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- ¿Y?
- Que no quiero que te vea.
- ¿Pero por qué? Si no somos nada más que viejos conocidos.- sonrió pero yo le miré seria.
- Dale, no quiero que te vea, además rompe las bolas todos los días queriendo conocerte y...
- Entonces haz su sueño realidad.- se levantó del sofá y se acercó a mí.- Solo querés su felicidad, ¿No?
Sonrió y yo chasqueé la lengua mientras de fondo sonaba de nuevo la puerta. Miré la entrada y luego de nuevo a él antes de pasar mis dedos por su pelo para peinarlo y que no parezca que había dormido acá por si la imaginación de Carlos quería funcionar hoy que realmente no había pasado nada. Terminé de peinarle bajo su sonrisa y sus ojos fijos en los míos y me di la vuelta para abrir, notando que venía detrás de mí. Respiré tranquila porque no creía que pensara algo que no es y abrí, finalmente, la puerta.
- An...gie.- sus ojos fueron de mi hacia él, sonriendo de inmediato.- No lo puedo creer.
- Buen día.- él sonrió y yo fruncí el ceño mirándole.
- ¿Cómo no me dijiste que estaba Duki en tu casa?
- ¿Por qué decidiste dejar de hablarme?
- Porque vos me dejaste solo y hambriento.- me miró molesto pero luego volvió sus ojos a Mauro y sonrió de nuevo.- ¿Me puedo hacer una foto?
- Sí, dale, Angie hacela vos.
Le miré atónita mientras Carlos sacaba su celular ajeno a la sonrisa burlona de Mauro, que parecía divertirse bastante con esta situación.
- Dale, hacela bien eh.
Carlos sonrió dejando como si nada su teléfono en mi mano y yo les miré con el ceño fruncido mientras la cámara enfocaba. Hice la foto y le devolví el teléfono a Carlos.
- Gracias, gracias de verdad.
- Dale las gracias a Angie, ella nos hizo conocernos.- Mauro volvió a mirarme y yo intenté no mostrarme realmente molesta sabiendo cómo se divertía.
- Sí, ya, bueno, ya te podés ir.
- ¿Yo?
- Obvio, si él vino acá es para hablar cosas personales e importantes.
- ¿Cómo vas a decirle eso al Duko? Él se queda.
- ¿Me estás cargando?
- Dale, Angie, pocas veces conozco a un famoso, déjame hablar más con él.
- Son los dos unos pelotudos....me rindo.
Levanté las manos y me di la vuelta para irme al salón de vuelta y seguir desayunando mientras ellos dos pasaban adentro hablando. Mi vida se había convertido en el surrealismo puro.
- ¿Y que hacés acá?
- Vine a verla.
- No me dijiste que te hablabas otra vez con él.
- Estuvo en la joda de hace días y bueno, volvimos a hablar.
- Ayer hasta cené en su casa, como cuando éramos unos pibitos.
- ¿Así? ¿Y cómo están mis suegros?- Carlos me miró sonriendo y yo levantó una ceja, ¿Suegros desde cuándo?- Soy su favorito de todos sus parejas, dicen que por fin encontró un buen pibe para el desastre que es.
- Mirá vos.- Mauro me miró y yo sólo sentía que necesitaba huir de esta lucha de testosterona.
- Bueno, ¿Cambiamos de tema?
Carlos rápidamente le comenzó a preguntar cosas, volviendo a ignorar ahora las miradas y sonrisas que Mauro me dedicaba mientras yo terminaba mi desayuno, haciéndome saber una vez más que se estaba divirtiendo con esta situación aunque yo no parecía compartir su sentimiento.
Les dejé de nuevo hablando en el salón y fui a lavar los platos antes de subir de nuevo a mi habitación para al fin levantar la persiana de nuevo.
- ¡Angie! ¡Duki ya se va!
- Voy.
Dije sin ganas y salí de mi habitación para ir a la entrada, donde ellos me esperaban con la puerta abierta.
- ¿Cómo te vas?
- Vienen unos amigos.
- Bueno, a ver si te sigo viendo por acá.- Carlos le estiró la mano y pude ver como él estuvo a punto de reírse delante de él. Oh dios.
- Espero venir más seguido, sí.
Mauro le miró, le dio la mano y después me miró a mí cuando se saludaban antes de agarrar un cigarro de su riñonera y llevárselo a la boca. Lo que daría por eso...
Carlos cerró por fin la puerta pero aquello me había hecho sentir la necesidad realmente de fumar después de tanto tiempo.
Cuando Carlos fue a la sala, yo abrí la puerta y fui lo más rápido que pude detrás de Mauro mientras un auto aparecía por la avenida.
- Mauro.
- ¿Ya me extrañas?- preguntó dando una calada al cigarro a la vez que se daba la vuelta.
- Lo necesito.
- ¿El qué? ¿A mí?
- No, pelotudo, necesito un cigarro.
- ¿Es una joda?
- Ojalá, pero acá nadie me deja comprar y...por favor.- sonreí como una nena pequeña y él rió.
- Es lo que tiene elegir al pibe bueno.
Dijo mientras comenzaba a liar uno nuevo, ya que por desgracia no era como yo y no los compraba ya hechos.
Quizás dos minutos después, con sus amigos esperandole en el auto y Carlos a mí en la casa, me dio el cigarro.
- Si necesitas otro llámame.
- Lo haré.
Sonrió y fumó del suyo, dándose otra vez la vuelta para irse. Yo me escondí el que me dio en la mano y volví a mi casa oyendo como el auto se iba.
Entré y sin decir nada fui a mi habitación para guardarlo en el cajón de mi mesilla y volver sin el al salón.
- Carlos.
- Bueno...ya solos.
- Vos preferías que no.
- Era Duki, ¿Entendés?
- Ya...¿Y qué hacés acá?
- Ver si todo está bien.
- Vos sabrás, yo no me enojé.
- Ya...fui un poco pelotudo.
- No, está bien, no tenía que quedarme dormida pero se me olvidó. Fue mi culpa.
- Y mía por enojarme por eso.
- Entonces de los dos.- sonreí y él hizo lo mismo.- Pero, ¿Todo bien?
- Obvio, ¿Qué haría yo sin vos?
Sonreí de nuevo antes de que me volviese a besar después de un tiempo.
Se quedó toda la mañana en casa hasta decidir irse a comer a la suya para dejarme sola y por fin poder fumarme el cigarro.
Me tumbé en mi cama, abrí la ventana para no llenar la habitación de humo y lo prendí boca arriba, mirando el techo sin pensar mucho, sólo recordando. Exactamente sólo los recuerdos que guardaba y compartía con Mauro.
Hasta que, mientras echaba el humo de mi última calada, el teléfono vibró en mi cama. Yo lo agarré y miré quién era.
Mauro😉
¿Aún no necesitas otro?
Sonreí viendo cómo parecía que al fin había una relación, que no era sexual, entre nosotros.

Aún no.

Pero pronto.

Bueno.
Acá espero entonces.

Okey, mi narcotraficante.

Al menos soy algo tuyo.
Puse los ojos en blanco, apostando porque él ahora mismo estaría riéndose. Pelotudo

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora