4.

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Desperté un día más para volver a la facultad a entregar todos los trabajos que nos habían mandado para hoy.
Suspiré y me levanté de la cama, yendo a la cocina para desayunar rápido antes de subir, vestirme e irme a esperar el colectivo a falta de alguna señal de Juan.
Fui junto a más gente que después se esparcía por todo el lugar mientras que yo caminaba directa a la puerta.
Como siempre, saludé a los que conocía y entré en la sala con una compañera que me preguntaba por uno de los trabajos.
Nos sentamos y esperamos hablando entre nosotros al profesor, aunque yo prefería sacar el celular y hablar con Nicolás, el primero en despertarse de mi grupo de amigos.
Al oír la puerta, lo escondí rápido y lentamente lo fui guardando en la mochila mientras saludábamos al profesor que, en cuanto soltó su maletín en la mesa, pidió los trabajos.
Lo saqué de la mochila y se lo pasé a uno de mis compañeras más cerca a él para que se lo diese, después, una vez tenía todos, comenzó la clase como si nada.
No tardé mucho en acabar con los dos codos apoyados en la mesa y yo en ellos, agotada de oírle y con ganas de dormirme.
Por suerte, terminó la clase justo cuando estaba a punto de rendirme y dejar que mis ojos se cerrasen. Agarré mis cosas y pasándome el celular al bolsillo del buzo salí para seguir hablando por el de camino a la siguiente clase.
- Deberías tomar café antes de venir.- levanté mi mirada al oír a alguien cerca para encontrarme con su mirada.
Era alto, no más que yo, moreno y de ojos verdes. Tenía la piel un poco más tostada que yo y me sonreía con diversión así que sí, supongo que se refería a mí.
- ¿Perdón?
- Casi te dormís en la clase.
- Bueno, ¿Y qué? Es aburrido, no es mi culpa.
- Si vos lo decís.- volvió a sonreírme y yo levanté una ceja, confundida, a la vez que guardaba el teléfono de vuelta al bolsillo.
- ¿Y a vos qué?
- Nada, sólo era un consejo nada más.
Sin darme cuenta, habíamos llegado ya a dónde era la clase así que al no seguir hacia delante y esperar a que pasara, supuse que estaba también en esta. Le ignoré y seguí caminando buscando un sitio donde quedarme. Cuando lo encontré y me senté, me di cuenta que él estaba detrás de mí.
- Soy Carlos, por cierto.- dijo, aunque no le mirase.
- Angie.
Respondí sin más, abriendo mi mochila para sacar las cosas. Al tenerle cerca, no me relajé en ningún momento por no darle el gusto de volver a hablarme por mí falta de descanso. ¿Quién se pensaba?
Después de aquella clase hizo lo que pensé y al no tener ningún tema más del que hablar me ignoró y yo seguí con mi vida tranquila, hablando con mis amigos cuando podía hasta que las clases se acabaran.
Salí por la puerta principal colocándome la mochila en mis hombros, sabiendo que si no estudiaba en casa tendría que volver acá más seguido para encerrarme en su biblioteca.
Me olvidé de todo eso y pensé en la próxima joda, en dos días volveríamos a salir y aunque dije que no bebería, todos sabíamos que sí, así que estaba deseando que los días siguientes pasasen rápido para divertirme de vuelta.
- Angie.
Oí mi nombre y me giré, encontrándome a ese tal Carlos sonriéndome de nuevo con sus manos en los bolsillos de su pantalón vaquero, colgando de un solo hombro su mochila.
- ¿Qué?
- No, nada, te vi y te saludé.
- ¿Tenés amigos acá?- pregunté viendo cómo se ponía a mi lado y caminábamos juntos sin tener la más mínima intención de eso.
- Sí, pero estudian otra carrera así que...estoy solito.
Desvió su mirada del frente a mí y sonrió, haciéndome asentir lentamente para retener esa información. Aún seguía algo dormida, pero por suerte estaba ya por llegar a la parada del colectivo y volvería rápido a casa para dormir las horas que no hago de noche.
- ¿No tenés auto?- preguntó viendo cómo frenaba lentamente el ritmo.
- No, sólo espero a que llegue el colectivo y...
- Te puedo llevar si querés.
- No hace falta, además, sos casi un desconocido.
- Ya te dije mi nombre.
- ¿Y? Igual me asesinas en tu auto.- sonrió y miró para todos lados.
- Bueno, acá hay demasiados testigos, ¿No? Mal por mí porque a los dos días estaría detenido como sospechoso.
- Se te da bien eh.
- Para eso estoy acá, no para dormirme.- sonrió y yo fruncí el ceño. Me acababa de conocer y ya se tomaba las mismas confianzas que mis amigos.
- Golpe bajo eh, para ser un pibe que no conozco.
- Ya te dije, me llamo Carlos, tengo 22 años y aunque estudie acá soy de Córdoba.
- ¿Sos cordobés?- asintió y apreté mis labios pensando.- Me caen mal los cordobeses.
- ¿Algún problema con ellos?
- Bueno, mi ex era cordobés así que no os tengo mucha confianza.
- ¿No dijiste que no me conocías? ¿Como no me vas a tener confianzar sólo por ser cordobés?- preguntó sonriendo y paré en el sitio, ya estábamos en la parada junto a más gente.
- Touché.
- Dale, si te llevo en el auto llegarás antes a casa.
- ¿Y por qué iba a querer yo eso?
- Porque así dormís antes que esperando un colectivo donde a demás tenés que gastar plata.
Me quedé pensando unos segundos mientras iba hablando para darme cuenta que tenía razón. Si iba con él y me aprovechaba no gastaba plata y llegaba antes.
- Está bien, pero te digo que sé defenderme eh.
- Confía en este cordobés al menos.
Sonrió de nuevo y comenzamos a andar hasta llegar a su auto. No era gran cosa y tampoco es que me importase.
Nos subimos y no tardó mucho en manejar hasta la dirección que le di, yendo en silencio con tan sólo la radio sonando. Por lo que oía, por suerte, no era como mi hermano Santino y le gustaba el rock a todo volumen, sino que iba más por la música latina.
- Está bien, no me has matado en el auto, pero te sabes dónde vivo ahora.
- Buscate un perro que te defienda entonces.- dijo sonriendo mientras frenaba el auto lentamente.
- Ya, muy caro, creo que prefiero dormir con mi bate de béisbol debajo de la cama.
- Eso está bien también.- terminó de aparcar y me miró.- Un placer, Angie.
- Igualmente, Carlos, si mañana me volvés a hablar te voy a utilizar como taxista. Quién avisa no es traidor.
- No me importa, así mientras voy haciéndome un plan para secuestrarte.
- Me parece bien, te estaré esperando, cordobés.
Sonrió de nuevo y abrí por fin la puerta para salir rápido. Me despedí con la mano mirando por la ventanilla y fui a la puerta para abrir lo más rápido que podía. Bueno, al menos ahora me ahorraba gastar plata en el colectivo.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora