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Desde el día en el que fueron al veterinario, Mark se mostraba más alerta y prestaba muchísima más atención a los movimientos de su felino. Donghyuck pronto cumpliría un año de edad gatuno y temía que eso ocurriera en el transcurso de esos días.

Tanta era la preocupación, que incluso le había pedido a Jeno que lo justificara en la universidad, a Jaemin que le avisara cualquier cosa mientras no estaba, y le dio un teléfono para que le llamara por cualquier cosa mientras estaba en el trabajo, que era al único lugar al que no podía faltar si no quería perderlo. No es como si realmente lo necesitara, pues pese a sus intentos por negarse sus padres insistieron en ayudarle; pero trabajaba para darse sus pequeños gusto y, ahora, para dárselos a su gatito.

Quizá exageraba. Quizá estaba siendo un poquitito paranoico, pero, ¿podían culparlo? Ahora, más que temor por lo que podría pasar, era preocupación porque eso ocurriera mientras no estaba. Por eso hizo lo que hizo. Y, como toda cosa, tenía sus ventajas y desventajas.

Una de las ventajas era que Baekhyun le había enseñado a usarlo desde antes de tener uno, así que eso no fue realmente un problema; sirviéndole para comunicarse con su gatito siempre que estaba en el trabajo o universidad y lo extrañaba, aunque eso no fuese algo que vaya a admitir en voz alta.

La única desventaja era que, como bien sabía, Donghyuck a veces podía ser muy travieso. Las situaciones iban desde fotos de lo que sea que estuviese haciendo (incluyendo cuando cocinaba, dejándolo hambriento y con la asquerosa comida de la cafetería de la universidad o lo que sea que encontrara en la calle para saciar el hambre... ¿Debería pedirle comida para llevar?), simples selfies en solitario o acompañando de Jisung o Jeongin, e incluso unas que prefería no recordar. Sus hormonas volvían a trabajar igual o incluso peor que cuando era un adolescente; a pesar de eso, esas fotos estaban cuidadosamente guardadas en una carpeta de la que se aseguraba nadie más que él sabía de su existencia.

Y, sabiendo la forma en la que su minino era, tampoco pudo enojarse cuando un día de repente llamó mientras estaba en su turno, diciendo algo que provocó que le importara un pepino si perdía su trabajo o no y fuera directamente hacia su departamento. O su condición física estaba mejorando, o la preocupación lo albergó de tal manera que no sintió ni una pizca de cansancio cuando llegó a su hogar.

¿Y qué le había dicho Donghyuck cuando lo vio? ¡Que lo llamó porque quería helado! Y él pensando que le había ocurrido algo...

Aún así, no pudo enojarse. ¿Cómo podía hacerlo si lo miraba de esa manera? Con esos ojitos chispeantes suplicándole, sumado a esa tierna nariz de botón que amaba besar y, para complementar todo, esos rellenos y rosados labios abultados en un tierno puchero que, ahora que lo pensaba, ansiaba tanto besar...

Concéntrate, Lee, se regañó, volviendo a su labor. No podía distraerse pensando en Donghyuck mientras trabajaba. No cuando su jefe le había amenazado (en broma, pero no es algo que él pudiese saber) por haberse ido sin acabar su turno la última vez.

Miró el reloj en la pared, suspirando aliviado al darse cuenta de que faltaba menos de media hora para poder ir a casa. Sus pensamientos volvieron a volar, preguntándose si ambos híbridos estarían bien. Ese día también había tenido que cuidar de Seungmin, y, confiando en el sentido de responsabilidad de ambos, decidió dejarlos solos. Estaba consciente de que se llevaban bien y todo, pero el cachorro parecía incluso más responsable que él, y sabía cómo ponerle un freno a Donghyuck. Nada de lo que deba preocuparse.

Le dio una sonrisa a Doyoung cuando éste le indicó que podía marcharse, haciendo una rápida reverencia antes de tomar sus cosas para ir hacia el edificio. Por suerte, el lugar en el que trabajaba no quedaba tan lejos, así que podía ir caminando sin ningún problema. Tomaba el autobús cuando tenía demasiado flojera para caminar, pero esta vez no era el caso.

Se extrañó en demasía cuando al entrar se encontró con Seungmin sentado en el sofá, aparentemente viendo televisión, aunque la expresión preocupada en su rostro le decía que lo menos que hacía era ver lo que sea que estuvieran pasando a esa hora. El cachorro solamente se quedó observándolo cuando entró, lo que hizo que un sentimiento que pudo identificar como preocupación comenzara a invadirlo.

—¿Dónde está Donghyuck?— preguntó finalmente, acercándose al cachorro.

Seungmin hizo una mueca. —Dijo que se sentía mal y que iría a descansar— comenzó. Mark incluso podía notar la preocupación en su tono de voz—. No sé qué le pasa, y no me ha dejado entrar. Lleva ahí una media hora.

Mark asintió, incorporándose y caminando hacia la habitación que compartía con Donghyuck, siendo seguido del híbrido. Dio un par de toques en la puerta, tanteando en su bolsillo en busca de las llaves al no recibir respuesta. Entraría por la fuerza de ser necesario.

—¿Hyuck?— llamó, tocando un par de veces más. La preocupación creció al no escuchar nada más que un suave lloriqueo, seguido de la voz ahogada del híbrido.

—¿Makku?

—Hyuck, amor, abre la puerta— pidió, comenzando a desesperarse e intentando abrir la puerta, su mente pensando en las mil y una cosas que podrían estar pasándole a su bebé. Estaba cerrada con llave.

—¡No! ¡No entres!— chilló de inmediato al oír el picaporte moverse, alarmado—. ¡No entres!

Mark dejó la manilla de la puerta, entre confundido y preocupado, pero decidiendo hacer lo que Hyuck había pedido. Miró a Seungmin en busca de ayuda, y se confundió aún más al verle en el suelo, con las manos cubriéndose la nariz, haciendo una ligera mueca, al parecer jadeando.

—¿A ti qué te pasa?— preguntó, extrañado. Seungmin negó repetidas veces, apretando más sus manos sobre su nariz, intentando controlarse.

—Sácame de aquí— pidió con la voz ahogada. Mark lo miró confundido—. No sé si pueda... Sácame de aquí— repitió.

Mark miró hacia la puerta, dudoso, antes de ayudar al híbrido a levantarse y llevándolo hacia la sala. Se veía bastante mal, y sabía que Donghyuck no saldría de la habitación.

—¿Seungmin? ¿Qué ocurre?

El cachorro negó, recargando su cabeza en el respaldar del sofá, con los ojos cerrados, intentando regular su respiración. —No puede ser— susurró. Dirigió su vista hacia Mark—. ¿Cuándo regresa Felix?

—Dentro de una hora— respondió—. Pero, ¿puedes decirme qué demonios ocurre?

Seungmin se mordió el labio, negando otra vez. —No sé si sean ideas mías, o quizá es un gato de la calle, pero... Por lo que mi nariz siente, creo que Donghyuck entró en celo. Eso, o se acercó a alguien en ese estado. Salió un rato... No sé— murmuró, cubriendo sus ojos con su antebrazo, ya más calmado—. Donghyuck me dijo que tenía un hermano. Llámalo. Si realmente está así no creo que deje entrar a alguien más.

Mark juró sentir cómo su cerebro hacía cortocircuito. ¿Que Donghyuck qué?

¿Qué?

cat || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora