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Corrí con ellos dos detrás. A la vez, la gente se comenzaba a ir y mientras le buscaba con la mirada vi un grupo de personas yéndose lentamente. Entre ellos me encontré con Carlos intentando escaparse del agarre de sus amigos, tambaleando sin éxito.
Busqué entre toda la gente y segundos después, mis amigos se acercaron de nuevo a mí junto a los demás que habían salido del boliche. Entonces fue cuando le vi, ignorando a los demás para verle.
- Mauro.
Se estaba quitando las manos de su amigo del hombro a la vez que buscaba a alguien con la mirada, aún con la cara de bronca de antes. Hasta que me vio, entonces fue hacia mí también.
- ¿Estás bien?
- ¿Vos?
- Yo bien, él peor es él.- miró de nuevo hacia atrás y me di cuenta que me seguía buscando.- Si le veo le rompo todo.
- Mauro.
- ¿Vos estás bien?- preguntó ignorándome.
- Sí, estoy bien, no pasó nada.
- Podría haber pasado, Angie, ¿Que mierda hacés que no me llamás?
- ¿Te pensás que voy a saber que estás acá?
- No estaba acá, yo estaba en Colta, pero vinimos a por un amigo que no tenía auto. Me podías haber llamado igual, hubiera venido.
- No habría pasado nada.
- Porque estaba yo.
- No, porque no es tan valiente cómo piensa. Además, estaba borracho.
- Eso lo hace todo peor, pelotuda.
- Bueno, dale, tampoco necesito alguien de seguridad.
- Está bien, sólo me preocupaba, ¿De verdad qué bien?
- Sí, bien, estoy bien.
- ¿Por qué no respondías los mensajes? Candela estaba preocupada por vos.- por un momento pensé que él también, ya que no era sólo Candela la que me mandaba mensajes. Pero no.
- Porque no quería ver a nadie, no he ido a la facultad, nada.
- ¿Pero pasó algo? ¿Fue por él?
- Él me llamó en la cena.
- ¿Y por eso te fuiste? ¿Te lo dijo él? ¿Y qué hacían acá, vinieron juntos?
- No, no... básicamente me engañó y lo supe antes de ir a la cena, rompimos y me llamó para volver. Me pilló de sorpresa y no sé, hice mal en irme, lo sé, pero me agobié.
- Está bien, no te preocupes por aquello, a mí vieja no le importó.
- Da igual, hice mal, después de eso no salí de mi casa para nada.
- Pero ya estás bien, ¿No?- asentí y sonrió.- Eso parecía mientras peleabas con el otro pelotudo.
- Tampoco decía boludeces, tiene razón en que le engañé.
- Pero no lo sabe.
- Pero yo sí.
- Pero no parecía importante.
- Hasta que rompimos.
- ¿Ahora le querés?
- Siempre le quise, gil.- le di un golpe leve en el hombro y sonrió.- Sólo eran malos días.
- Si vos decís...
Puse los ojos en blanco y rió antes de abrazarme por sorpresa. Aún así, les había echado tanto de menos tanto a él como a su hermana que acepté el abrazo, devolviéndoselo con fuerza.
- Bueno dale, volvé a la joda.
- Ya no hay muchas ganas.
- Ese gil siempre te quita las ganas de todo, menos mal que ya no están.
- Sí, sí, no empieces a insultarle como siempre.
- No lo hago, sólo digo la posta.
- Bueno, volvé con tus amigos.
- ¿No querés venir?
- Estoy con los míos.
- En Colta está Candela.
- Decile entonces que mañana la veré.
- Bueno, está bien, vos sabrás, pero cuídate.
- Lo haré, gil, dejá de tratarme como una nena. Sólo tenés tres años más.
- No importa, sos pequeña para mí.
- Pequeña pero matona, recordá eso.
- Ya lo vi.- sonrió y miró a sus amigos.- Llámame si pasa algo.
- Lo haré.
- Y no ignores mis mensajes.
- No lo haré.
- Chao, nena.
Sonreí y él besó rápido mi mejilla antes de irse con sus amigos tranquilo, andando sin pensar ya en pegar a mi ex. Suspiré y busqué a mis amigos.
Me los encontré detrás de mí. Juan, Claudia y Diana intentaban disimular que nos estaban viendo mientras que Nicolás se encendía otro cigarro a la vez que Matías le daba una calada al suyo, mirando a otro lugar.
- ¿Qué miran?
- Nada, sólo lo buen amigos que son.
- Pensaba.
- En él.- dijo rápido Diana y la miré sonriendo pero con una ceja levantada
- ¿Qué?
- No, nada, volvamos adentro, ellos ya se fueron.
- Igual iba a volver, ningún gil va a volver a decirme que hacer.
- Esa es mi Angélica García.
Puse los ojos en blanco, Juan rió pasando su brazo alrededor de mis hombros y comenzando a andar de vuelta al boliche.
De nuevo, mientras caminábamos, le busqué con la mirada para verle subiendo a un auto, riendo mientras tenía lo que parecía un porro recién encendido.
Pero, al entrar ya dejé de verle para volver a beber hasta que mi riñón no dio a más y el club cerró. Juan se quedó a dormir en mi casa, en el sofá porque no quería subir las escaleras.
Me desperté cuando me acordé que no bajé las persianas de la ventana y la luz del día me daba justo en la cara. Resoplé y me cambié de ropa antes de bajar a la cocina a desayunar.
Al llegar, busqué a Juan para encontrarmelo aún dormido. Le dejé y fui a hacerme un simple café que compartiría con una pastilla para el dolor de cabeza. Luego, subí a ver si tenía algún mensaje, quizás de Santino o mis viejos. Después de todo, desde ayer me juré que no volvería a estar así por un pibe. Cuando dejé el teléfono en la cama y me di la vuelta para volver al salón a despertar a Juan, me llegó un mensaje.
Mauro.
Buen día.
Me pareció extraño que estuviera despierto ahora, así que le respondí antes de que me escribiese de nuevo.

¿Qué hacés despierto a esta hora?

¿Quién te dice que dormí?
La próxima vez que quieras divertirte en algún boliche llámame a mí.
No busque a ningún gato con ganas de pelear.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora