Corrió. Simplemente corrió, sintiendo sus ojos arder por las lágrimas que no se permitió derramar y con su corazón haciéndose añicos por haber dejado a las únicas dos personas que se habían preocupado por él en ese lugar.
Las ganas de regresar no le faltaron. Pero prefirió obedecer a lo que Mina había dicho, reprimiendo sus deseos y confiando en que, eventualmente, les volvería a ver algún día.
Redujo la velocidad de sus pasos cuando estuvo lo suficientemente lejos, al menos para que no le encontraran con facilidad y pudiera huir si fuese necesario. Dio un vistazo a ambos lados, notando que estaba en la carretera, solo, con nada más uno que otro auto pasando por ahí.
Inspeccionó cada detalle del ambiente en el que se encontraba, buscando algún indicio que le indicara hacia donde debía dirigirse. Estaba cansado por correr tanto, y podía escuchar los latidos frenéticos de su corazón. No había marcha atrás. Algún día se encargaría de buscar a Mina y Yonghee.
Sus orejitas se alzaron cuando notó la respectiva señal que Mina le había indicado para poder llegar al albergue. Ya se había recuperado de la agitación anterior, así que podía seguir.
Corrió un par de metros más, sorprendiéndose al darse cuenta de que en realidad estaba bastante cerca del lugar. Inclinó su cabeza al ver que la edificación en sí era relativamente pequeña, lo que le pareció extraño. Decidió rodear el edificio, percatándose de que había un gran patio que estaba cercado. Que en serio era grande, ya llevaba un tiempo corriendo y no había llegado al final.
Encontró una parte de la cerca abierta, al lado de una arboleda que cubría el agujero que había ahí. Bingo.
Alcanzó perfectamente, como si hubiera sido hecho para que el entrara. Una vez adentro, inspeccionó el lugar otra vez, avanzando hacia el edificio. Soltó un bufido al notar que la puerta que daba a lo que suponía era la cocina estaba cerrada.
¿Qué se supone que haría ahora?
•°•°•° 🐈 °•°•°•
Afortunadamente, había encontrado la manera de esconderse y conseguir comida durante esos días. Aprovechaba cuando alguno de los cuidadores salía para escabullirse hacia la cocina y tomar algo, saliendo tan rápido como entró, regresando a su escondite entre la arboleda que había en el patio.
Al menos hasta ese día.
Ahora estaba escondido en uno de los cajones de los muebles de la cocina, intentando hacer el mínimo ruido hasta que quien sea que estuviera afuera se marchara. Sólo esperaba que no se le ocurriera revisar su escondite, porque sino sería zorrito muerto.
¡No quería morir! Primero tenía que buscar a Mina y a Yonghee.
Su respiración se detuvo, e intento no hacer ni el más mínimo ruido cuando los pasos se escucharon cerca. Mas no se esperaba que su cola se moviera por el nerviosismo, y tirara uno de los recipientes que había dentro.
Tragó, y cerró los ojos cuando vio que la puertecilla se abría, temiendo su fin. Cuando no hubo más que silencio, abrió los ojos, encontrándose con el rostro de un chico, la vista del mismo analizándolo.
—¿Un zorro?— dijo luego de un rato, provocando que el animalito retrocediera, asustado. Frunció el ceño, preguntándose qué haría tal animal ahí, y a esa hora. No tenía el conocimiento de alguno de esa especie en el albergue, así que supuso que se había infiltrado—. ¿Qué haces aquí?
Las manos del chico se acercaron, pretendiendo tomarlo. Se sorprendió al ver que el cánido se dejaba hacer, preso del miedo. Podía notarlo por lo tenso que se veía al alzarlo en el aire.
Miró hacia ambos lados, revisando que no hubiese nadie. Una vez comprobado, se levantó, tomando una bolsa de alimento y un recipiente pequeño. Salió hacia el patio, usando las llaves que había tomado. Con autorización, por supuesto. O bueno...
—No temas, ¿bien?— habló. El pequeño le miraba, entre asustado y curioso—. No te haré daño.
El zorrito inclinó la cabeza hacia un lado, sopesando. ¿Debería creerle? El chico no se veía malo, a decir verdad. Pero, como Mina le había enseñado, las apariencias engañan.
Cuando el chico lo dejó en el suelo, pensó en huir. Sin embargo, el sonido de la bolsa atrajo su atención, obligándole a quedarse ahí, quieto. En verdad tenía hambre, pero no confiaba en él. El chico sonrió, agitando la bolsa con comida.
—Has de tener hambre, ¿no?— inquirió, tomando algo del contenido en una de sus manos, sacudiéndola—. Toma.
El chico dejó el pequeño plato en el suelo, a una distancia prudente para que el cánido no le temiera tanto. El animalito se acercó lentamente, desconfiado, para olfatear el alimento con la vista fija en él, empezando a comer. Era huir y morir de hambre, o aceptar la ayuda del chico. Claramente eligió la segunda.
El moreno sonrió, acariciando sutilmente las rojizas orejitas del zorro. Era bastante lindo, si le preguntaban a él.
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cat || markhyuck
ФанфикшнMark no sabía que realmente necesitaba compañía, hasta que conoció a Donghyuck.
