Cuando Mark y Soohyun regresaron de dejar a la pequeña Nayeon en su habitación, la escena que les recibió era impresionante, al menos para Mark. Su madre estaba en la sala, acompañada de Donghyuck, Hangyul y Eunsang. Nada fuera de lo normal, excepto porque Donghyuck no llevaba puesto el gorro con el que había llegado, y su cabeza descansaba en el regazo de su progenitora, y la misma estaba de lo más tranquila acariciando tan el cabello del híbrido como sus orejas.
El canadiense no podía dejar de sonreír. Tampoco podía dejar de pensar en lo mucho que su madre había cambiado. Y no podía sentirse más agradecido por ello. Además de que ahora no tendría que esconder su relación otra vez, o alejarse de ella por algún problema generado por la que solía ser su forma de pensar, le había dado un hogar a un híbrido.
Su padre le había contado también que Nayeon tuvo que quedarse en su habitación mientras Yeri estuvo presente en la casa, pues no querían que alguien inocente fuera víctima de una persona (si es que se le podía llamar así) como ella. Nayeon era sólo una niña. No merecía recibir ni una sola mirada de desprecio.
—Ah, Mark— dijo la pelinegra cuando tomaron asiento—. Estaba diciéndole a Hyuck que puede conseguir a alguien mejor que tú.
—Mamá— se quejó el pelinegro haciendo un puchero, provocando las risas de la mujer.
—Es broma— dijo haciendo un gesto vago, restándole importancia—. Me estaba poniendo al día nada más. ¿Cómo es eso de que tus amigos son agentes secretos?
—Larga historia.
Luego de un rato más charlando, Mark decidió que era hora de marcharse. Ya se estaba haciendo tarde, y planeaba descansar al menos esa noche antes de regresar a Seúl. Por lo que, pese a que su madre y padre le insistieron para que se quedaran a dormir, tuvo que declinar la oferta, despidiéndose no sin antes recibir un "llámame cuando lleguen". Al menos no había sido cuestionado en cuanto a su estadía en el departamento.
—Mark— llamó Eunsang, acercándose, provocando que el canadiense se detuviera en la entrada—. Cuídense mucho, ¿está bien? Y por favor, llámame cuando lleguen. Tengo algo que decirte, pero no mientras estemos aquí.
Mark, confundido por la petición, asintió al ver la mirada suplicante del peligris. —De acuerdo. Nos vemos, Eunsang.
El camino de vuelta al departamento fue bastante tranquilo. A esa hora no habían muchas personas en las calles, y solamente pasaba uno que otro auto. Se oían únicamente sus pisadas acompañando a la de las pocas personas que iban hacia sus hogares, más el tarareo de Donghyuck, quien iba balanceando sus manos unidas tal cual niño pequeño, haciéndolo durante todo el trayecto hasta que llegaron al edificio.
Una vez dentro del departamento, Donghyuck sonrió, dando un beso en los labios de canadiense, tomándolo desprevenido.
—¿Y eso por qué?— preguntó, aturdido, mas sonriendo.
—Porque todo salió mejor de lo que esperabas— dijo el híbrido, tomando su mano y guiándolos hacia la habitación. Una vez ahí, empujó al canadiense hacia la cama. No quería perder tiempo siquiera en cambiarse de ropa. Quería dormir todo lo que le fuera posible antes del volver a la ruidosa ciudad.
Se apresuró a acomodarse entre los brazos del canadiense, prácticamente sobre él, cabeza sobre su pecho para poder escuchar los apacibles latidos de su corazón. Mark rodeó su cintura con los brazos, asegurándose de no dejar ni el más mínimo espacio entre ellos.
Donghyuck apoyó el mentón en el pecho del pelinegro, sonriendo con algo que Mark no pudo identificar. —¿Vamos a dormir o deberíamos celebrar lo bien que salió todo?— preguntó, moviendo las cejas sugestivamente.
Mark silbó. —Vaya. ¿Quién diría que lo tímido se te iría después de la primera vez?
Donghyuck bufó, desviando la mirada. —Anda, ríete, que si sigues así voy a preferir ir a dormir.
El mayor sonrió, intercambiando posiciones en un movimiento rápido, dejando al híbrido apresado bajo su cuerpo, una de sus manos metiéndose dentro de la sudadera que llevaba. —¿Acaso creías que iba a negarme?— preguntó, acercándose hasta que sus labios se rozaban, antes de alejarse, provocándolo—. Vamos a celebrar, Hyuckie.
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El sonido del despertador se escuchó más pronto de lo que ambos habrían querido. Sin embargo, y a pesar de las quejas de Donghyuck por tener que despertar tan temprano, se levantaron, dispuestos a prepararse para el algo largo viaje.
Desayunaron algo ligero, y cerraron la puerta con llave al salir, misma que Mark dejó al portero pues Eunsang pasaría por ella en la tarde. Cuando llegaron al auto, se encontraron con alguien a quien no pensaban ver tan pronto. Es más, esperaban no verle nunca más, de ser posible.
—Quería despedirme— dijo Yeri, mirando únicamente a Mark. Por una parte, al canadiense le parecía extraño, pero por otra, agradecía que no le prestara atención a su novio.
—Bien, ya lo estás haciendo. Adiós, Yeri— habló rápidamente el mayor, haciéndose a un lado para poder subir al vehículo, sin dejar que la chica respondiera. Podía ser maleducado y todo lo que quieran, pero Donghyuck le había dicho la noche anterior que sus bigotes (lo que le pareció realmente tierno) le decían que ella no era confiable. Pero, más que eso, tenía prisa porque había visto al mismo tipo cuando por alguna razón se asomó por la ventana, como si algo en su interior le hubiese pedido a gritos que hiciera eso.
Donghyuck soltó una risita cuando vio a la chica patalear, alejándose pues el auto ya había arrancado. Cuando su vista volvió al frente, y ya habiendo avanzado un par de calles, se encontró con la sonrisa de Mark.
—¿Debería decirte que eres malo por dejarla así?— preguntó medio en broma.
Mark se encogió de hombros. —Siempre quise hacer eso.
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cat || markhyuck
Fiksi PenggemarMark no sabía que realmente necesitaba compañía, hasta que conoció a Donghyuck.