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—¡Hijos de puta!— chilló la castaña, envolviendo el maltratado cuerpo del más pequeño entre sus brazos, ayudándolo a andar mientras se alejaban de los hombres que se deshacían en carcajadas. Un quejido escapó de los labios del chico por haber apretado con algo de fuerza debido a la molesta—. Lo siento, Yong. No fue mi intención.

Yonghee asintió con una mueca de dolor, sosteniendo su costado. —No te preocupes. Mejorará.

La castaña suspiró, su expresión denotando algo mezclado entre lástima y preocupación. —Algún día saldremos de aquí, lo prometo.

Ambos siguieron caminando hacia su respectiva "habitación" (que, más que una habitación, era lo más parecido a una celda). Un jadeo escapó de los labios de la chica al notar la presencia de alguien nuevo al llegar. —¿Es que estos desgraciados no tiene compasión?— murmuró, impresionada—. ¡Míralo, es un niño!

Jeongin se encogió en su lugar, apretando más el agarre que mantenía en sus rodillas, acercándolas más a su pecho. Sus músculos se tensaron aún más cuando ambos chicos se acercaron a él.

—Tranquilo, tranquilo— susurró con voz dulce, agachándose a su altura—. ¿Cómo te llamas, amor?

El cánido alzó la mirada, encontrándose con el rostro de una chica demasiado cerca de él. Tragó saliva, temeroso, siendo incapaz de hablar.

—Tranquilo— habló ahora el chico. Se sorprendió al notar los moretones en sus brazos, y el corte en una de sus mejillas. ¿Me van a hacer lo mismo a mí?—. No te haremos nada, si eso es lo que piensas. Ni siquiera estoy en condiciones de caminar— bromeó, haciendo una mueca de dolor al sentarse en el suelo.

—Ten cuidado, Yong— advirtió la castaña antes de volverse hacia él—. Mi nombre es Mina, cariño. Y él es Yonghee— comenzó, esperando que el menor respondiera de la misma manera—. ¿Qué hay de ti?

—Jeongin— respondió, bajito, todavía temeroso—. ¿Qué me van a hacer?— preguntó en un hilo de voz. Aunque no sabía si quería conocer la respuesta. Acababa de llegar, y ya estaba muriendo de miedo, aún más al ver el estado en el que el chico —¿Yong...?— había llegado.

Mina y Yonghee se miraron, comunicándose con la mirada. La chica acarició su mejilla, sorprendiéndose por lo suave que era la piel del más pequeño. Mina asintió, antes de apartar la vista de su amigo. —Mientras nosotros estemos aquí, no te pasará nada— dijo con seguridad, ganándose una mirada asustadiza de Jeongin—. Te lo prometemos.

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Pese a que en un principio Jeongin no sabía qué debería creer, al final no le pasó absolutamente nada. Mina y Yonghee intervenían cada vez que alguien intentaba llevárselo, cosa que le hacía sentir culpable porque ellos se ganaban un castigo a propósito solamente para que se olvidaran de él. No sabía por cuánto les iba a funcionar eso, y tampoco le gustaba que hicieran ese tipo de cosas por él.

—No te preocupes por nosotros— Yonghee le dijo una vez cuando ya su castigo había pasado—. Falta poco para que llegue el día en el que seamos libres.

Al principio no entendía lo que eso significaba, hasta que un día decidió dejar la timidez y preguntarle a la chica que a qué se referían. Resultó que ellos dos, junto a los demás, estaban planeando escapar dentro de unos pocos días, en secreto, obviamente. Según lo que le habían dicho, todo iba de maravilla, según lo planeado, y faltaba cada vez menos para que el gran día (como ellos le habían llamado) llegara.

Simplemente permaneció en silencio, sin querer entrometerse mucho para no ser un estorbo. Aunque una pequeña, pequeñísima parte de él esperaba que todo saliera bien.

cat || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora