2.

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- ¡Angie, Angie!
Claudia abrió de golpe la puerta de mi habitación y yo me intenté tapar con la toalla blanca que tenía desde que me duché, cayendo sin éxito en la cama. Ella rió e hizo sonar sus tacones negros viniendo hacia mí.
- ¿Qué?
- Nada, mirá quién va.
Miré su celular, el cual me estaba enseñando hace unos segundos, y vi al pibe que le gustaba desde hace días.
- Por dios, Claudia... algún día me matas de un susto.
- No estás acostumbrada a que entren en tu habitación eh.
Me guiñó el ojo y se fue riendo donde mis amigos me esperaban. Hacia unos minutos que tuve que salir enrollada en la misma toalla de antes porque la puerta sonó y no iba a dejarles afuera esperando cuando estaba a punto de terminar de ducharme.
Ahora tenía a todos menos a Juan abajo, en la sala. Terminé de vestirme con el top rojo que me regaló Santino por mí anterior cumpleaños y con unos pantalones azul claro rotos por las rodillas que mantenía sujetos a mí cintura por un cinturón negro.
Terminé con las botas de siempre y me fui corriendo al baño a secarme el pelo y maquillarme antes de bajar a verles.
- Ya estoy, cuando quieran vamos.- me tiré en el hueco que había entre Nicolás y Diana en el sofá, bajo sus miradas.
- Vámonos entonces.
Matías frotó sus manos levantándose de la silla que había llevado desde mi cocina hasta la sala a falta de lugar donde sentarse.
Todos le imitamos y salimos de mi casa por fin para dirigirnos al boliche donde laburaba Juan, como de costumbre.
Al llegar él ya nos esperaba, aunque más bien estaba laburando en la puerta vigilando que todo fuera como debía.
- Buenas noches, señor, ¿Se puede?- preguntó Claudia y Juan rió levemente.
- Ya saben a dónde ir.
Nos despedimos de él y fuimos a otra puerta, la de atrás, por donde solían salir los que laburaban allá.
Tocamos porque no teníamos llave y no queríamos ir a por Juan para que nos la diese. Por suerte, uno de los pibes abrió y al vernos nos reconoció, dejándonos pasar.
Se lo agradecimos y entramos por fin en el boliche. Fuimos hacia la barra para comenzar a pedir las bebidas.
Comenzamos con una ronda de chupitos para comenzar la noche y después cada uno se pidió lo que quería.
- ¡Dale, no vinimos sólo a beber!
Cuando me di cuenta, Diana me arrastraba hacia la gente para bailar al ritmo del reggaeton que retumbaba en el boliche antes de dar paso a el trap argentino.
Me acuerdo lo raro que era escuchar sus canciones al principio en los boliches, después me acostumbré y las bailaba igual. Al fin y al cabo, sólo compartimos la infancia aunque yo siguiese siendo amiga de su hermana.
Hacía días que no hablaba con ella, estaba ayudando a su hermano junto a su otro hermano mayor, Nahuel, y yo, además, tenía que estudiar.
No solíamos ir de joda juntas, sólo marcábamos un día en nuestra agenda para pasarlo entero juntas. Al fin y al cabo, nuestras situaciones eran completamente diferentes.
Yo era una mina normal. Estudiaba, tenía mis amigos y recientemente lo había dejado con mi novio porque simplemente no sentía nada por él. Me acababa de mudar sola para intentar ser más independiente y porque quería salir de Paternal de una vez.
Candela era hermana del famoso Duki, aunque las dos le conocíamos como Mauro. Él había conseguido tener una carrera en la industria del trap, siendo uno de los primeros en ello. Ahora ella le ayudaba en lo que él necesitase, cambiando su vida repentinamente para ser la hermana de uno de los traperos famosos del país, aunque ella seguía siendo la misma que conocí.
- ¡Angie, no te veo bailar!
Salí de mis pensamientos rápido para enseñarle a Diana y Nicolás, que se había unido a nosotras, lo que era bailar.
De vuelta, siguieron con el reggaeton y poco a poco mi vaso acabó por vaciarse. Me subí a la espalda de Nicolás y este me llevo riendo y tropezándose con los demás hasta la barra, donde quedaba sola Claudia ya que Matías se había ido a bailar con la solitaria Diana.
Me bajé al llegar, haciendo reír a los dos cuando casi me caí para atrás, por suerte me sujeté a la remera de Nicolás y aguanté de pie.
Pedí de nuevo, aunque esta vez la bebida tenía más alcohol. Para algo había venido hasta acá.
- Ché, ¿Ese no es Santino?- preguntó Claudia lo suficientemente alto para que se oyera, apoyada en la barra con su espalda.
- ¿Me estás cargando? ¿Dónde?
- Allá.
Señaló hacia un grupo de personas y entre ellas se encontraba riendo mi hermano mayor. Por suerte sólo estaba él y faltaban Miguel y José.
Él sabía que hoy salíamos de fiesta y conocía a Juan, también sabía dónde él laburaba. Así que, no era muy malvado pensar que vino hasta acá para ver si su querida "hermanita" estaba bien.
Suspiré y comencé a andar hacia él, ignorando la risa de mi amigo Nicolás. Cuando estuve detrás de él, toqué su hombro y se giró.
- Vaya, Angie, ¿Qué hacés acá?- preguntó sonriendo y fruncí el ceño.
- ¿Sos pelotudo? Veniste a vigilarme.
- ¿Yo? Para nada.- sonrió más y me crucé de brazos.- Dale, Angie, divertite, yo no hago nada.
- ¿Tengo que confiar en vos?
- Soy tu hermano, si no es en mí ¿En quién?
Resoplé, puse los ojos en blanco y me di la vuelta para irme con mis amigos aunque no los visualizaba desde donde estaba.
- ¡Ah, Angie!- me giré a ver a mi hermano de nuevo.- Vi a Mauro por allá.
Señaló cerca de la zona VIP, miré a dónde se dirigía y seguí andando sin decirle nada.
Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, sino no me importaría saludarle. Pero ahora, sólo éramos unos antiguos conocidos.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora