Cuando terminó de comer, se dedicó a analizar al chico frente a él, mismo que le observaba con una pequeña sonrisa.
Apenas había notado las orejas que se alzaban en su cabeza. ¿Acaso era un híbrido, al igual que él? ¿Cómo es que no se había dado cuenta? Bueno, el miedo por haber sido descubierto le había dominado, lo último que haría era en fijarse si tenía o no los rasgos característicos de los de su especie.
Se acercó un poco más, curioso. Su tez era morena, y, pese a estar en la oscuridad, podía notar las pequeñas manchitas que se distribuían por su rostro, y parte del cuello que mostraba la camiseta. ¿Debería volver a su forma humana? Eso haría las cosas justas, pensaba él. Su corazón le decía que era alguien bueno, que no correría peligro con él. Podía notarlo en su mirada. Era parecida a la de Yonghee, transmitía calidez, confianza, seguridad.
—No tienes que cambiar si no quieres— intervino de inmediato, viendo las intenciones del cánido. Aunque fue muy tarde, ya lo había hecho—. Bueno, si tú así lo quieres...
El pequeño sacudió la cabeza, sonriendo, sin decir palabra. El moreno lo inspeccionó con la mirada. Su tez albina parecía resplandecer bajo la luz de la luna, y, por alguna extraña razón, su cabello era más oscuro que sus orejas, dándole un contraste único. Lo que más le llamó la atención, y despertó en el un instinto de protección espectacular, fueron sus ojos. Esos ojos rasgados y pequeños, aún más al encontrarse sonriendo, que brillaban como dos estrellas, un brillo inocente que le provocaban querer guardarlo en una cajita de cristal para protegerle de todo lo malo.
Donghyuck se quedó sin aliento. El pequeño era hermoso, viera por donde lo viera.
—Ya llevaba mucho tiempo así, de todas formas— su voz era melodiosa, suave, linda, como todo él. Un completo placer a la escucha—. Necesitaba cambiar.
Donghyuck asintió, sus ojos todavía puestos sobre el pequeño frente a él. —¿Qué haces aquí?
El híbrido de zorro apretó los labios, bajando la mirada. —Es una larga historia.
El moreno, al notar el deje de tristeza en la voz del cánido, sintió algo removerse en su interior. —No tienes porqué contarme.
Jeongin negó, inhalando profundo antes de comenzar a relatar su historia. Le contó todo, desde cómo lo habían encontrado y llevado a ese horrible lugar, hasta como había llegado hasta el albergue, viéndose obligado a dejar atrás a las únicas dos personas a las que había podido considerar como "familia" durante esos largos meses.
Donghyuck escuchaba, atento, sintiendo algo de pena por el cánido. Haber pasado por tanto a, aparentemente, tan corta edad, le parecía terrible, triste, y le provocaba más ganas de protegerlo.
Se alarmó cuando al pequeño le tembló la voz, notando las lágrimas que luchaba por retener. —No, no llores— pidió. Él de por sí ya era sensible, ver a alguien tan bonito como lo era el cánido a punto de romper en llanto lo hacía peor. Se acercó rápidamente, rodeándolo con sus brazos—. Me harás llorar a mí.
Jeongin lo intentó, lo intentó con todas sus fuerzas. Sin embargo, no pudo retenerlas más cuando sintió la calidez de los brazos del moreno sostenerle, como tanto había necesitado durante esos días en los que únicamente podía recordar a aquellos dos.
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Luego de esa noche, ocurrieron muchas más similares a la anterior. Jeongin salía de su escondite cuando vislumbraba al moreno en el patio, lo que significaba que todos estaban dormidos y no había peligro de ser descubierto.
Estaban ahí, sentados cerca del lugar en el que el cánido se quedaba, el último alimentándose con lo que Donghyuck había llevado, y el moreno mordiendo su labio inferior, pensativo.
¿Debería decirle? Era una decisión que le había costado tomar. Pero era lo correcto. No podía seguir robando comida sin que alguno de los cuidadores se diese cuenta.
—Tengo algo que decirte— habló una vez el zorrito terminó de comer, cambiado a su forma humana para hacerse compañía hasta que a alguno de los dos les ganara el sueño; normalmente al más pequeño. Jeongin le miraba, espectante—. ¿No crees que es mejor decirles que estás aquí?
Ante sus palabras, los ojitos del pequeños se inundaron de pánico puro, demostrando tal sentimiento con el temblor de sus labios la forma en la que negaba, y el brillo en sus ojos. —N-no quiero que...
—No te harán nada— interrumpió, acunando el rostro del más pequeño, haciendo que le mirara fijamente—. Confía en mí. Y si ese fuera el caso, cosa que es imposible, no dejaré que siquiera te toquen un cabello.
¿Dónde he escuchado esas palabras?
Dudó por un momento, siéndole imposible negarse al notar el brillo decisivo en los ojos color chocolate. Tragó, asintiendo lentamente, a lo que Donghyuck sonrió, plantando un besito en su frente.
—No te pasará nada, ya verás— habló, notoriamente feliz, entrelazando sus manos.
Jeongin le sonrió de vuelta, asintiendo otra vez. A pesar de que la inseguridad seguía ahí, la confianza que le transmitía el moreno era mayor. —Te creo, Sunnie.
No podía ser tan inconsciente. Sabía que su mayor podía meterse en problemas por alimentarle a escondidas (lo que claramente significaba que tomaba cosas sin autorización), y él no quería eso. No cuando había hecho tanto por él durante ese mes.
Era lo mínimo que podía hacer. Confiar en él.
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si se toman la molestia de comentar harían feliz a esta pobre alma, ¿saben? 😔✊🏻
ah re dramática.
btw, creo que la historia de jeongin es la que más se ha desarrollado:00. me siento mal al pensar que dejé la de jaemin hasta ahí... ¿les gustaría que la siguiera?
y, más importante, ¿les está gustando esto? ¿al menos les entretiene? me alegra muchísimo si es así (灬º‿º灬)♡
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cat || markhyuck
FanfictionMark no sabía que realmente necesitaba compañía, hasta que conoció a Donghyuck.
