labios de Hyunjin formaron una 'o', fingiendo sorpresa. —¿Cómo lo supiste?— jadeó, con los ojos bien abiertos, acercándose al canadiense—. Sabes que tendré que hacer algo para hacerte guardar silencio, ¿cierto?— el tono de voz del castaño cambió súbitamente por uno amenazador, al igual que su expresión, quedando a unos pocos centímetros del rostro del canadiense.

Mark rió, alejándose, y haciéndole una seña a los otros dos para que le siguieran a la sala, mismos que obedecieron. —Entiendo. ¿Qué hacen aquí?

Minho se mostró ofendido. —¿Qué? ¿Acaso tus amigos no son recibidos aquí?

El pelinegro negó con las manos, provocando las risas del peliazul. —No es eso. Me parece extraño que estén aquí. Es sólo eso— Hyunjin hizo una mueca, sentándose en el sofá más grande y siendo seguido por los otros dos. Mark se desconcertó al ver que las expresiones de ambos chicos se volvían serias, y eso comenzó a ponerle nervioso—. ¿Qué sucede?

Minho chasqueó la lengua. —Teníamos que hablar contigo. Es importante.

cat || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora