Me aburría, recién acababa de salir de la facultad porque sentía que a la siguiente clase acabaría durmiendome.
Pero, no podía irme de acá porque el colectivo no pasaba hasta que terminase la clase, como de costumbre, y ya no tenía a nadie que me llevase a casa. Así que, estaba sentada con la mochila al lado y pensando quién podría ayudarme.
El único amigo que me podía ayudar porque ya no laburaba era Juan, pero estaba segura que estaría durmiendo ahora que estaba solo en su casa hasta la hora de comer.
Por un momento, la idea que se me pasó me pareció buena, pero no fue hasta que le llamé que quise colgar y simplemente esperar a que fuera el momento para irme en el colectivo.
- ¿Angie?
- Hola, necesito ayuda.
- Me llamaste al final.
- Pero no para eso, pelotudo.
- Esperá, ¿No se supone que tenés que estar estudiando como una chica buena?
- Se supone, pero estaba a punto de dormirme en las sillas más incómodas del mundo. Necesito un auto.
- Yo no sé manejar.
- Pero seguro que algún amigo tuyo sí, dale, Mauro, necesito un auto para irme a casa.
- ¿No está por allá Carlos?
- Que gracioso, no, no está ni él ni el colectivo.
- Igual si andás llegas pronto.
- Está bien, chao.
- Dale, An...- pero terminé la llamada, dejando el teléfono al lado, molesta. Entonces, me volvió a llamar.
- ¿Dónde está la facultad?
- Te mando ubicación.
Y terminó él ahora la llamada. Suspiré a la vez que abría su chat para pasarle la ubicación y esperar a que viese a alguien conocido llamarme para salvarme del frío.
En la espera, decidí ponerme los audífonos y ver mis redes mientras el tiempo pasaba. De repente, alguien me quitó el teléfono y al levantar la mirada, él me estaba quitando la música.
- Buena opción.- sonrió enseñándome la canción que estaba puesta. Hit boy.
- Estaba en aleatorio.- dije levantándome.- No te confíes.
- Bueno, dale, nos esperan.
- Está bien.
Él comenzó a andar como si nada, dándole una calada a su cigarro casi acabado. Fui detrás de él hasta un auto donde uno de sus amigos me saludó.
Mauro se fue al asiento del copiloto y yo dejé mi mochila a mi lado en la parte de atrás.
Le dije la dirección y luego volvieron a poner la música para ir con ella a todo volumen por todo el camino hasta llegar a mi casa. Salí con la mochila colgando de un hombro.
- Chao.
Y se despidieron sin más, sólo con su sonrisa. Al entrar en mi casa, fui directamente a la cocina, dejando la mochila tirada en el suelo de la entrada.
Luego, fui a comer y al acabar, me tumbé en el sofá para descansar hasta que la alarma de mi celular me avisase de que tenia que estudiar.
Cuando me desperté, fui a mi habitación, aunque al final también acabé durmiendome allá con el libro abierto.
Sólo la puerta me logró despertar. Dejé mis cosas y fui a ver quién era, encontrándome a mi primo, que entró sin invitación.
- ¿Cómo está mi prima favorita?
- ¿Favorita?- pregunté sonriendo viendo como él se sentaba en el sofá.
- Claro, favorita.
- Perdón, tío, es que ostia se me había olvidado de que eras también mi primo favorito, tío.- imité su acento español sentándome a su lado y él frunció el ceño.
- Pelotuda.
- No te sale igual.
- Habló.
- Bueno, ¿Qué hacés acá?
- Nada, vine de viaje con mis abue...
- Manuel, no acá en Argentina, en mi casa.
- No tenía nada para hacer.
- Y venís a molestarme mientras estudiaba.
- ¿Estudiabas?
- No, pero podría haber estado estudiando cuando llamaste a la puerta.- rió y negó con la cabeza.
- Oye, ¿Es cierto que conoces a Duki?
- Ah sí, pero más a su hermana.
- Mirala, se codea con famosos.
- Bueno, andá a casa con Santino.
- Se fue con su novia.
