Todos tenemos un pasado. Ya sea bueno o malo, estemos orgullosos de ello o no, esté presente en nuestro día a día o no; lo tenemos. Y no se podía hacer nada para cambiarlo.
Yukhei lo sabía, porque él también contaba con uno.
Jungwoo lo sabía, porque él también lo tenía.
Yukhei era de los fieles creyentes de que, si ese pasado te impulsó a ser alguien mejor, entonces estaba bien, sea lo que sea que hayas hecho, era bueno si te hizo cambiar para mejor.
Jungwoo también creía que las personas aprendían de los errores. Por eso mismo, él los tenía bastante presentes en su vida. Para ser alguien mejor, para no volver a cometerlos.
Para no volver a abandonarte.
Ni Yukhei ni Jungwoo estaban orgullosos de su pasado, mas sí los hizo querer ser mejores personas. Y aunque ninguno sabía sobre el pasado del otro, estaban bien así. Paso a paso. Poco a poco. Volviendo a conocerse, dándose la oportunidad de amar, de demostrar su cambio con la persona que querían.
Aún así, el pasado es algo que, ya sea en mayor o menor medida, te acecharía en tu presente. Y eso lo tenían bastante claro. Pero lucharían contra ello, juntos, porque, mientras tuvieran al otro, podrían con todo.
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Si alguien se atreviera en preguntarle qué tal iban las cosas, Yukhei podría decir que todo iba bastante bien. Incluso mejor de lo que esperaba.
Empezaron a vivir juntos en un departamento cerca de la cafetería en la que el mayor trabajaba (que era una de las sucursales de M.I.A, lugar donde se conocieron y que empleaba tanto a humanos como híbridos) hacía un tiempo relativamente corto. Aún así, las cosas fluían bien entre ellos dos. Se turnaban para hacer las tareas del hogar, a excepción de la cocina. De esa solamente se encargaba Jungwoo, pues sabía muy bien que el chino podía ser muy torpe a veces. Además, Yukhei y la palabra cocina no debían ir en la misma oración, a menos que estuviera bajo su supervisión.
Algunos podrían pensar que la decisión de vivir juntos era demasiado precipitada considerando el hecho de que siquiera llevaban un mes saliendo oficialmente, también estaba el hecho de que no sabían mucho del otro. Pero se sentía bien, correcto, como cuando te encuentras con la persona con la que quieres compartir el resto de tus días y das pasos apresurados debido a la emoción.
No importaba el tiempo que llevaran conociéndose. Después de todo, uno jamás acaba de conocer a alguien. Siempre hay nuevas cosas, algunas cambian, otras desaparecen. Los seres humanos están en cambio constante, sin excepciones.
Yukhei sentía todo eso... irreal. Jungwoo aceptó ser su novio luego de que invadiera su espacio personal (aunque fue por una buena causa), sus sentimientos eran recíprocos, y ahora vivían bajo el mismo techo. ¿No es maravilloso? Porque para él, era como una de sus mejores fantasías cumplidas. Como un sueño. Y en caso de serlo, rogaba por que nadie le despertara. Nunca, si era mucho pedir.
Y, como toda relación, tenía sus altibajos. No tenían peleas ni nada por el estilo, pues sabían cómo arreglarse con palabras antes de sacar conclusiones sin saber nada. Quizá por eso se llevaban tan bien.
Pero habían días en los que sentía a Jungwoo algo distante. El mayor simplemente le daría una sonrisa algo forzosa, se despediría brevemente y, si estaba de suerte, quizá recibiría un abrazo. Durante esos días Jungwoo se ausentaba en su trabajo, pues no sentía ánimos ni para levantarse de la cama y, por azares del destino, era amigo cercano al encargado de esa sucursal. Además, el dueño en sí era un amor de persona, comprensivo y demás, así que no era un gran problema.
Yukhei generalmente se vería obligado a esperar hasta que regresara a casa durante la noche, pues la universidad y el trabajo de medio tiempo que tenía para sustentarse no eran un juego. Cuando regresaba a casa, se encargaba de mimar a su bonito hyung todo lo que éste se dejara, mirando sus películas favoritas y comiendo los dulces que le encantaban, pese a que no fuera muy fan de las cosas dulces. No le disgustaban, pero tampoco podía comer demasiado sin sentir náuseas.
No preguntaba nada. Quizás le incumbía, quizás no. Sentía curiosidad, y más que curiosidad, preocupación, para qué negarlo, pero algo en su interior le decía que no debía entrometerse, al menos hasta que el mayor decidiera contarle por sí mismo. Había decidido solamente demostrarle que estaba ahí para él en cualquier momento, sin decir cosas o hacer cuestiones que podrían incomodarle o empeorar su estado.
Al menos, hasta que ese día, cuando llegó más tarde de lo planeado debido a un asunto en el trabajo (resumiendo, su jefe era un cabrón), se encontró con el híbrido hecho bolita sobre el sofá, mantas cubriéndolo, lágrimas corriendo por sus mejillas. Inevitablemente, la preocupación lo embargó, tirando inconscientemente las bolsas que cargaba en sus manos para acercarse rápidamente al mayor.
—Hyung, hyung, ¿qué pasó?— preguntó, preocupado, sintiendo impotencia al ver los hombros del mayor sacudirse con fuerza debido al llanto—. Vamos, amor, dime qué pasa— repitió, su mirada demostrando el sentimiento que le embargaba, acunando el delicado rostro entre sus manos.
—¿Lucas?— balbuceó el castaño, parpadeando repetidas veces para enfocar su vista borrosa debido a las lágrimas, haciéndose dificultoso ver también debido a la poca luz.
—Sí, mi amor. ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás llorando?— volvió a preguntar, ahora tomando al híbrido en sus brazos para acomodarlo sobre su regazo una vez estuvo sentado en el mullido sofá.
—Y-Yo...— el mayor tragó duro. Sus sollozos se habían calmado un poco al sentir la calidez de los brazos de Yukhei rodeándole, apretándolo contra sí en un cálido abrazo—. Creí que n-no llegarías y... las voces... recordé.
¿Entonces todo fue debido a su tardanza? ¿O Jungwoo ya pasaba por esto antes?
Yukhei sonrió, intentando tranquilizarlo. —¿Quieres contarme, bebé?— preguntó en voz baja, ronca, que provocó que Jungwoo tragara, mas sintiéndose relajado. Yukhei acercó más el cuerpo contrario a sí, dejando que el híbrido apoyase su cabeza sobre su hombro—. Está bien si no quieres hablar. Ya sabes cómo funcionamos.
Jungwoo había dejado de llorar. Ahora sólo quedaba la humedad que el recorrido de las saladas gotas habían dejado, y la tonalidad ligeramente roja en su nariz y párpados. Inhaló hondo, disfrutando del tranquilizador efecto del aroma del más alto en él, acercándose más, si es que era posible.
Y cuando el chino vio como el otro salía de su escondite, mirándolo con ojitos brillantes, supo que el momento finalmente había llegado. Darían un paso más, su relación sería más estrecha.
Jungwoo estaba dispuesto a contarle todo, y Yukhei estaría más que encantado de escuchar.
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cat || markhyuck
Hayran KurguMark no sabía que realmente necesitaba compañía, hasta que conoció a Donghyuck.