cat || markhyuck

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Hyunjin no podía recordar cuándo fue la última vez que vio a su hyung así de relajado. Estar la mayor parte del día trabajando, sumándole los asuntos de la agencia y la universidad, era más usual para ellos tratar con un Minho serio y estresado. Verlo así, sonriente, disfrutando de buena comida e incluso bromeando junto a Felix... Era un gran alivio para él.

Sin embargo, cuando una silueta femenina que conocían perfectamente se asomó por la puerta del establecimiento, provocando que Minho se levantara de inmediato y se excusara para salir, el alivio se fue al garete. Y todos lo sabían. Incluso Chan se había puesto serio en cuanto su mirada se dirigió hacia el lugar en el que la atención de Minho estaba puesta.

—Espera, hyung. Voy contigo— dijo el alto rápidamente antes de que el Lee mayor se alejara. Minho negó, como siempre.

—No es asunto tuyo— masculló, desviando la mirada.

—No me importa. Te acompaño igual— se encogió de hombros, pasando al lado del castaño—. ¿Vienes?— preguntó, extendiendo su mano. Minho bufó, adelantándose. No tenía sentido discutir. Si no era Hyunjin, probablemente sería Chan, o incluso peor, todos ellos—. Estaré observando desde lejos, hyung— le dijo al mayor una vez lo alcanzó. Minho se detuvo un momento, mirándolo—. Y sabes muy bien que si todo esto te tiene así es nuestro asunto también.

El castaño rodó los ojos, finalmente dirigiéndose a la mujer.

—Ah, Minho-ah— dijo la fémina una vez estuvo cerca—. ¿Podemos hablar a solas?— pidió, remarcando la última palabra mientras miraba hacia el otro chico a unos pocos metros de ellos.

—Aquí está bien— respondió el menor, cruzándose de brazos.

—Bueno... Si tú lo dices— se encogió de hombros—. Ellos... Han ido otra vez ayer. Dicen que quieren el dinero pronto o habrán consecuencias.

Hyunjin bufó apenas escuchó eso. Esa mujer que se hacía llamar madre no podía ser más cínica. Esa falsa preocupación... sabía que lo único que buscaba era chantajear a Minho. ¿Por qué ella no hacía nada y en cambio venía a buscar a su hyung? Y lo peor de todo, es que usaban a la única persona a la que Minho podía llamar familia de todos ellos: su hermana.

Esas personas... Hyunjin podía decir que las odiaba. Quizá el resto de su grupo pensaba igual.

No les bastaba con casi haber destruido los sueños del mayor, sino que ahora lo usaban para prácticamente mantenerse. Y todo el asunto le hacía rabiar. Porque ellos fueron quienes tuvieron que ver cómo Minho se rompía casi completamente. Ellos fueron quienes con esfuerzo y amor lograron ayudarlo, y ahora estaba bien casi por completo.

Casi. Porque lo estaría hasta que esas personas salieran de su vida por completo.

Las cosas serían más fáciles si él no fuera un terco que dice no necesitar ayuda.

Probablemente no estén entendiendo nada, así que voy a explicarles un poco. La familia de Lee, especialmente su padre, ya mostraba cierto rechazo hacia él desde que dijo que quería ser bailarín cuando era pequeño. Luego, en su preadolescencia, cuando ya había entrado a la agencia, ese rechazo, por estúpido que sonara, aumentó. Y la cereza del pastel fue cuando Minho le dijo a sus padres que era homosexual.

Él obviamente se sintió herido cuando su padre le echó de la casa, pero algo que le dio fuerza para continuar fue el apoyo que recibió de sus amigos; su verdadera familia. Hyunjin y su padre le ofrecieron un techo y comida, y pudo dejar de lado todas las palabras hirientes que su padre le había dirigido, prometiéndose no volver a esa casa nunca más.

Luego llegó la noticia de que su padre había fallecido. Minho no asistió al funeral, pues estaba ocupado con los asuntos de la agencia, y su vida era algo ocupada ahora que era un universitario. Al menos el hombre había llamado días antes de su fallecimiento y habían arreglado algo las cosas. Le había pedido perdón, aunque él realmente no tenía nada que perdonar.