- ¿Novia?
- Eso creo.
- ¿Dónde?
- No sé, ¿Qué quieres? ¿Espiar?
- ¿Vos sabés las veces que me espió a mí?
Rió y negó con la cabeza. Llamé a José, que se asustó como yo cuando le vi a él llamarme. Definitivamente, hacíamos demasiados drama en esta familia.
- ¿Sabés dónde está Santino?
- No voy a jugar a tus juegos malvados.
- Dale, sólo decime dónde.
- En casa, vaya pregunta.
- Listo, te amo, chao.
Terminé la llamada y pensé entonces en hacerle una broma a mi hermano. Agarré plata y llamé a un Uber que nos llevase a casa de mi hermano. Avisé a mi primo de que íbamos a llamar a su puerta y luego correr como locos para que no nos viese. Un mal plan.
- Angie, ¿No eres muy mayor para esto?
- Decile a él, más grande que yo y me hace lo mismo o entra en mi casa directamente.
Rió y llamé fuerte a la puerta, corriendo luego con mi primo. Le oí llamarme a gritos y al mirar hacia atrás le vi tantas intenciones de venir a por mí que acabé por tirarme a la espalda de Manuel. Con torpeza me agarró para correr conmigo subida a su espalda como unos tarados sin rumbo fijo.
Llegamos a una plaza después de una gran carrera y ya allá me bajó, riendo sentados en un banco mientras la gente nos miraban raro por reírnos tan alto.
- Buenardo.- dijo y le miré.- ¿Qué?
- ¿Ves al Coscu?
- A veces.
- También le conozco.- dije con orgullo y él rió.
- Se te subió la fama.
Reímos y allá sentados comenzamos a hablar de nuestras vidas hasta que se hizo tarde. Cuando íbamos a mi casa a cenar, comenzó a llover tanto que volvimos a correr por Buenos Aires.
Entramos a mi casa y él se fue a pedir una pizza en el salón mientras que yo me cambiaba de ropa, llevándole una toalla para que se secase. Cuando se la di, alguien llamó a la puerta. Miré a mi primo y después fui a ver quién llamaba mientras llovía. Al abrir, era el más inesperado.
- Me aburría.
- Está lloviendo.
- Lo sé.
- Te estás mojando.
- Lo sé.
- ¿Qué hacés acá?
- Te lo he dicho, me aburría y al venir acá, comenzó a llover.
- ¿Viniste andando?
- Y me estoy mojando.
- Ah, sí, perdón.- me hice a un lado y él sonrió levemente. En sus ojos noté que había fumado, pero lo ignoré.
- ¿Quién es?- se oyó desde el salón a mí primo y Mauro me miró.
- Pensaba que estabas sola.
- Bueno, es que vos siempre llegás a mí cuando estoy acompañada.
- No me lo puede creer.- miré él al girarse vio a mí primo con la toalla alrededor de su cuello, sonriendo mientras le miraba.- En mi vida pensé que te conocería.
- ¿Y vos sos?
- Manuel, el primo de Angie.
- El primo.- Mauro me miró y sonrió.- ¿Que hacían acá los dos?
- Nada, huir de la lluvia y parece que no somos los únicos, ¿Una foto?
Puse los ojos en blanco viendo cómo Mauro sonreía más y luego posaba para la foto que, como siempre, tuve que hacerle.
- Bueno, ¿Él cena con nosotros?- señaló a Mauro y sonrió.
- No sé.
- No tengo nada que hacer.
- Que raro.
- Toma, yo ya no la necesito.
Y sonriendo se fue de vuelta al salón después de dejarle su toalla a Mauro, que comenzó a pasársela rápido por su pelo, despeinandolo. Se veía demasiado bien así.
- ¿Qué?
- Nada, vamos, allá hay mantas.
Dije rápido, sin darme cuenta que me había quedado con mis ojos clavados en él. Sonrió y me siguió hasta el sofá. Se sentó al lado de mi primo y comenzaron a conocerse mientras que yo escuchaba y, como ocurrió con Juan, sólo añadía algún comentario a sus anécdotas.
En mitad de la conversación, volvieron a llamar a la puerta para que apareciese el pizzero que Mauro quiso pagar aunque yo me negase casi tirándome encima de él para evitar que fuera a pagar.
En la cena, siguieron hablando y yo saqué mi celular para ver Instagram hasta que mi hermano, Santino, me llamó.
- ¿Sí?
- ¿Está con vos el otro payaso?
- Epa, te equivocaste de circo vos eh.
- Dale, Angie, pelotuda, casi me interrumpis.
- Bueno, karma.
- ¿Está allá Manuel?
- Sí, ¿Qué pasa?
- Nada, Miguel va a por él.
- ¿Miguel?
- Sí, se supone que hoy habían quedado para salir a algún boliche.
- ¿Estamos hablando del mismo Miguel?
- Él no es como vos, él mañana no va a despertarse con una mina que no es su mujer.
- Que gracioso, creo que el payaso que buscas está en algún espejo, sólo tenés que mirar. Chao.
- Chao, pelotuda.
Terminé la llamada y avisé a Manuel de que Miguel iba a por él. El pobre ya sabía que mi hermano mayor estaría molesto porque odiaba que alguien llegase tarde.
Minutos después, como dijo Santino, Miguel me mandó un mensaje y Manuel se fue, dejándome a solas con Mauro. Vaya.
- ¿Y por qué me dijiste que viniste acá?- pregunté de repente.
- Me aburría y pensé en vos.
- Que lindo.
- Bueno, al menos pienso en vos.
- Como la canción eh.- sonrió y negó levemente, sacando lo necesario para comenzar a liarse un cigarro.- ¿Y por qué pensaste en mí?
- No sé, sólo me viniste a la cabeza. Había terminado de grabar, mi viejo me había dejado y nadie parecía contestar mis mensajes, así que pensé que estarías acá y vine.
- Y comenzó a llover.
- No es ningún problema, vine a verte a vos.- sonreí levemente pero rápido la borré por si se le ocurría hacer alguna broma.- Y vos me dejaste entrar.
- Soy una chica buena según vos, así que tengo que dejarte pasar.
- Que linda.- me imitó, levantando la mirada del cigarro.
- ¿Y no tenías ninguna mina más en quién pensar?- pregunté rápido, sin pensarlo. No fue hasta que lo dije que me arrepentí.
De respuesta, su silencio y su sonrisa antes de cerrar el cigarro sin antes no pasar su lengua por el papel con sus ojos fijos en mí. Me sobrepasaba esa escena en todos los sentidos.
- Se hace tarde, ¿No?- dijo, cambiando de tema a la vez que se prendía el cigarro.- Igual me debería de ir, seguro que algún pibe ya está disponible.
- Seguro.
Sin más, se levantó y yo también, yendo detrás de él. Abrió la puerta y vio que había dejado de llover. Se giró y sonrió de nuevo, sacando el humo de la última calada antes de pasarme el cigarro como solía hacer.
Lo tomé y fumé, luego se lo devolví echando también el humo. Nuestros ojos no se dejaban de mirar en un desafío que en unos segundos estaba segura que iba a perder si no se iba antes.
- Te llamaré si me vuelvo a aburrir.
- Y yo si me vuelvo a quedar sin vehículo.- asintió e inesperadamente, dio un paso que fue suficiente para tenerlo a centímetros.
- Y no, no hay ninguna piba más en la que piense, no como lo hago con vos.
Afirmó, casi en un susurro, acentuando su voz ronca. Noté como se había secado de repente mi garganta bajo su mirada, que lentamente bajo a mis labios pero que, como buen torturador, dejó pocos segundos, yéndose sin más.
Estaba a punto de volverme loca si no lo estaba ya.
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Piensa En Mí (Duki)
FanfictionAngie, hija de padres españoles, nació en Buenos Aires, Argentina. Desde pequeña, vivió en Almagro, siendo parte de una familia humilde junto a sus tres hermanos mayores. Con cinco años, mientras jugaba en el parque conoció a una niña en uno de los...