18.

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- Dale, dejen de romperme las bolas, yo ni me acuerdo de qué pasó.
- ¿Tenemos que explicarte ahora como se hace a ver si recuerdas algo?
- No, gracias, me sé bastante bien la lección, pelotudo.
- Dale, Angie, contanos cómo fue.
- ¿El qué? Ya les dije que no me acuerdo de nada.
- Algo te tenés que acordar.- dijo Nicolás apoyando sus codos en sus rodillas, echándose hacia delante.
- Nada, sólo de bailar con vosotros.
- ¿Y por qué no lo contaste? No me importa cómo fue, pero no confiaste en nosotros.
- Porque fue una gilada, Juan, no tiene  importancia.
- A ver, te acostás con el pibe que te gustaba de adolescente que además es hermano de tu amiga y que además, para sumar más cosas, es famoso en el mundo entero pero eh, no es importante, para nada.
- Vos le das la importancia, ¿Qué le voy a dar yo si no sé nada? Para mí fue como despertarme desnuda con él y ya.
- Y eso no es nada, ¿Verdad?
- Y bueno, que sé yo, no le vi nada y él a mí tampoco.
- Eso si no se acuerda él de lo que pasó esa noche.- respondió Claudia desde el sillón sin dejar de mirar su celular.
- No creo, me miró raro.
- Obvio que te va a mirar raro, sos la amiga de su infancia y seguís siendo la de su hermana.
- Menudo trauma eh.- dijo con ironía Matías.- Dale, dejen a la piba ya, no se acuerda y no le da importancia, normal que no nos dijera nada.
- ¿Y no hablaste con él después?- preguntó ahora Diana, ignorando a nuestro amigo que era el único que me apoyaba.
- No, ni él ni yo hemos hablado porque ¿De qué vamos a hablar?
- Ah, no sé, igual que te la met...
- Uh, pará, te pasaste.- dijo Matías tapándose los oídos, haciéndome sonreír.
- Dale, Angie, ¿Por qué nos tuvimos que enterar por tu hermano borracho y no por vos?
- Ya lo he dicho, no me parecía importante, ahora dejen de romperme las bolas y váyanse todos de mi casa, tengo que estudiar.
- Uy bueno, qué linda amiga eh.- dijo Nicolás levantándose.
- ¿Y qué quieren? Llegan como si nada antes de que vaya a estudiar y además tengo que enseñarle a mi hermano cómo guardar un secreto.
- ¡¿Viste?! ¡Dijiste que era un secreto!
- Juan, a veces me dan altas ganas de cagarte a trompadas, de verdad.
- Dale, te rompo todo.
- Pelotudo.
- Salame.
- Gato.
- Cuanto amor.
Dijo Diana levantándose también del sofá para ir junto a Nicolás a la entrada. Juan y yo nos intercambiamos miradas hasta que al fin él también accedió a ir detrás de nuestros otros amigos.
- Ché, si volvés a tener suerte, decilo eh.
- Es por los memes solo.
Nicolás sonrió tras lo que dijo Claudia, los dos mirándome mientras caminaban hacia atrás al auto de Juan. Puse los ojos en blanco y cerré la puerta.
Miré la hora y suspiré, se suponía que Carlos tenía que estar acá hace un cuarto de hora pero por primera vez me alegro de que alguien no haga caso a mis manías y llegue tarde.
Fui a mí habitación para terminar de agarrar mis cosas y llevarlas al salón, esperando mientras miraba el celular a mí amigo.
Minutos después, me levanté a abrirle la puerta y después nos fuimos juntos a hacernos unos mates antes de empezar.
Una hora más tarde, nos estábamos quedando dormidos y cambiamos nuestra bebida por un café yo y él una Red Bull.
- Dale, Angie, no es tan difícil.
- Vos sos superdotado, ¿Verdad? Porque yo acá no entiendo nada.
- A lo mejor es que vos sos la pelotuda acá.
- Gracias eh.
- Me hiciste decirlo.- subió sus hombros y sonrió, haciendo que pusiera mis ojos en blanco.
- Olvídate, cambiamos de asignatura.
- Así nunca vas a saber cómo se hace.
- ¿Ves cómo estoy llorando?
Señalé mi cara sonriendo y él rió, negando con la cabeza antes de terminarse la lata que estaba durante nuestras conversación en la mesa junto a nuestros apuntes por mucho que le dije que la quitase de ahí.
Dejó que sacase otros libros y cambiamos todos los apuntes que teníamos delante por los que correspondían con esa asignatura, comenzando otra vez a explicarme todo. Poco a poco, se acercaba la hora de cenar.
- Ché, ¿Tenés algo para comer o pedimos?- preguntó Carlos sin dejar de mirar lo que estaba escribiendo.
- Eh...
Comencé a pensar sobre lo que preguntó, pero mi mente se paralizó cuando oímos a alguien llamar a la puerta. Nos miramos y él sonrió.
- Parece que el pedido llegó sin haber llamado.
- Van rápido eh.
Dije sonriendo y rió levemente antes de seguir con sus apuntes mientras yo me levantaba a ver quién había llamado. Abrí la puerta y miré sorprendida quien se encontraba al otro lado.
- ¿Te venís a cenar?
- Cande, ¿Qué hacés acá?
- Vine a verte, bueno, ellos también vinieron, necesitaba un auto.
Miré a atrás de ella y me encontré con el auto que me nombró y que parecía manejar Marcianos Crew. De copiloto estaba C.R.O y atrás estaba Mauro. Uh dios, no podía ser verdad.
- Eh... No puedo ahora.
- ¿Por qué?
- Pues...
- ¡Angie! ¡¿Es un repartidor o al final tengo que llamar?!- preguntó desde la sala Carlos, interrumpiéndome. Candela me sonrió, seguramente pensando algo que no era.
- ¡Pedí!- respondí de la misma forma.
- ¡Que paja!
- ¿Quién es?- preguntó ahora Candela.
- Un amigo de la facultad.
- ¿Un amigo?- sonrió aún más.- Vos no sos mucho de hacer amigos eh.
- ¡Cande, acá tenemos hambre!- gritó su hermano desde el auto, haciendo que las dos le mirasemos.
- ¿Venís o preferís quedarte con tu amigo de la facultad?
- A ver, Angie, yo te quiero y lo que vos quieras pero no sé qué te gusta, ¿Querés pizza de cuatro quesos o no?- de repente, Carlos apareció con el celular en su oído.
- Obvio que sí, pelotudo.
- Ché, ¿Vos no sos la hermana de Duki?- preguntó sonriendo y yo suspiré, haciendo a Candela reír levemente.
- Sí, soy yo, allá están todos los demás sí querés preguntar también.
Carlos dejó de sonreír para mirar sorprendido detrás de nosotros como estaban esperando a Candela para irse.
- ¿Cómo no me dijiste que les conocías?- Carlos me miró sorprendido y volví a suspirar.
- Dale, pedí ya que tengo hambre.- tiré de él hacia dentro de la casa y luego miré a Candela.- Creo que mejor me quedo acá.
- Bueno, dale, vos sí que sabés eh.
Candela me sonrió de nuevo y me abrazó antes de irse al auto. Levanté por fin mi mirada para encontrarme con la suya fijamente mientras fumaba lo poco que le quedaba de su cigarro.
Cuando su hermana entró por fin en el auto sonrió y me saludó con la mano como si nada, haciendo que cerrase la puerta de mi casa sin más.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora