68.

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- ¿Y qué es Colta?
- Un boliche.
- ¿Colta no es lo que decís vos?
- También.- respondió Mauro sonriendo mientras fumaba, ignorando hasta ahora mi conversación con Claudia borracha.
Cuando fui a por mis amigos nos dividimos en los autos y ella se vino conmigo. Así que, ahora estaba en la parte de atrás de un auto con Mauro, separados por ella.
Llegamos al boliche y salimos, ayudando a Claudia mientras los demás caminaban hacia la entrada. Mauro me esperó unos segundos hasta asegurarse que iba detrás de él y luego nos llevó directamente a la zona VIP.
Allá había más gente famosa que conocía. Estaba Coscu, Zeko, un par de streamers más y otros como Cazzu, C.R.O, Ysy A, Neo, Marcianos, Homer, etc. Básicamente, toda la escena argentina estaba presente delante de mis ojos mientras ayudaba a Claudia a sentarse en algún lugar.
- Mirá con quién me encuentro otra vez
- Alejo.
- ¿Todo piola?
- Sí, sí, todo bien.- miré atrás de él para ver a Mauro riendo mientras hablaba con sus amigos.- No me llamaste ni nada.
- Siempre se me olvida, tenés que fijarte si estoy drogado o no.
- ¿Y ahora?
- Dudo que mañana me acuerde.
Sonreí y él aún más, pasándome su vaso que parecía no tener alcohol sorprendentemente. Mientras bebía, vi como en la entrada del VIP les dejaban pasar a mis amigos gracias a otro de Mauro que cuando les vio fue a ayudarles.
- Lindo esto.- dijo Nicolás mirando el lugar.
- Ché, ¿Tenés un porro?- Diana, siempre directa, miró sonriendo a Ysy, que por supuesto no dudó en pasarle el suyo.
- Al fin.- a nosotros se unió Mauro.- Angie, vení, te presento a los demás.
- Está bien, ¿Vosotros podréis vivir sin mí?
- Soy más mayor que vos, pelotuda, andá a conocerles.
Reí tras lo que respondió Juan y me fui junto a Mauro para que me presentase bien a los que sólo había visto alguna vez, como C.R.O, y a los que nunca había visto.
Acabé hablando con Cazzu y Neo, que me dejó su vaso porque yo aún no había ido a por uno. Mientras, Mauro se volvió a ir y de lejos veía a Alejo hablar con Diana mientras seguían compartiendo su porro.
Con el tiempo, Claudia y Matías se fueron porque la primera estaba ya a punto de caer cada vez que daba un paso. Y al final, sólo nos quedamos Juan, Diana y yo, que dejé a Cazzu y Neo para irme con Mauro y los streamers.
Con ellos, por supuesto, pude hablar de juegos porque con Santino era lo único que hacía cuando iba a su casa a dormir alguna noche.
- Diana se fue.- avisó Mauro pasando su brazo alrededor de mis hombros.- Con Alejo.
- ¿En serio?- sonrió y yo puse los ojos en blanco.- Estábamos hablando de tu juego favorito, el Lol.
- Bueno, entonces me quedo.
- ¿Le compraste el auto a Sandra o no?- pregunté haciéndole fruncir el ceño mientras sonreía divertida.
- ¿Ya se conocían por ese entonces?- preguntó Coscu.
- Sí, desde que era pequeña le conocía.
- ¿Y por qué nunca me la presentaste?
- Era amiga de mi hermana, no mía, yo sólo me quedaba con ellas a veces.
- Las noches que iba a su casa nos quedábamos solos mirando alguna película que ponían en el televisor porque los demás ya se habían ido a dormir.
- Siempre hijo de la noche.
Sonreí mientras Coscu reía y luego siguieron hablando ellos, oyendoles solo sin decir nada, sólo tomar del vaso que ya había rellenado con otra bebida.
Juan también me avisó que se iba y al final me quedé yo sola con ellos, hablando con C.R.O por dejar a Mauro con los otros. Parecían todos buenos pibes y pibas, no me importaría tenerles como amigos sino fuera porque yo no pertenecía a su mundo y lo único que me conectaba a él era Mauro.
Cuando el boliche ya iba a cerrar, fui al after con ellos porque no me quería ir.
Fuimos a una casa que desconocía y seguí hablando con ellos, más con Cazzu y alguna otra mina que había por allá. Hasta que mi teléfono sonó.
- ¿Quién es?
- Miguel, ¿Dónde estás?
- Eh...bueno, ¿Pasó algo?
- No, nada, me desvelé y pensé que estarías estudiando
- Mala mía.
- ¿Mañana vas a visitar a nuestros viejos?
- Supongo.
- Bueno, entonces te dejo que sigas escabiando.
- Chao.
- Chao, no tomes mucho.
Sonreí oyendo como él mismo se contradecía y terminamos la extraña llamada.
- ¿Todo pretty?- preguntó Mauro sentándose a mi lado intentando hacerse un porro.
- Todo piola, era mi hermano.
- ¿Cuál de todos?- preguntó sonriendo, levantando su mirada un segundo.
- El más mayor.
- No sé porque te cae mal.
- No me cae mal, sólo que a veces es insoportable.
- Parece un buen pibe.
- ¿Ya conoce a tu familia?- preguntó de repente Cazzu.
- Sí, cena que hay, cena que va.
- ¿Sabés que su abuela es fan mío?- preguntó sonriendo otra vez.
- No es fan tuyo, un nieto de su amiga es fan.
- Bueno, pero se re emocionó cuando supo que su nieta tenía un amigo famoso. Aunque para ella éramos novios.
Cazzu rió y volvió a dejarnos solos en nuestra conversación. Entonces recordé aquella cena y todo el quilombo que se formó con Carlos.
- ¿Te dije ya que vi a Carlos?
- Sí, el mismo día, comimos juntos.
- Se me hace raro verle en clase.
- Olvídate ya de ese pibe, no te merecía.
- Vos bien que me decías que tenía que estar con él.
- Porque así te cansabas e ibas conmigo.- afirmó levantando su mirada a la vez que pasaba su lengua por el papel de liar para acabar por formar el porro.
- Sos listo eh.
- Sé jugar mis cartas también.
Sonrió y puso el porro entre sus labios. Cuando sacó el encendedor se lo quité de las manos para agarrar un cigarro que tenía y encendermelo con su mirada fija en mí.
Di una lenta calada también teniendo mis ojos en él y luego le acerqué el encendedor para prender su porro. Sonrió levemente y también le dio una calada, sacando el humo a la vez que este entraba por su nariz lentamente.
Yo también sonreí y sin saber muy bien que hacer, sólo volviéndome a dejar llevar por sus ojos que siempre me hechizaban, bebí el vaso que hasta ahora estaba colgando de mi mano, apoyando el codo en mis piernas cruzadas. Dejé el vaso vacío en la mesa que había delante nuestra y me acerqué rápido para besarle antes de que volviese a dar otra calada.
Él sonrió en mitad del beso y puso sus manos entre los lados de mi cuello y mi cara, acariciándola con el pulgar.
- ¿Y si nos vamos de acá?
Susurró separándose unos segundos y sonreí mirando sus labios antes de subir la mirada. Asentí lentamente y nos levantamos para irnos sin despedirnos.
Subimos a un taxi y atrás intentamos aguantarnos hasta acabar por seguir besándonos a minutos de llegar a su casa. Bajamos con las manos unidas, pagó al conductor y luego fue directo a mis labios, caminando juntos hasta que mi espalda chocó con la puerta de su casa.
Con torpeza buscó la llave y abrió la puerta para seguir caminando hacia su habitación, cerrándola detrás de nosotros. Cuando llegamos, primero dejé el cigarro que no había parado de tener y lo mismo con su porro antes de darle la vuelta para acabar sentandolo antes de que yo hiciese lo mismo en sus piernas.
Me separé a buscar aire, mordiendo su labio inferior levemente, y segundos después, cuando me quité el top, volvimos a besarnos en la scuridad de la noche.
Sonrió mirándome, tan sólo siendo iluminado levemente por las luces que se dejaban ver por la ventana. Fue pasando sus manos por mi cuerpo hasta atreverse a quitarme la parte de arriba finalmente, dando luego la vuelta para acabar él arriba.
Mis manos fueron rápido hacia abajo para quitarle la chomba, dejándole las cadenas que se rozaban con mi piel, colgando de su cuello. Seguimos besándonos hasta que de nuevo decidió separarse para formar un camino de besos desde mi cuello a la cintura.
Me quitó el pantalón y volvió por el mismo camino para dejar que fuesen sus manos las que bajarán a la vez que las mías por su espalda, acabando por quitarle el pantalón.
Siguió con los besos, girando para dejarle ahora yo algunos en el cuello junto a leves mordiscos.
Volvió a ponerse arriba para acabar por desnudarme rápido antes de que yo hiciese lo mismo buscando el aire que ya comenzaba a faltarme entre los besos y sus caricias.
Segundos después que padecieron minutos, entre beso y beso, acabé por enredar mis piernas alrededor de su cintura para que estuviésemos más pegados antes de que comenzase con un ritmo lento y suave, sin parar de besarnos hasta que se hizo imposible.
El ritmo aceleró, nuestras respiraciones también y como aquella noche que me quedé a dormir, se llenó la habitación de sus suspiros, de los gemidos, de mis leves gritos mientras nuestros cuerpos sudaban a la vez que él seguía aumentando el ritmo y yo le seguía con mi cadera.
Enredé mis dedos en su pelo hasta bajarlos por su espalda y hundirlos ahí para aguantar llamarle en la oscuridad, intentando no hacerle mucho daño. Él prefería aferrarse al colchón como hacía habitualmente, mordiendo mis labios levemente o el cuello siempre que podía.
Intercambiaba el ritmo entre rápido y lento hasta que se hizo difícil no seguir. Cuando mi cuerpo se comenzaba a tensar, avisándome, enredé aún más mis piernas en él y pegué mi cuerpo hasta que comenzó a temblar por la corriente eléctrica que pasaba por todos mis nervios, quitándome de golpe todo el aire que buscaba echando mi cabeza hacia atrás, arqueando mi espalda levemente sin separarme de él.
Segundos después, cuando aún no había encontrado el aire ni mi cuerpo se había relajado todavía, él apretó sus manos en el colchón, soltando el último suspiro o más bien resoplido antes de caer a mi lado.
Le miré con todo el pelo revuelto y suspirando sin aire, como yo. Sus manos subían y bajaban arriba de su pecho y yo echaba mi pelo hacia atrás, sonriendo como boba porque no podía haber mejor forma de terminar la noche.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora