🍉; O43.

786 113 4
                                        

—Ya sabes, nada de salir del edificio, Hyuck— Mark advirtió por enésima vez, colgándose el bolso al hombro y tomando su teléfono y llaves de la encimera. Donghyuck rodó los ojos—. No me hagas esa cara. Prométeme que no saldrás.

Suspiró, hastiado. —Lo prometo. ¿Feliz?

Mark sonrió, acercándose a él para despedirse como se debía. Con un beso, por supuesto. —Vuelvo en la noche.

El felino asintió, luchando por esconder su sonrisa. —A la misma hora de siempre, ¿no? Anda. No es como si fueras al otro lado del mundo.

Mark soltó una risita, dejando otro pico. —No quiero irme... Preferiría-

—Ya, vete, vete— interrumpió el moreno, con un leve carmín en sus mejillas al saber lo que iba a decir, empujándolo fuera del departamento—. Hasta luego, Makku— y no esperó respuesta, cerrándole la puerta en la cara. Sin embargo, pudo escuchar el "hasta luego" que Mark había gritado de vuelta.

Soltó otro suspiro, su espalda apoyándose contra la madera y deslizándose por la superficie de esta hasta quedar sentado sobre el suelo. Su vista se pasó por toda la sala, pensando en qué podría hacer mientras Mark llegaba.

Ciertamente, iba a ser un día aburrido.

•°•°•° 🐈°•°•°•

—¿Sabes qué? Que se joda— musitó, apagando el televisor, estirando sus músculos al levantarse. Fue bueno por haber estado horas sentado en la misma posición. Miró hacia el reloj, soltando un quejido al notar que faltaban poco más de dos horas para que Mark llegara.

Fue hacia la habitación, poniéndose ropa abrigada porque estaban en invierno, dispuesto a salir aunque sea a saludar al portero. O podía ir a casa de Minho. Sí, eso sonaba mejor. Pero primero iría a tomar algo de aire.

Con eso en mente, decidió que sería mejor usar las escaleras. La gente es tan floja... Literalmente nadie las usaba. Todos preferían usar el elevador.

Una vez estuvo abajo, se sentó en la entrada. A esa hora la mayoría estaba en la universidad o en sus trabajos, por lo que no era una molestia al estar ahí. No estaba en sus planes escapar del edificio, claro que no. Solamente estaba ahí, viendo a la poca gente que había a esa hora pasar de acá para allá.

O así era, hasta que sintió un olor. Un olor terriblemente familiar. Uno que conocía demasiado bien. Uno que provocó que sus latidos se aceleraran, y la emoción le embargara por completo. Un olor que había extrañado sentir y apenas se había dado cuenta de ello.

Un olor que iba a seguir, importándole poco en ese momento si había hecho una promesa que debía cumplir o no.

cat || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora