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Cuando Donghyuck abrió los ojos, lentamente acostumbrándose a la luz que se filtraba por las cortinas y queriendo despejar su mente al recién haber despertado, no esperó encontrarse con un desconocido mirándolo como si fuera un ser extraño nunca antes visto.

El chico de cabellos cenizos no apartaba sus ojos de él, y Donghyuck mantuvo el contacto visual pese a que comenzaba a sentirse realmente incómodo por la atención. La sonrisa que se esbozó en el rostro del mismo le desconcertó más, sintiéndose por algún motivo asustado y amenazado, demostrándolo por la posición de sus orejas y los cabellos de su cola ligeramente erizados.

Se sobresaltó cuando la puerta fue abierta, tenso, alerta, mas relajándose un poco al ver a su humano entrando por ella, con lo que parecía ser el desayuno sobre una mesita portátil. Donghyuck posó su mirada sobre el canadiense, decidiendo ignorar la sonrisa con la que el chico desconocido los miraba a ambos, y Mark fue directo hacia el híbrido, dejando un besito en su frente mientras dejaba la mesita a un lado de la cama, y provocando que la sonrisa del intruso se ampliara con el gesto.

—¿Qué ocurre?— le preguntó al chico, extrañado, comenzando a sentirse un poquitín incómodo por la forma en la que los miraba. Si no lo conociera, pensaría que es un psicópata.

El menor se encogió de hombros. —Me parece lindo.

Mark frunció el ceño, confundido. —¿Qué cosa?

La sonrisa del chico no desaparecía. —Ustedes dos. ¿Pueden darse otro besito, por fa?

El canadiense boqueó como un pez fuera del agua, aturdido por la repentina petición. —¿Qué mierda, Eunsang?— espetó, sintiendo cómo Donghyuck se escondía sutilmente tras su espalda, probablemente avergonzado.

—Me costó venir aquí sin que tu madre sospechara. Dame ese gusto— replicó, haciendo un puchero.

—No. Estás loco— musitó, la extrañeza aún mostrándose en sus facciones. El de cabellos cenizos abultó más su labio inferior ante la negativa. Al menos lo había intentado—. ¿No te parece extraño?— cuestionó en voz baja luego de unos segundos, tragando duro, preparándose mentalmente para alguna mala respuesta.

Aunque el menor no parecía realmente disgustado (hasta podía apostar a que estaba emocionado), no estaba de más preguntar, ¿cierto?

Ahora fue el turno de Eunsang para fruncir el ceño. —¿Por qué debería?— murmuró con voz suave, viendo lo poco del torso cubierto por tela que podía observar del híbrido al éste estar escondido tras la espalda de Mark—. Si eres feliz, entonces para mí está bien así sea con una jodida mesa.

Mark arrugó la nariz. —Asqueroso.

Eunsang rió, encogiéndose de hombros. —Sí. Pero entiendes mi punto— se levantó, pasándose los dedos entre el cabello. Mark, sabiendo lo que eso significaba, se levantó de la cama, dándole una mirada al híbrido para que se quedara ahí, a lo que Haechan asintió, mirando al chico —¿Eunsang?— con desconfianza.

—Ya, dile que no me vea así— puchereó el peligris.

Mark hizo un gesto vago. —Yo no te dije que te le quedaras viendo así.

El contrario bufó, cruzándose de brazos, antes de esbozar una de sus mejores sonrisas y acercarse al minino, extendiéndole una mano. —Es un gusto conocerte, pequeño. Mi nombre es Eunsang.

Donghyuck, desconfiado, le dio una mirada a su humano. Al ver que Mark asentía, soltó un suspiro, estrechando la mano del peligris, quien sonrió complacido. Luego de esa rápida presentación, ambos humanos salieron de la habitación, donde Donghyuck se quedó por voluntad propia. El chico, hasta ahora, seguía asustándole un poco, aunque parecía amigable.

Cuando estuvieron fuera de la habitación, Eunsang se giró hacia Mark, encarándolo, sin decir nada. En cambio, el canadiense repitió la pregunta que había hecho anteriormente.

—¿De verdad no te parece extraño?— indagó, dudoso, con una mueca preocupada. Eunsang era uno de sus familiares más cercanos y con los que mejor se llevaba, por lo que su opinión ciertamente era importante. Incluso más que la de su madre.

El antes mencionado suspiró, palmeando el hombro del mayor suavemente, con una sonrisa pequeña que demostraba lo feliz que se sentía. —Por supuesto que no. En realidad estoy feliz por ti— admitió, provocando que la sonrisa del pelinegro apareciera—. Me alegra ver que estás avanzando luego de... Bueno, eso.

Mark hizo una mueca. —¿Y Hangyul?

El de cabellos cenizos soltó una risita, rascando la parte posterior de su cuello. —Está distrayendo a tu madre. A pesar de que apenas llevas un día aquí, ya está comenzando a sospechar— respondió cansino, estirando sus brazos antes de cruzarlos sobre su pecho—. ¿Cuándo piensas ir allá?

El pelinegro suspiró. —Antes quiero formalizar todo. No me parece correcto ir y presentarlo como mi pareja sin antes habérselo pedido correctamente. Y también quiero contarle todo... Sabes a lo que me refiero. Me tomará un par de días como mucho.

El Lee menor asintió, comprendiendo. —Por eso mismo Hangyul se quedó en casa— suspiró, sabiendo lo difícil que era tratar con la señora Lee cuando algo se le metía en la cabeza—. Iré a preparar lo que me pediste. Asegúrate de llegar a tiempo— y con eso dicho, y palmeando un par de veces más el hombro del mayor de forma amistosa, se dirigió hacia la puerta. El peligris se detuvo un momento, mirando a Mark sobre su hombro—. Ah, y ten cuidado con Yerim... Ella sigue sin parecerme confiable— musitó, antes de sonreírle por última vez y salir del departamento, dejando a Mark con una expresión confundida por la mención de la chica.

cat || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora