12.

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- Cande, vení a abrirnos.
- ¿Pasó algo?
- Nada, el pelotudo este quiere ir al baño y estábamos por acá así que pensé en venir.
- Uh, bueno, dale.
Candela abrió la puerta mientras yo miraba la caja. No me esperaba encontrarme de vuelta a Mauro y sus amigos, aunque acá ya no estaban tanto los conocidos por la música, al menos no los de la otra noche.
- Hola, Angie.
- Hola.
Le saludé antes de pasar detrás de su hermana y delante de él, que no paraba de mantener su mirada fija en mí.
Seguí a Candela hasta la sala y dejé la caja en la mesa, descansando por fin de ella. Mientras, los demás pibes se acomodaban como si nada, como Mauro, que ya estaba encendiendo un cigarro o eso parecía por el olor.
Incómoda, recibí un mensaje al celular que me hizo desviar mi atención de tanta gente desconocida sin saber qué hacía yo acá.
Carlos el pelotudo de la facu❤️
Ché.
¿Pinta una cenita romántica en el Burguer?
Es joda lo de romántica.
No te ilusiones, jefa.
Sonreí mirando lo bobo que era hasta en mensajes y le contesté que sí, pero antes tenía que encargarme de una cosa de mis viejos, es decir, la maldita caja.
Levanté mi mirada y aunque esperaba encontrarme con los ojos de Candela, choqué con los suyos como si comenzáramos un desafío. Me incomodaba porque no sabía cómo sentirme mientras expulsaba el humo lentamente, pareciendo que evitaba sonreír mientras echaba levemente la cabeza hacia atrás.
- Bueno eh...yo ya me voy.- dije rápido, desviando mi mirada a Candela.
- ¿Ya?
- Sí, tengo que ir a un lugar ahora. Mañana me paso a por la caja.
- ¿Esa caja es de vos?- preguntó Mauro y asentí.- Bueno, él tiene un auto, te llevamos a casa y listo.
- No hace falta, mañana me paso y...
- No, no, así podés llegar rápido a dónde tengas que ir. Está todo bien, tenemos que irnos igual nosotros.
- Está bien...
Lo conocía de hace tiempo, estar incómoda e insegura a su lado era algo sin sentido, así que acepté porque sabía que no pasaría nada malo a no ser que el conductor del auto estuviese demasiado drogado para seguir bien el camino. Pero, todos parecían estar bien.
Segundos después, su amigo volvió a donde estábamos y todos se levantaron. Me despedí de Candela con un abrazo y agarré la caja para ir detrás de Mauro al auto que decía.
Dos amigos ya estaban sentados en la parte de delante y sólo faltábamos tres para entrar. Al final acabé en una de las puertas, con Mauro entre el amigo y yo.
La caja descansaba en mis piernas y fue Mauro quién le dijo a su amigo la dirección mientras yo mantenía mi mirada en la ventanilla, sin pensar en nada, tan sólo esperando a llegar para dejar todo e irme con Carlos.
- ¿Y qué hay allá?- preguntó Mauro mirando la caja. Yo desvié la mirada de la ventanilla a él por fin.
- Cosas que guardaba en la casa de mis viejos.
- ¿Vivís sola?
- Deberías saberlo ya, vos me llevaste borracha a casa.
- Bueno sí, pero pensé que vivías con alguno de tus hermanos.
- Me independicé por fin.
Asintió lentamente y sonrió sin más, probablemente sin saber cómo seguir la conversación. Minutos después, ya estábamos en mi casa.
- ¿Necesitás ayuda con eso?
- No, todo bien, gracias igual.
Le dije a la vez que abría la puerta y salía hacia fuera agarrando la caja con una mano. Pero, mi orgullo parecía ser demasiado grande para darme cuenta que en cuanto me intentase levantar la caja caería.
Sonreí lo más inocente que pude a Mauro mientras uno de sus amigos reía por la situación. Él chasqueó su lengua y salió detrás de mí sonriendo. Agarró la caja y la levantó como si nada. Parece que sólo a mí me molestaban los libros de la carrera de derecho que guardé allá por falta de espacio en la casa nueva.
Fui a su lado hasta la puerta de mi casa y la abrí para esperar que luego me diese la caja. Pero en vez de eso, pasó como si nada hasta darse cuenta que yo no le seguía detrás.
- ¿Qué pasó?
- No hace falta que me acompañes hasta dentro eh.
- Bueno, así recuerdo viejos momentos.- sonrió y puse los ojos en blanco.- Tomá, pero si se vuelve a caer ya sabes de quién es la culpa.
- No sé caerá, te lo aseguro.
Sonrió de vuelta y fue hacia mí para dejarme la caja en las manos. Pasé por su lado y fui a la sala para dejarla ahí, al girarme, me encontré con su mirada desde la puerta del salón, encendiéndose lo que ahora sí parecía un porro.
- ¿Querés?- preguntó con él aún en la boca.
- Ya no.- respondí y levantó las cejas, sorprendido supongo al saber que en algún momento la amiga de su hermana menor había fumado lo que él ahora.
- Bueno, todo piola, eh.- levantó sus manos y sonreí, acercándome de nuevo a él.
- Gracias por traerme otra vez, pero ya podés irte.
- Bueno, yo pensaba quedarme acá a conocer al pibe con el que te veías.
- ¿De qué pibe hablás?- pregunté confundida y él sonrió después de echar todo el humo de su última calada.
- El del mensaje, sonreíste.
- Bueno, era un amigo, nada que ver.
- Está bien, está bien, yo me voy si no viene nadie entonces.
- Nadie viene porque no hay nadie, gil.
- Entonces me voy.
- Sí.
- ¿Me voy?
- Mauro.
Rió y algo se activó dentro de mí, aunque no sabía qué. Me sorprendió volver a oírle reír estando consciente, era como volver a nuestras jodas de adolescentes.
- Me voy, me voy.
Se despegó del marco de la puerta y se giró para comenzar andar hacia fuera. Le seguí hasta la entrada y allá le vi caminar poco a poco hacia sus amigos.
- Cualquier cosa, llámame eh.
Se giró a decirme eso a la vez que me hacía el signo de la llamada con una de sus manos y yo asentí, sonriendo mientras él seguía caminando marcha atrás hasta llegar al auto de sus amigos e irse.
Bueno, ahora a cenar al Burguer sin intentar que me diese algún paro cardíaco de tanto pensar que había vuelto a verle y hablar sin alcohol de por medio con uno de mis amigos de la adolescencia y en general al que más quise en ese tiempo.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora