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- ¿Qué querés hacer mañana?- pregunté mientras me acercaba al sofá para compartir mi mate con Carlos.
- No sé, podemos ir al cine.
- Si querés, yo no tengo nada que hacer.
- ¿Ni estudiar?
- Un día libre no viene mal.- sonreí y él también, negando con la cabeza mientras se tumbaba, dejando sus pies en mis piernas.
- Si vos decís.
Encendió el televisor y los dos nos quedamos viéndolo sin ningún interés en realidad, pero hoy ninguno quería hacer nada y Pedro se había ido de fiesta, así que nos quedamos solos.
De repente, me comenzó a sonar el celular en la mesa y dejé de tomar el mate para agarrarlo y aceptar la llamada de Juan.
- Necesito ayuda.
- ¿Qué pasó?
- Hoy no laburaba y me fui de joda con los pibes.
- Sí, ya sé, estoy en el grupo con vosotros.
- Bueno, necesito tu casa.
- ¿Para?
- ¿Querés que te lo explique?
- Uh, no, dejá, vení a casa de Carlos y te doy las llaves.
- Dale, gracias nena.
- Chao.
Terminé la llamada y me levanté bajo la confusa mirada de Carlos. Fui hasta mi campera, que la dejé en una silla del salón, y busqué las llaves en sus bolsillos para agarrarlas y llevarlas de vuelta al sofá en mis manos.
- ¿Qué pasó?
- Nada, Juan necesita mi casa.
- ¿Te quedás a dormir?
- Si vos querés...- le miré sonriendo y él hizo lo mismo.
- Obvio que sí, las mejores noches son con vos.
Dejé de mirarle y él rió, volviendo su mirada de nuevo a la televisión. Unos minutos después, la puerta sonó y fui yo a abrir.
- Juan.
- ¿Las tenés?
- Obvio, tomá.- le pasé las llaves y miré su auto para ver a una mina rubia mirando su celular.- Es linda eh.
- Dale, gracias eh.
- De nada, gil, cómprate ya una casa.
- Si la tuya es la mejor.
- No olvides cambiar las sábanas.
Dije mientras se iba a lo que me respondió riendo antes de entrar en su auto e irse. Cerré la puerta y volví al salón para terminar de ver la película que había puesta.
- Necesito hacer algo.- dijo de repente, levantándose bajo mi mirada.
- Vos y yo podemos hacer muchas cosas.
Dejó de mirar la nada para volver sus ojos a mí y sonreír, acercándose rápido para quitarme el mate y besarme, echándome hacia atrás para quedar tumbados en el sofá con él encima de mí. Hasta que su teléfono comenzó a sonar.
- ¿Me estás cargando?- preguntó entre dientes, mirando su teléfono, lo que me hizo reír mientras se alejaba a ver quién llamaba.- ¿Sí? Pedro, ¿Qué pasó? ¿Dónde? Dale, sí, voy ya, tranquilos.
- ¿Qué pasa?- pregunté viendo cómo dejaba el teléfono y salía corriendo.
- ¡Una pelea!
Resoplé recordando las veces que José llegaba a casa tras una pelea y como yo era la única que le ayudaba mientras Miguel se enfadaba con él y Santino se reía, todo esto a escondidas de nuestros viejos en mitad de la noche en la cocina mientras le curaba alguna herida superficial.
Me levanté y al mismo tiempo él bajó rápido las escaleras ya con una campera puesta y las llaves de su auto en las manos.
- ¿Voy con vos?
- Están yendo al hospital.
- ¿En serio?- me miró y asintió antes de besarme por un corto tiempo.- ¿Y qué hago yo? ¿Te espero acá?
- Tardaré, pero si querés, al fin y al cabo no tenés otro lugar, ¿No?
- Bueno, puedo pensar algo, se me hace raro quedarme acá sola.- me miró y sonrió para en la puerta.
- Te da miedo quedarte sola.
- Por eso llamaré a Santino o a alguno de mis hermanos.
- Dale, vos decime algo cuando salgas, ¿Vale?
Asentí y él volvió a sonreír antes de darme un último beso y salir corriendo a por su auto. Suspiré y volví a la sala, agarrando mi teléfono para llamar a Santino.
Tras tres llamadas, me di por vencido y supuse que él también estaba de fiesta, así que llamé a José. Pero él tampoco contestaba.
Como última opción, sabiendo que mis viejos estarían dormidos y no contestarían, llamé a Miguel. Pero, raramente, tampoco contestaba.
¿Ahora qué hacía?
Me metí en los contactos de mi teléfono mientras subía el volumen de la televisión para no sentirme sola. Mis amigos estaban todos de fiesta, menos Juan, que estaba en mi casa y no era bueno interrumpir eso.
Mi novio se había ido a por sus amigos, que tardarían en volver, así que me había dejado sola en una casa que sola, me daba miedo.
Y por último, mis hermanos no me contestaban las llamadas, así que tenía que buscar a alguien que me hiciese caso. Miré y entonces vi el suyo. No me quedó otra que llamar y rezar para que no estuviera de fiesta también.
- ¿Sí?
- Cande, soy Angie.
- ¿Qué pasó?
- Necesito una casa.
- ¿Carlos no tenía casa propia para que puedas estar con él?
- Uno, no es por él y dos, me ha dejado en su casa sola para irse al hospital por unos amigos y yo no tengo casa, nadie me da una cama.
- Bueno, vení acá, estoy re al pedo.
- ¿A las dos de la mañana?
- Y sí, tengo insomnio hoy.
- Cuando me veas te vas a dormir de una.
- Sí, dale, a ver si es verdad.
Sonreí y nos despedimos, terminando la llamada. Llamé a un taxi y esperé a que llegase para salir de la casa y entrar en el auto. Saludé al conductor y como Carlos me dijo, le mandé un mensaje para avisarle de a dónde iba, pero no contestó.
Llegamos, pagué y me bajé, yendo a su puerta a llamar esperando que no se haya dormido mientras venía. A los segundos, la puerta se abrió, pero no era ella.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora