17.

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- Buen día.
Miré a mi lado y sonreí a Carlos, acababa de llegar a la facultad y ya me había encontrado con él.
- ¿Qué tal la otra noche?- preguntó cuando ya nos acercábamos a la sala donde era la primera clase.
- ¿Qué noche?
- La que te pregunté si querías venir conmigo pero vos ya estabas con tus amigos.
- Oh, esa...
Habían pasado dos días y solo lo sabíamos Santino y yo. No se lo diría ni a Juan por el simple hecho de que eso significaba que iba a romper las bolas todo el tiempo. Además, Candela parecía no saber nada y Mauro no me volvió ha hablar, así que es como si nunca hubiese existido ya que ni yo me acuerdo.
- Acabaste mal eh.
- Eh sí, mal, muy mal.- sonreí a Carlos y nos sentamos juntos.- Pero, ¿Sabes qué?
- ¿Qué?
- Al siguiente día fuimos a casa de mis viejos y ¿A qué no sabés quien va a ser tía?
- No, ¿Vos?- sonrió parando de sacar su libro y sonreí a la vez que asentía.- Sos muy joven eh.
- Y bueno, así puedo salir con él de joda.
- Igual no tan joven.
Dijo entre carcajadas, haciendo que dejase de sonreír. Pero, al darse cuenta de mi irónica cara seria, me abrazó para evitar que me enojase con él, lo que me hizo volver a sonreír.
Segundos después, el profesor llegó y la clase comenzó como si nada y de la misma forma que pasó esa hora, lenta y aburrida, pasó toda la mañana hasta acabar en el auto de Carlos cantando cualquier canción que salía en la radio mientras yo bailaba, haciéndole reír a la vez que manejaba sin desviar la mirada de la carretera.
Habíamos decidido que en vez de ir cada uno a su casa yo iría a la suya, así comíamos juntos y a la tarde me ayudaba a estudiar.
Aparcó cerca de su casa y salimos riendo de su auto por un chiste que contó mientras frenaba.
Caminamos juntos hasta su puerta y cuando la abrió, me dejó pasar primero para encontrarme con su compañero de casa en la sala con lo que parecía sushi en un pequeño plato.
- Hola.- saludó con la comida en la boca.
- Angie, este es Pedro, mi mejor amigo.
- Hola.- saludé de vuelta y me fui a sentar a su lado, mirando a Carlos al ver que era la única comida que parecía haber.
- Tranquila, vos no vas a comer sushi.
Dijo riendo a la vez que desaparecían de la sala, dejándome sola con su amigo. Él tosió y le dio un trago a su bebida, la que parecía Coca- Cola.
- ¿No te gusta el sushi?- preguntó señalando su comida.
- Dale, es pescado crudo.
- Oh no, no, ¡Carlos, tu amiga ya me cae mal!
- Tomá.
Carlos apareció e ignoró a su amigo, tirándome lo que parecía una hamburguesa del Burguer King. Sonreí y la fui abriendo mientras su amigo me hablaba de lo bueno que estaba el sushi, siendo aún ignorado por su amigo, que entraba de nuevo con todo lo que quedaba.
Me pasó mi vaso de Coca-Cola y las papas que me tocaban, ahora oyendo como su amigo le decía a Carlos que debía dejar de juntarse con alguien que no le gustaba el sushi porque era alguien poco fiable.
- Gracias eh.- dije antes de dar el primer mordisco.
- Entendeme, Angie, nunca conocí a alguien que no le guste el sushi.
- Siempre hay una primera vez.
Él sonrió y negó con la cabeza antes de seguir comiendo. A partir de ahí, la conversación paró de ser sobre comida para conocer a su amigo más.
Él sí era de Buenos Aires, tenía un año más que yo y físicamente era igual que Carlos, aunque parecía más bajo, pero sólo lo había visto sentado desde que llegamos.
Era divertido, más que Carlos si era posible, así que me pasé toda la hora con él atragantándome con la comida por reírme.
Después, él se fue y nos dejó solos. Carlos y yo, luego de limpiar todo, decidimos ver una película.
Acabamos sentados en su sofá, mirando el televisor con su brazo alrededor de mis hombros y sus piernas apoyadas en la mesa pequeña que había delante de nosotros, mientras que yo, preferí sentarme con las piernas cruzadas como los indios.
Media hora después de la película, me acomodé mejor acabando por tumbarme apoyando mis piernas en las suyas. Y diez minutos más tarde, los dos acabamos dormidos en su sofá.
Desperté por una notificación en mi celular, al igual que Carlos. Se levantó a buscar los libros y yo miré que era, pero al final sólo fue un mensaje de Santino preguntando si me había ido otra vez de joda porque no estaba en casa. ¿Quién se iba de fiesta a las seis de la tarde?
Cuando Carlos volvió comenzamos a estudiar tranquilos, sin saber más de su amigo que parecía haberse encerrado en su habitación para no molestar.
Dos horas después, nos cansamos de estudiar leyes y fuimos a buscar a Pedro para salir a dar una vuelta por Buenos Aires sin rumbo fijo.
Acabamos en un bar, tomando cerveza mientras charlábamos y conocía más a su compañero de casa. Después, él decidió irse a otro lugar con un amigo y yo volví con Carlos a su casa a por mis cosas.
Me acompañó de vuelta ahora a mí casa en auto, porque comenzó a llover cuando estábamos por salir a caminar.
- Dale, el otro día te venís conmigo a algún boliche.
- ¿Sólo con vos? Pregunto para estar preparada para cuando desaparecezcas.
- Bueno, con mis amigos también si querés.
- Está bien, aprovecha ahora que no hay exámenes ni otros trabajos.
- Chao, jefa.
- Ya te dije que no soy ninguna jefa, deberías llamarme pelotuda.- dije mientras me abrazaba con él.
- Y bueno, para mí sos mi jefa.
Respondió él antes de separarse de mí. A poca distancia, me quitó la capucha de mi buzo para hacerme resoplar molesta, riendo, después se alejó hasta despedirse con la mano antes de irse.
Estas tardes con él me sanaban el alma. Entré de nuevo en casa y me fui directa a la cocina para preparar la cena. Entonces, recibí otro mensaje al celular.
Pelotudos pero facheros😎❤️

Juan❤️🔥
Ché Angie.
¿Cómo no nos dijiste que te comiste a Duki?

¿Qué?

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora