24.

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- Uh wacho, estoy re nerviosa.
- Dale, dejá de fumar.
- ¿Vos sabés lo que significa esto para mí? Además, llevo sin fumar días, dame un respiro.
- Pero es malo.
- ¿Y? Me calma.
Carlos chasqueó su lengua y yo le di una calada al cigarro casi acabado que tenía en mis temblorosas manos. En unos minutos, tendríamos un examen que aunque haya estudiado, sabía que no respondería nada.
- Angie, todo estará bien, vos sólo recuerda nuestras clases.
- ¿Antes o después de ponernos a ver películas?
- Cuando estudiábamos, gil.
Resoplé y eché mi pelo hacia atrás. De repente, avisaron que ya podíamos ir a hacer el examen y la gente comenzó a moverse y dejar de repasar las lecciones.
Miré nerviosa a Carlos y le di la última calada al cigarro antes de tirarlo, pisarlo y abrazarle. En momentos así me calmaba.
- Vamos, Angie, vas a aprobar, te lo juro.
- Eso espero.
Susurré aferrándome a él antes de separarnos y caminar juntos. Llevaba demasiado tiempo estudiando para ahora suspender y si lo hacía, sería completamente un fracaso por mi parte que me hacía más complicada la carrera.
Nos sentamos y cuando el profesor decidió comenzamos a escribir en los exámenes que ya habían sobre las mesas.
Empecé rápido, respondiendo las que me sabía primero y después las dudosas.
Cuando me ponía demasiado nerviosas, miraba a Carlos. Él solo tardaba segundos en devolverme la mirada junto una sonrisa que intentaba tranquilizarme.
Un par de suspiros y seguía escribiendo sin mirar el tiempo porque sino sí que me volvería loca. Hasta que, cuando ya sólo me quedaba una frase por terminar, el profesor comenzó a pasarse a por los exámenes.
Escribí rápido, casi ni se entendía nada, y se lo di al llegar a mi lugar. Le sonreí levemente y él pasó de largo sin más. Suspiré de nuevo y miré a mi amigo, que estaba guardando sus cosas como si nada. Maldito listo.
Me levanté rápido, agarrando las cosas para irme lo antes posible de allá. Por suerte no habría más horas en esta facultad por hoy.
- Ché, ¿Qué tal?- preguntó Carlos alcanzándome mientras se colocaba mejor su campera.
- No lo sé, he olvidado todo.
- ¿En el examen?- preguntó asustado y negué, dejando que suspirase.
- Ya no sé ni qué he hecho.
- Bueno, dale, vamos a comer por ahí.
Pasó su brazo por mis hombros para acercarme a él y besar mi cabeza antes de caminar juntos hacia su auto.
Puse la música alto y agarré mi celular en cuanto pude, recordando que tenía mensajes sin contestar.
¿Mauro y yo? Después de aquello no hablamos más. Le respondí que Carlos era una buena compañía y decidió dejar ahí nuestras conversaciones, las que él primero buscaba para luego cambiar de opinión.
Pero, sí tenía mensajes de su hermana, que me preguntaba para vernos hoy. Acepté, ya que no tenía que estudiar por ahora o al menos algo tan complicado como el examen de hoy. Después, hablé con mi hermano, Santino, y acabé por guardar el celular de vuelta para bailar y cantar con Carlos mientras íbamos al Burguer, como de costumbre.
- ¿Sabés que mi vieja tiene Instagram?
- ¿Así?- le respondí preguntándole mientras bajábamos del auto.
- Sí, y se pone a ver nuestras fotos. Cree que sos mi novia.
- Que linda.
Sonreí y él rió para caminar juntos en busca de nuestra comida. Después, cuando terminamos todos entre risas que casi nos ahogaban, se ofreció a llevarme a la casa de mis viejos. Aunque, lo que no sabíamos, era que Miguel iba a salir de allá a la vez que nosotros llegábamos.
- Ah mirá, por fin venís.
- Callate, pelotudo.- dije abriendo la puerta.- ¿Están los dos?
- Sí, ¿Y él?
- Carlos.- respondió él mismo bajando la ventanilla de su auto.- Un amigo.
- Ya...
- ¡Angélica!
Oí a mi madre desde dentro correr hacia la puerta abierta e ir a abrazarme lo más rápido que podía. Realmente le costaba no tenerme por acá, siempre estuvimos muy unidas.
- ¿Y quién es ese?
- Carlos, un...
- Vení, vení.
Mi madre, sin decir nada, dejó de abrazarme para ir a la puerta de Carlos y abrirla como si nada. Él sonrió y aceptó ir adentro de mi casa.
- Hola, viejo.
- Angélica.- me saludó sin dejar de mirar su televisor hasta que se dio cuenta que no estaba solo la familia.- ¿Y quién es ese?
- Carlos, un amigo de la nena.- dijo mi madre poniendo una mano en su hombro y otra en el mío.
- Antonio, su viejo.
Se colocó mejor sus pantalones y se levantó de su sillón para saludar con un agarre de manos a Carlos.
Se quedó allá hablando hasta que me di cuenta que tenía que ir a ver a Candela, así que le pedí que me llevara ahora a su casa y aceptó.
Nos despedimos y nos fuimos tal como vinimos, con la música a todo volumen.
Cuando llegamos, ahora sí, nos despedimos con un abrazo para dejarle ir por fin a su casa. Llamé a la puerta y a los segundos ya me estaban abriendo.
- ¿Y por qué no me dijiste que venía?- preguntó sin dejar de mirarme.
- Porque se supone que te ibas a ir hace media hora, gil.
- Dale, no discutan.
- Hola.- sonreí levemente después de oír a los hermanos y a su madre, Sandra, dentro de la casa.
Él chasqueó su lengua y me dejó pasar, sin dejar de mirarme. Fui a la sala sin necesidad de invitación y saludé a mi amiga y su madre.
- ¿Qué hacés vos acá?- preguntó mirándome mientras me sentaba a su lado en el sofá.
- Cande me dijo de venir, pero no me dijo que estaban en una reunión familiar.
- Oh no, coincidimos todos acá.
- ¿Y vos no llegás muy temprano?- preguntó Candela dejando de mirar su teléfono.
- Carlos me llevó en su auto.
- Oh, Carlos, ya.- sonrió y Mauro, sentado a mi lado derecho, dejándome entre él y su madre, resopló.
- ¿Y quién es Carlos?- preguntó Sandra.
- Un amigo de la facultad.
- De la facultad pero se van de joda y se pasan el día juntos.
- Un nuevo novio eh.
- No, no, sólo amigos.
- Uh, wacho, si siguen así me voy.
Mauro acabó con el tema de conversación levantando su mirada del teléfono a la vez que respondía así. No me importaba hablar de él, tampoco no hacerlo, así que cambiamos de tema rápido hasta que su Sandra quiso irse y con ella se fue Mauro.
- Que pelotudo que es.
- ¿Quién?
- Mauro, no me deja hablar de tu novio.
- No es mi novio.
- Sí, sí, ya sabemos tu cuento, "es de la facultad, es de la facultad", pero te gusta.
- No.
- ¿Te parece fachero?
- Eh... sí.
- ¿Gracioso?
- Obvio.
- ¿Baila bien?
- No.
- Uh, mal ahí. ¿Y te ayuda?
- En lo que puede.
- Nena, es para vos, dejá de hinchar las pelotas.
Reí y negué con la cabeza. Si supiera.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora