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Mark tragó duro, teniendo miedo de abrir la puerta de su propio hogar. Estaba aterrado, siendo sinceros, y sentía que podría desmayarse otra vez dentro de poco. Hace relativamente poco que estaba plantado frente a la blanquecina madera, extrañándole el que todo estuviera en un para nada usual silencio, y eso hacía que sus nervios fueran en aumento.

No entendía la razón de su comportamiento, así como la de su para nada repentino nerviosismo. Había actuado así desde que Kun dio el diagnóstico de Donghyuck, acumulándose con el paso de los días al estar tan alerta. Sin embargo, ese cuidado no sirvió para nada, pues le había tomado desprevenido en todos los sentidos, y acabó desmayándose patéticamente.

No era virgen, si es lo que piensan. Había pasado un buen tiempo desde que dejó de serlo y, ahora que lo pensaba, no fue de la mejor manera. Por supuesto, era una experiencia que quedaría en su memoria por un buen tiempo, incluso podía recordarla en ese momento, pese a que fuera el menos indicado. En fin, eso pasó hace un tiempo, pero se sentía igual o incluso peor que en ese entonces. También estaba actuando igual que un virgen, y eso provocaba que la pequeña mierdecilla se burlara de él.

Já. Pareces un chihuahua, Lee. ¿Buscas dueño?

La voz de su consciencia le ponía de los nervios. Pero tenía sus razones. En casos como el que se le presentaba, él era igual de inexperto que alguien que no ha tenido ese tipo de relaciones. Todas sus experiencias (que, para mejorar todo, no eran muchas) habían sido con chicas. Por ese mismo motivo fue que se puso tan pesado con respecto a lo que debía hacer. Tan desesperado estuvo, que escuchó atentamente todo lo que Hyunjin, Jeno y Woojin tuvieran que decirle una vez la pregunta surgió de sus labios.

Tuvo un poco de vergüenza, pues no estaba acostumbrado a tocar ese tipo de temas, mucho menos hablando con alguien tan descarado como Hwang era. Al final se dio cuenta de que no era tan diferente a lo que había hecho antes. Sólo debía ser cuidadoso. Era por ayudar a su minino, y él haría cualquier cosa para que Donghyuck estuviera bien. Lo que sea.

Además, ellos eran algo. No tenían una etiqueta fija porque ninguno de los dos veía necesario aclararlo. Estaban juntos, y nada más que eso importaba. El canadiense se sintió completo después de tanto tiempo. Donghyuck era lo que inconscientemente estuvo necesitando todo el tiempo en el que estuvo aislado de lo demás, dejando únicamente que Jeno le acompañara porque se había cansado de pedirle que le dejara a solas. Ahora que lo pensaba, el chico podía ser muy persistente.

Y para qué negarlo, su mente quizá se había puesto creativa una que otra vez, imaginándose situaciones que, por más que intentara negarlo, revolucionaba sus hormonas tal cual adolescente y provocaba que terminara en la ducha en más de una ocasión. También se habían encontrado en situaciones algo... no aptas para menores. Pero no se había permitido cruzar esa línea, por más que una parte de él lo ansiara con todas sus fuerzas. Donghyuck se veía tan inocente y bonito que la otra parte de él le impedía continuar, sustituyendo los toques por un par de mimos que adormilaban a su minino.

Ahora, la situación era completamente diferente.

El maullido que llegó hasta sus oídos lo sacó de sus pensamientos, alterándolo más de lo que ya estaba. Se dio un par de palmaditas en las mejillas, recordando los consejos que Hyunjin le había dado a la vez que abría la puerta del departamento. Otro maullido se escuchó, seguido de uno más bajo. Sus piernas se movieron por sí solas, impulsadas por la preocupación, apresurando el paso hasta llegar a la habitación que él y su gatito compartían.

Volvió a tragar, inhalando profundamente antes de abrir la dichosa puerta. Su boca se secó y sintió como el aire le faltaba al ver la imagen que se mostraba ante sus ojos.

Donghyuck estaba ahí, de rodillas sobre la cama, con las caderas alzadas, meneándolas inconscientemente. El vaivén de su cola era parecido, mientras sus manos se aferraban a las sábanas. Podía notar los pequeños colmillos mordiendo la tela, en un vago intento por silenciar los sonidos extraños que no paraban de salir de sus labios.

El pelinegro no podía apartar su vista de su felino. La manera en la que su cola se movía era hechizante. Lo inspeccionó por un momento más, notando hasta entonces que no llevaba nada más que una camiseta suya, la cual Hyunjin le había dado al notar que el olor del canadiense lo tranquilizaba un poco más, y la ropa interior. Se había quitado el resto de prendas cuando el alto y su acompañante se habían marchado, ya que el calor se le hacía insoportable. Ciertas partes de su cuerpo dolían, pero el sentimiento se disipaba luego de que Hwang le diera algo que desconocía. Suponía que el efecto ya había pasado, y por eso se sentía de esa manera nuevamente.

No le gustaba.

Donghyuck miró sobre su hombro al sentir el olor de su humano, todavía aferrándose a las sábanas. Liberó el trozo de tela entre sus dientes para decir algo, aunque lo primero que escapó fue un gimoteo seguido de un maullido quedo al sentir la punzada cerca de su cosita.

—M-Makku...— susurró con dificultad, mirando al humano con ojitos brillantes y mejillas sonrosadas—. D-Duele. A-Ayúdame...

Y en ese preciso momento, Mark mandó todo a la mierda. Era débil, y no sabía cómo negarse a las peticiones de su felino. Nunca aprendió a hacerlo. Su juicio se nubló, e incluso olvidó lo que tenía cuidadosamente guardado para cuando se diera esa situación.

Iba a ayudarlo, por supuesto que lo haría.

•°• 🐈 °•°

ya se viene, kemosion AAA.

cat || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora