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La luz del día cruzó mi ventana hasta llegar directa a mí cara dormida, molestando mis ojos. Resoplé y me di la vuelta lentamente, sintiendo pesado mi cuerpo en general.
Aquello ya me había despertado, así que abrí lentamente mis ojos para acostumbrarme a la luz del día y volver a ver la imagen nítida de que tenía delante de mí.
Me encontré entonces con una espalda y un pelo que sí se me hacía conocido. Sorprendida y con miedo, levanté mi sábana para ver qué los dos estábamos vestidos. Respiré más tranquila y rápido, recordé que pasó ayer para hoy estar así.
Mauro se quedó en mi casa esperando a sus amigos. Al final estos no llegaron y por no hacerle llamas a un taxi, le dejé quedarse en mi casa con la condición de que dormiría en el sofá. Él aceptó, pero al final no pude dormir sabiendo que lo tenía en casa, lejos, y decidí ir a por él para que durmiese conmigo, aunque ahora prometiendo que no haríamos nada. Y no lo hicimos.
Suspiré y me senté en la cama, echando mi pelo hacia atrás y pasando mis manos por mi cara varias veces hasta sentirme más despierta.
Miré molesta la ventana y fui a bajar más persianas para que la luz dejase de entrar. Ya de pie, busqué mi celular pero me di cuenta que no estaba en mi lado, sino en el suyo, en la que era mi mesilla hasta que se durmió allá.
Lentamente, fui hacia él para agacharme en silencio, intentando no despertarlo. Con mis manos busqué el celular al quedarme a oscuras antes de tiempo, cuando tenía que haberme esperado al menos a tener el teléfono para iluminarme después.
Ya con el en la mano tras hacer algo de ruido, aunque no lo desperté, me levanté de nuevo y me giré para irme.
- Buen día.
Su voz ronca de recién despertado retumbó en la habitación en un grave susurró que me hizo girarme para encontrarme sus ojos iluminados con la poca luz que entraba de debajo de la puerta de la habitación.
- Buen día.- susurré igual y luego él se giró, estirándose antes de sentarse y más tarde levantarse, yendo a la ventana.- No subas la per...
- ¿Por qué?
- Porque no quiero, además, vamos a salir ya de la habitación.
- Vale, vale, es tu habitación, yo no hago nada que vos no quieras.- levantó sus manos y caminó hacia la salida, pasando por mi lado y abriendo la puerta.- Acá también hay luz, ¿Qué hago? ¿La apago?
- Es la luz del día, a no ser que sepas apagar a un sol.
- Yo soy un sol.
Sonrió y yo puse los ojos en blanco, haciéndole reír mientras pasaba ahora yo por su lado para salir antes que él de la habitación pero finalmente, caminando uno delante de otro hacia la cocina.
- ¿Querés algo?
- Dormir.
- ¿Y por qué no te quedaste en la cama?
- Porque no quería dormir solo.
Hizo un puchero y yo volví a poner los ojos en blanco, haciéndole reír de vuelta mientras sacaba una taza para echar allá el café.
- Si querés comer sólo buscá algo.
- Seguro que hay.
Se apoyó en la pared, mirándome mientras mordía su labio sonriendo. Le miré con la ceja levantada y luego sonreí.
- ¿Así mordés el labio vos? ¿Con todos los dientes? Uh, te tenés que comer a pocas así.- desvié mi mirada a la taza que estaba casi llena.
- Vos sos una de ellas.- volví a llevar los ojos a él, que sonreía aún más.
- Golpe bajo.
Rió levemente y dejó de apoyarse para irse a la sala, dejándome sola mientras preparaba mi desayuno. Me hice finalmente unos cereales y fui a su lado con el tazón en una mano y la taza en la otra.
- ¿Hoy qué vas a hacer?
- Nada, esperar a que Carlos llame.
- Que paja.- le miré y sonrió.- ¿Por qué se enojó?
- No está en...
- Sí, ya, dale, contame.
- Me dormí cuando le dije que íbamos a desayunar juntos.- respondí tras una pausa en silencio, tan sólo mirándonos.
- ¿Sólo eso? Yo ni me hubiera despertado.
- Sí, ya, bueno, él no es vos.
- Eso ya lo sé, bastante bien.- dejé de mirarle para seguir desayunando, mirando los cereales.
- ¿Y vos qué vas a hacer?
- Nada tampoco, iré a grabar como siempre y listo.
- Vaya, que poco.
- Es mi rutina.
- Debe cansarte.
- Junto a los vivos es lo mejor de esto.- levanté mi mirada de nuevo al oírle contradecirme.- Una pena que no lo viví con vos desde el principio.
- Bueno, yo lo viví de lejos.
- Ya me dijo Cande.
- ¿El qué?- sonrió y ahí entendí.- Y me dijeron que te vieron llorar cuando subí a un escenario, ¿No?
- Vos dirás.
- No lloré, ¿Vale?
- Ella no dijo eso.
- Bueno, pero yo soy la que sé que pasó.
- Contame entonces que pasó.
- Nada, Santino me enseñó un vídeo de vis en Luna Park y me arrepentí por reírme de vos en el pasado y no confiar.
- ¿Así?
- Cuando rapeabas sabía que tenías talento, sólo había que ver cómo fluias en el beat. Pero no creía que conseguirías esto, no sé, quizás porque aún nadie sobresalía en la escena urbana, pero me llegaste vos y...y bueno, el resto es historia.
Me miró en silencio mientras hablaba hasta finalmente sonreír tras lo que dije. Iba a hablar cuando le interrumpió la puerta.
- ¿Quién es?
- No sé, a lo mejor alguno de mis hermanos.
Me levanté, dejé todo en la mesa y fui a la puerta para mirar esta vez antes de abrir. Ahí estaba él, mirando al suelo.
- Mauro.
- ¿Qué?
- Andá a la habitación.
- ¿Por qué?
- Porque Carlos está al otro lado de la puerta, gil.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora