El canadiense apretó los ojos y sus puños simultáneamente cuando reconoció a la dueña de esa voz, haciendo presión en la mano del moreno que estaba entrelazada con la suya. El híbrido lo miró confundido, dejándolo ser pese a que empezaba a dolerle un poco debido a la fuerza con la que le estaba tomando la mano.
—¿Makku?— susurró el felino, acercándose un poco más al humano y apretando de vuelta ligeramente.
Mark inhaló, maldiciendo mentalmente, de igual manera girándose. No iba a ser un grosero porque bueno, era una chica después de todo. ¿Qué tanta mala suerte habría que tener para encontrarse con la persona a la que precisamente no quería ver?
Sintió que el alma se le iba del cuerpo cuando la chica se colgó de su cuello, teniendo que usar la mano libre para ponerla en la espalda de la misma y evitar que cayera. La chica se pegó más a él bajo la atenta y enfadada mirada de Donghyuck, emocionada y feliz, sonriéndole, sin percatarse del moreno que prácticamente estaba asesinándola con la mirada.
—¡Mark!— repitió, emocionada. La mano de Mark se retiró de su espalda, sintiéndola arder por el tacto, su cuerpo notablemente tenso por la cercanía. ¿Acaso no sabía lo que era el espacio personal?—. En verdad no creí que fueras tú. ¡Me alegra tanto verte!
El canadiense finalmente abrió los ojos, esbozando una sonrisa, pareciendo más una mueca al ser tan forzada. —Digo lo mismo, Yeri.
Uy, sí. Esa ni tú te la crees.
En ese momento, la chica lo liberó de su agarre, y Mark sintió como el aire ingresaba por su pulmones finalmente. Estaba agradecido de que Donghyuck no soltara su mano en ningún momento, pues se sentía seguro debido a la calidez de la mano más pequeña. Le dio una mirada al híbrido, y se encontró con su rostro inexpresivo, analizando minuciosamente a la chica que, o no se percataba de su presencia, o fingía no haberlo visto.
Donghyuck se acercó más al canadiense instintivamente, apoyando su cabeza en el hombro del más alto al tiempo que el contrario soltaba su mano para rodear su cintura, haciendo que el sonriera con sorna al notar la mirada de soslayo que les dedicó la más bajita.
—¿Qué te trae por aquí, oppa?— Mark quiso gritar al escuchar semejante cosa. ¿Por qué ahora le parecía tan... repugnante? Su mano se aferró a la cintura del moreno—. Hace mucho que no te veía por aquí. ¿Vienes a ver a tu madre?— Mark asintió, dubitativo. E iba a decir algo más, pero la castaña caminó la distancia que los separaba, mirando de soslayo al moreno mientras se acercaba un poco (demasiado) a su rostro—. ¿O finalmente vas a aceptar que estamos destinados a estar juntos?
La expresión ansiosa del canadiense cambió a una severa, comenzando a enfadarse por la simple mención del tema. —Soy gay, Yeri. Creí que ya te lo había dicho.
La castaña se alejó, bufando con burla. —Patrañas. Yo soy tu prometida. ¿Cómo puedes ser... eso, si me tienes a mí?— pestañeó varias veces con coquetería, inclinándose ligeramente—. Tu madre estará encantada al saber que has recapacitado.
Y ahí estaba la cuestión. La familia de Yeri era tan conservadora y de mente cerrada que habían logrado influenciar a su madre con sus pensamientos retrógradas. Al menos su padre no era tan cercano a ellos, y, de todas formas, él era libre de creer lo que quisiera.
—Eras, Yerim, eras— aclaró el canadiense con voz severa al notar el leve chispazo de dolor en los ojos achocolatados de su bebé—. Ese acuerdo lo terminamos hace años, y sabes muy bien por qué.
—¡No me llames así!— lloriqueó la chica, pateando el suelo con un pie en medio de su berrinche. Mark rodó los ojos. La chica volvió a acercarse, esta vez sonriendo seductoramente—. ¿En verdad no me extrañaste? ¿Ni un poco, poquito, poquitito?
Mark suspiró. —No.
La chica chasqueó la lengua. —Ah, comprendo. Entonces todavía vienes a llorarle a la inútil— escupió con desagrado, cruzándose de brazos.
Esas simples palabras se sintieron como finas agujas que atravesaban su corazón una a una, y su mandíbula se apretó, mientras su mirada se oscurecía demostrando el inminente enojo que recorría cada recóndita parte de su ser. —No lo has dicho.
Donghyuck tragó viendo la escena, acercándose inconscientemente al cuerpo de su dueño. Pudo sentir la opresión en su pecho después de que la chica soltara esas palabras, y la expresión en el rostro del canadiense le estaba asustando. No comprendía lo que pasaba, pero sabía que tenía que ver con el sentimiento impropio que se asentaba en su pecho.
Tiró un par de veces de la camiseta del mayor, atemorizado. —¿M-Makku?
El canadiense, al escuchar la voz titubeante del minino, se giró hacia él, su mirada suavizándose se inmediato cuando se encontró con la expresión asustadiza de Donghyuck. Sonrió, una sonrisa verdadera que tranquilizó al menor, apartando el cabello de su frente con la mano libre para dejar un beso sobre la misma sin ningún problema, luego dejando un pico en sus labios, todo bajo la atenta y asqueada mirada de Yeri.
Luego de eso, encaró de nuevo a la castaña, su expresión siendo la misma de antes. Yeri, sin mostrarse afectada, sonrió con sorna. —¿Y qué si lo dije? Todos sabemos muy bien que su muerte fue realmente un bien para la humanidad.
La mirada de Mark se oscureció más, el enojo comenzando a nublar su raciocinio. Contrólate, es una chica. Es una jodida chica. En cambio, ignorando todas las ganas de ir y decirle sus cuantas verdades a la persona que estaba frente a él, inhaló hondo, intentando calmarse, caminando para alejarse de ese lugar, no sin antes decir una última cosa.
—Realmente espero que logres encontrar a alguien, Yerim— musitó, a lo que la castaña lo miró sin entender—. No tengo tiempo para tu mierda. Si me permites, mi novio y yo nos vamos de aquí— y con eso dicho, dejando a la castaña a punto de decir algo más, tomó la mano de Donghyuck, arrastrando al confundido híbrido lejos de ahí con rapidez.
—¡Nos vemos en la casa de tu madre, querido!
Y una mierda.

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cat || markhyuck
FanfictionMark no sabía que realmente necesitaba compañía, hasta que conoció a Donghyuck.