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Desperté lentamente, encontrándome con él dormido. Su pelo, como siempre, estaba revuelto bajo la capucha de su buzo que se había vuelto a poner antes de dormirse completamente. Dormía con la boca abierta, así que parecía que iba a estar sola en la casa bastante tiempo hasta que decida despertarse.
Lentamente, intentando no moverle mucho, me fui de su abrazo para acabar sentada en la cama, buscando el teléfono antes de salir de la habitación.
Fui a la cocina y comencé a hacerme el café de siempre, mirando los últimos mensajes que me llegaron esta noche. Todos de mis amigos, que habían decidido pasarse la noche mandando memes y riéndose en el grupo.
Agarré la taza ya llena y fui al salón, sentándome como los indios para darle el primer trago al café antes de encender el televisor para atenderlo sin mucha importancia.
No era muy temprano, pero sabía que él dormía mucho por lo que me decía Candela. Sobre todo cuando iba de fiesta, aunque cuando acabábamos juntos parecía que eran las únicas mañanas que se quería despertar temprano o tenía que hacerlo para ir a grabar o cualquier otra cosa.
Aún no me veía a su lado con la fama que eso conllevaba. Yo lo conocí siendo un simple pibe, con sus amigos del barrio. Fue justo cuando comenzó su verdadera afición a la música que dejamos de vernos para después solo saber de él por su hermana o por alguna foto que veía en Instagram.
Así que, cuando me gustó siendo una adolescente, no era famoso, no lo conocían internacionalmente. Y ahora, cuando por fin hemos acabado juntos, andar con él era esperarse que algún pibe o piba le pidiese alguna foto o saludo. Algo que yo poco conocía o simplemente no estaba acostumbrada.
A mí me gustaba más el anonimato. Me gustaba ir por la calle tranquila, sin que nadie te mirase. Y me gustaban los planes relajados como ir al cine o quedarte en casa, nada de jodas a no ser que no haya nada que estudiar.
Éramos muy diferentes, quizás eso es lo único que me hace dudar de que duremos. Todas mis anteriores parejas habían tenido bastantes cosas en común, como era el caso de Carlos que estudiaba lo mismo y siempre le apetecía más quedarse en casa viendo alguna película que salir a algún boliche. Al menos conmigo.
De repente, el sonido de la puerta me hizo alejarme de aquellos pensamientos que se perdieron en mi cabeza junto a otros.
Dejé la taza en la mesa y me levanté para ver quién era, abriendo la puerta nada más llegué a la entrada. Y frente a mí, mi viejo con los brazos cruzados me esperaba con su auto atrás. En él, Santino estaba sentado en la parte de atrás, mirando el teléfono.
- Hola, pa, buen día.
- Vení.
- ¿A dónde?
- Vamos.
Le miré confundida, pero no dijo nada más, sólo se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el auto. Ahí, Santino levantó su cabeza y me miró, haciendo una mueca que nada tenía que ver con la diversión.
Suspiré y cerré la puerta, yendo rápido a la habitación. Aún seguía dormido tal y como lo dejé. Me quité rápido el pijama para agarrar lo primero que encontré, bajando con las pantuflas sin darme cuenta.
Salí de la casa mandando un mensaje a Mauro para que cuando se despertara, por si aún no estaba allá, que supiese que me había ido con mi viejo.
Después, abrí la puerta y me senté junto a Santino, que me saludó en un susurro que me hizo notar aún más su voz de recién despertado, aparte de su aspecto con sus ojos achinados.
Mi viejo no dijo nada, sólo comenzó a manejar en el pequeño auto familiar que en poco tiempo tendría que ser reemplazado después de tantos años.
- ¿Alguien me va a decir por qué estoy acá?- pregunté.
- Viniste vos.
- Me refiero que a dónde vamos.- le respondí a Santino, frunciendo el ceño y él sonriendo.
- No sé, vino a casa y me subió al auto, como a vos.
- Viejo, decí algo.
Pero nada, se mantuvo en silencio. Resoplé y me crucé de brazos, mirando por la ventanilla a la vez que dejaba caer mi espalda en el respaldo.
Tiempo después, no mucho, estábamos en frente de lo que parecía una obra. Aparcó el auto y salió sin decirnos nada aún. Miré a Santino y este subió los hombros antes de abrir también su puerta para salir y yo hacer lo mismo.
Saludó a un par de hombres y se quedó con ellos ha hablar sin siquiera mirarnos. Los dos nos quedamos mientras apoyados en el auto, yo con mis pantuflas y Santino intentando que su pelo no se viese tan despeinado, ayudándose de la cámara de su celular para arreglarselo.
- Hijos.- y por fin, los dos volvimos a mirarle.- ¿Vieron esto?
- Una obra.
- Acá estoy laburando ahora.
- Pensé que aún seguías reformando la casa de A...
- No, ya terminamos allá, esos son mis compañeros.- y señaló a los hombre de antes, que después de que mi viejo les interrumpió se quedaron ha hablar y descansar un tiempo.
- ¿Y qué hacemos acá?- pregunté por fin.
- Bueno, para que vean donde su viejo tiene que laburar para que ustedes tengan un buen futuro.
- Ah...
- ¿Y a qué viene esto?
- A que vos dejaste a un pibe de bien por un famoso que por muy conocido que sea todos sabemos lo que hace de fiesta y a que tu hermano mayor no hizo nada para evitarlo.
- ¿Es joda?
- Mirá, Angélica, a mí me cae bien Mauro, me gusta, es un buen pibe. Pero no para vos.
- ¿Y? Es mi vida, ya sé que a ustedes no les gusta ningún novio mío.
- Carlos sí.
- Sin querer interrumpir la discusión de padre a hija, pero papá, Carlos era tremendo pelotudo, engañó a tu hija.
- Ya, pero...todos tenemos errores.
- ¿Es joda?
- Hija, Carlos es un buen pibe al final, estoy seguro. Quizás vio a la otra mina y se confundió, pero, ¿A qué después te pidió perdón y quiso volver a intentarlo? Eso es que a la que quiere de verdad es a vos.
- Dale, viejo, ¿Me estás diciendo que preferís a un pibe que engañó a tu hija que a un famoso?
- No es que sea famoso, que eso ya sabemos todos que incluso a vos no te gusta, es que el pibe f...
- Vos no sabés lo que me gusta, no me importa que sea famoso, al revés, estoy orgullosa de que aquel pibe que conocí de nena haya llegado tan lejos.
- Bueno, pero le llevó por un mal camino.
- ¿Qué camino?
- Se droga, Angélica, a tu madre le preocupa que...
- ¿Qué yo me drogue también? Esto es increíble...
- Angélica, entendé que tenemos que preocuparnos por vos. Y nosotros no queremos que caigas en un mal lugar después de todo lo que hemos hecho por vos, queremos que te busques un buen laburo hasta que puedas ser la abogada que querés, no que andes de joda en joda y de viaje en viaje drogandote con tu novio.
- Dale, viejo, subí al auto y volveme a llevar a casa, esto no tienen ningún sentido.
- Mirá donde tuve que laburar yo por no elegir un buen futuro para mí.- dijo, ignorándome.
- Papá, vos te fuiste de España en busca de un laburo y caíste acá, tuviste suerte.
- Sí, pero porque no estudié, vos tenés más suerte aún.
- ¿Y quién te ha dicho que Mauro me va a hacer que no estudie? Que él sea famoso y tenga conciertos y fiestas no significa que yo tenga que estar allá, deberías saberlo. Yo le quiero, es un buen pibe como dijiste, y hasta Santino entiende que es mejor que Carlos, por eso me apoyó y no dijo nada. Ni siquiera Miguel dijo algo ayer.
- Porque ayer era un día especial, no el día que Angélica presentaba a su novio.
- Me preguntaron y respondí, listo.
- Dale, viejo, dale un voto de confianza a Mauro, tampoco es un drogadicto sin más. El pibe hace la suya y trata bien a Angie, es lo que cuenta, ¿No? No seas así con él y más con ella, es tu hija, entendela.
Santino por fin hizo que mi padre se parase a pensar, en silencio, mientras que yo resoplaba, apoyándome otra vez en el auto. Por suerte, estaba demasiado cansada para alzar la voz, y había sido una conversación tranquila aunque para mí había sido demasiado surrealista. Me esperaba que no les gustase mi decisión, pero había algo en sus palabras que me tomó por sorpresa.
- Vosotros tenéis que entender que yo me sacrifiqué por todos vosotros.
- Y entendemos, pa, pero que Angie tenga ahora un novio famoso no lo va a cambiar.- respondió Santino sonriendo.- Dale, confía en él, es buen pibe como dijiste.
Mi padre dejó de mirar a Santino, que parecía algo divertido porque nunca había sido también añadido a esta conversación que tantas veces había tenido con mis viejos por mis parejas. Entonces, sus ojos fueron directos a mí, suspirando segundos después.
- Está bien, sólo si me prometes que nada que haga ese pibe te va a desviar de tu camino de verdad, del buen futuro que te espera.
- Ningún pibe lo hará, ni siquiera Mauro.
Respondí, sonriendo porque por fin veía que Santino le había hecho reflexionar y él había decidido la opción correcta, confiar en Mauro.
Asintió y volvimos a subirnos en el auto, ya más tranquilos. Minutos después, ya estábamos de vuelta en mi casa.
Me despedí de ellos rápido, tenía ganas de seguir desayunando, aunque seguramente la taza ya estaba fría. Cuando entré en mi casa de nuevo, fui a mi habitación para volverme a cambiar y sonreí al verle. Seguía igual, durmiendo como si nada.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora