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Luego de que Eunsang se marchara, Mark regresó a la habitación, encontrándose con Donghyuck jugueteando con las mantas, sin haber tocado la comida. El felino se percató de su presencia, alzando la mirada ni bien había puesto un pie dentro del dormitorio. Y al notar la mirada interrogante del mayor, se apresuró a responder.

—Te estaba esperando— puchereó, ahora sí tomando la mesita y poniéndola en medio, dejándole espacio al canadiense para que se sentara.

—Debe de estar frío ahora— se lamentó el pelinegro, haciendo el amago de tomarlo para calentarlo otra vez, cosa que Donghyuck no le permitió—. Déjame-

Cuando quiso ser consciente, Donghyuck prácticamente le había obligado a sentarse sobre el mullido colchón, posicionándose sobre su regazo para que no se moviera de su lugar. —Así está bien— dijo, con un tono de voz que a Mark le pareció extraño, confirmando su teoría al ver el agraciado movimiento de su cola y el singular brillo en sus ojos—. No importa.

—¿Otra vez?— cuestionó, tragando, sus manos hormigueando por ir más allá cuando se posicionaron sobre la cintura del moreno—. Pero tú dijiste que-

Y cuando Donghyuck lo acalló con un beso algo desesperado, aferrándose a los cabellos de su nuca y empujándole más hacia él, supo que Eunsang quizás le reclamaría por llegar un poquitín tarde.

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Al final, el desayuno ya no podía ser considerado más como eso. Donghyuck había despertado hace poco, aún acurrucado sobre su pecho después de haber dormido unas cuantas horas más por el cansancio. Mark revisó la hora en el pequeño reloj digital que había en una de las mesitas, levantándose de golpe, aún con Donghyuck sobre él, al notar que faltaba menos de una hora para tener que encontrarse con Eunsang.

El minino se quejó, aún más al sentir el leve pinchazo de dolor en una parte en especial, Mark suavizando su expresión al escuchar el quejido que escapó de sus labios. —¿Duele?

Donghyuck inhaló, negando mientras volvía a acomodarse sobre el cálido cuerpo de su dueño, quien se había recostado de nuevo sobre el colchón para darle más comodidad. —Está bien— suspiró, soltando un sutil ronroneo cuando las manos del canadiense acariciaron su cintura.

—¿Fue mucho?— preguntó, una de sus manos bajando tentativamente hacia su espalda baja, mirando al híbrido con preocupación. ¿Quizá había sido muy duro?

El castaño volvió a negar, repitiendo su anterior respuesta. —Está bien, Makku.

Mark asintió, decidiendo creer en lo que su gatito decía, dejando un beso en la pequeña nariz de botón. —¿Te sientes lo suficientemente bien como para darte un baño?— indagó, recibiendo una mirada de Donghyuck—. ¿O tendré que hacerlo yo por ti?

El moreno sonrió, sugestivo. —¿Por qué no?

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Cuando ambos finalmente estuvieron limpios y vestidos, Mark cerró el departamento con llave para no levantar sospechas, llevándola consigo para cuando decidieran regresar.

Su vista se posó en sus manos entrelazadas, las cuales Donghyuck iba balanceando mientras caminaban, como un niño, lo que le hizo sonreír, enternecido por la escena. El híbrido inspeccionaba su entorno, sintiéndose maravillado ante el más mínimo detalle. Era considerablemente más tranquilo que Seúl, y aunque le gustara, no cambiaría la gran ciudad por nada. Sentía que Mark estaba un poco tenso al estar ahí, por eso mismo prefería irse en cuanto el canadiense terminara lo que sea que tuviera que hacer.

Además, no estaban sus amigos. Y esa era otra razón por la que no querría quedarse si se lo preguntaran.

El canadiense decidió ir caminando porque después de todo el lugar al que quería ir y en el que se encontraría con Eunsang no quedaba tan lejos del edificio, y sabía que a Donghyuck le gustaban las caminatas.

El felino llevaba un gorro puesto a petición de Mark. No porque quisiera ocultar lo que realmente era, sino porque, aunque conocía perfectamente la habilidad que tenía Donghyuck, sabía que eso le dejaba considerablemente cansado, y prefería que esas energías las ocupara en otras cosas que su pequeño prefiriera. Sin embargo, no logró que el necio de su gatito aceptara ocultar la otra parte visible dentro de sus pantalones, alegando que sería incómodo y, al ser solamente una cosa, no terminaría tan agotado. Pese a que intentó convencerlo de lo contrario, Donghyuck era un terco.

—¿A dónde vamos?— preguntó el menor luego de unos minutos apreciando el ambiente, riendo ligeramente al ver a un par de niños jugar en el parque por el que iban pasando.

—Ya verás— respondió el canadiense, provocando que Donghyuck hicieron un puchero, mas sin insistir.

Todo iba según lo planeado, o al menos eso le había dicho Eunsang. Iban con un poquito de tiempo de sobra, así que el paso al que iban era más que suficiente para llegar y evitar que Eunsang se pusiera histérico.

O eso pensó, hasta que una voz demasiado familiar llamó su atención.

—¡Mark!

cat || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora