No lo podía creer, con este era mi tercer examen suspendido junto a mis dos anteriores trabajos.
Resoplé saliendo de la última clase, donde me dieron la terrible noticia, mirando el teléfono. Había llegado tarde así que no había agarrado la suficiente plata para pagar el colectivos, por lo tanto, necesitaba a alguien.
- Santino.
- Que raro, ¿Sos la verdadera Angie que conozco o le robaron el celu?
- Que gracioso, vení a por mí.
- ¿A la facultad?
- Sí, no traje plata para volver.
- Bueno, está bien, pero el taxi va a comenzar a pagarse eh, esto no puede seguir así.
- Sí, sí, como digas, chao.
- Chao.
Terminé la llamada y guardé el teléfono en la mochila. Al levantar la mirada, me encontré con una pareja justo delante de mí que me hizo recordar los dos días desde que ocurrió aquello que no veo a Mauro. Necesitaba estudiar bien y ahora más que nunca.
Pero, la sorpresa vino cuando el pibe de aquella relación paró a la chica para besarla. No era nada más ni nada menos que Carlos con la que parecía su nueva novia. Se ve que los dos hemos pasado página rápido.
Suspiré y desvíe mi mirada, esperando a que mi hermano mayor por fin apareciera para irme a casa y comer mientras estudiaba para el siguiente examen. Largos minutos después, por fin vi aparecer su auto.
- Buen día.
- Para vos.- respondí, entrando en el asiento de copiloto.- ¿Qué hacés con la radio apagada? Se supone que tenés que ir con el rock a todo volumen.
- Me hacés un quilombo si lo tengo a todo volumen y ahora que no hay nada también, nena, ¿Estás bien? ¿Querés que pidamos cita para un psicólogo?- puse los ojos en blanco y él rió, comenzando a manejar.- ¿Cómo fue?
- ¿La facultad? Todo mal, volví a suspender.
- Tenés que centrarte, menos Mauro y más estudiar.
- Estos días no le he visto.
- Mejor, hay tiempo para todo.
- Ya bueno, con él no mucho.
- Seguro que sí.
Decidí quedarme callada y simplemente mirar por la ventanilla con la música que al fin había puesto. Se me hacía demasiado raro entrar y que estuviese todo en silencio.
Unos minutos después, ya habíamos llegado a mi casa. Me despedí de él y salí del auto, entrando para ir directa a la cocina.
Abrí la refrigeradora y suspiré viendo lo vacía que estaba. Estos días no me había dado tiempo para nada. Agarré el teléfono una vez más pero esta vez para pedir comida, después, subí a dejar todas las cosas.
Desde arriba, oí como alguien me llamaba, pero no podía llegar rápido y cuando fui a agarrarlo, ya había colgado. Por suerte, no fue ningún número raro, sino que era el desaparecido, Mauro. Me fui al sofá y me dejé caer devolviéndole la llamada.
- Al fin.
- Perdón, no llegué a tiempo.
- ¿Todo piola?
- Sí, sí, ¿Vos?
- Hoy voy a la Adolfina, vos sabés.
- Uh, así que te veré en algún directo.
- Igual, no sé, ¿Por qué no venís? Así me podés ver en persona.
- No puedo, Mauro, tengo que estudiar.
- Dale, sólo un rato.
- Sabés que no, así que es mejor no insistir, ¿Sí?- oí como chasqueaba su lengua. En estos días no había parado de invitarme a todos lados para ir con él, pero no podía.- Igual pronto, vos tranquilo.
- Sí, ya, lo sé, no pensaba que era tan difícil verse con una universitaria.
- Bueno, las chicas buenas es lo que tienen.
- Ya sos menos buena que antes, estás conmigo.
- Ajá, sí, lo que vos digas.- sonreí oyendo como ahora reía.
- Bueno, está bien, te dejo entonces, si te ponés a estudiar ahora me ves antes así que chao.
- Chao.
Terminé la llamada y dejé el teléfono para ir a limpiar la habitación a esperas de la comida. Por suerte, esta no tardó mucho.
Comí en silencio con los libros delante, después, acabé dormida encima de ellos. Cuando me desperté, había perdido una hora que podía haber estado estudiando para el siguiente examen.
Resoplé y dejé todo, yendo a dejar el teléfono en mi habitación para no verlo mientras estudiaba en el salón. Cada hora, cambiaba de libro, perdiéndome entre letras y algunos números. Si no fuera porque acabó siendo un pelotudo y no podemos ser amigos después de lo que pasó, llamaría a Carlos para que me diese una de sus milagrosas clases.
Chasqueé la lengua cuando de nuevo se me había roto el lápiz, dejándolo finalmente por cualquier bolígrafo, encontrándome con que no tenía tinta. Realmente era mi día de la suerte.
Resoplé y agobiada y cansada me dejé caer en el respaldo del sofá. Miré el reloj que tenía en el salón y vi que llevaba cuatro horas sin dejar de estudiar. Realmente necesitaba un descanso.
Agarré el ordenador y recordé lo que me dijo Mauro, así que fui directa a Twitch a ver si allá podía encontrar a alguien que me entretuviera. Por suerte, Coscu estaba y allá también lo vi a él.
Sonreí porque llevaba días sin verle, ni siquiera hacíamos video llamada porque realmente estábamos en la misma ciudad, cerca del otro. Simplemente no podía verle.
Estuve un tiempo viéndoles sin parar, hasta para ir a buscar algo de beber me llevé el ordenador. Pero, tenía que volver a los libros.
Lo dejé a un lado, apagado, y seguí estudiando hasta que vi el anochecer a través de la ventana. Me levanté del sofá, cerré los libros y los llevé a mi habitación, agarrando también mi teléfono.
Dos llamadas perdidas de Santino, tres de Miguel, una de mi viejo y algunos mensajes en el grupo de mis amigos. Llamé entonces a Miguel deseando que no fuera una mala noticia en este día que era mejor olvidar.
- Angie.
- ¿Pasó algo?
- No, no, todo bien, ¿Por qué no contestaste?
- Estaba estudiando.
- ¿Todo bien vos?
- Sí, sí, tranquilo.
- Llamaba porque nuestros viejos llevan días sin verte, se preocupan, Angie.
- Lo sé, pero tengo que estudiar.
- Bueno, qué se yo, una hora no hace mal a nadie.
- Ya, ya, veré si puedo mañana, ¿Vale?
- Bueno, nada más, sólo eso.
Seguimos hablando un tiempo más y luego terminé la llamada. Al segundo de dejar el teléfono recordé que no había ido a comprar, así que seguía sin comida. Suspiré y volví a llamar para que me trajeran la comida, dejándome caer en el sofá mientras.
Puse el televisor, dejando cualquier película de fondo mientras que me sumergía en mis redes. Hasta que oí la puerta.
Me levanté, dejé el celular entre los cojines y fui cansada a abrir, con la plata en la mano. Pero, no era quien me esperaba.
- ¿Qué hacés acá?
- ¿Ni un beso?- preguntó sonriendo y puse los ojos en blanco.- ¿Seguís estudiando?
- No, pero...te odio.- levantó una ceja y no pude evitar besarle después de tanto tiempo.- ¿Qué hacés acá?- volví a preguntar cuándo nos separamos, con sus manos en mi cintura y mis brazos alrededor de su cuello.
- Si vos no venís a verme, vengo yo a verte. No voy a dejar que te encierres y no veas a nadie.
- Veo a gente.
- Ya, pero no son ni tus amigos ni yo, obviamente el más importante.- volví a poner los ojos en blanco y rió.- ¿Tenés la cena hecha? Estoy re hambriento.
- ¿No te dio Coscu nada allá?
- No me cuidan como vos.
- Pues acá no hay comida, tengo todo vacío.
- ¿Posta? Sí, necesitas mi ayuda.
Me agarró la mano sin decir nada más y me llevó hacia dentro, exactamente de vuelta al sofá.
- ¿No tenés nada posta?
- Pedí.
- Bueno, me vale, ¿Qué estás viendo?
- Nada importante.
- ¿Y los libros?
- Los guardé hace unos minutos.
- ¿Estuviste todo el día...? Dios, te vas a volver loca.
Reí levemente y él sonrió agarrando uno de sus cigarros para colocarlo entre sus labios y prenderlo. Le dio una leve calada y después me lo pasó.
- Que haría yo sin vos.- dije antes de dar una calada, oyéndolo reír, haciéndome sonreír a mí.
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Piensa En Mí (Duki)
FanfictionAngie, hija de padres españoles, nació en Buenos Aires, Argentina. Desde pequeña, vivió en Almagro, siendo parte de una familia humilde junto a sus tres hermanos mayores. Con cinco años, mientras jugaba en el parque conoció a una niña en uno de los...