Mientras hablábamos, yo sentada en el suelo entre las piernas de Mauro, que estaba sentado en el sofá, jugábamos a la Play que Santino se quedó una vez y por ahora no había vuelto a por ella.
- Se lo vas a tener que decir.
- ¿El qué?
- Que somos pareja.
- Obvio, pero en otro momento.
- ¿Tan malo es ser mi novia?- preguntó sin dejar de jugar.
- No, para nada, pero no sé, ellos saben lo que tuvimos mientras estaba con Carlos.
- Sí, pero ese pelotudo ya está olvidado, ¿No?
- Pero no sé, es raro decirles que soy la pareja del pibe con el que engañaba a mí anterior novio.
- ¿Por qué? Si fui yo mejor, no es mi culpa.- intenté ocultar mi risa, haciendo que él no pudiese evitar soltar una leve y ronca risa de respuesta.
- Dale, bájate de donde te subiste, por favor.
- ¿No lo fui?- y pausó el juego, haciendo que levantase mi mirada para verle sonriendo.
- Sí, pero porque él mismo lo jodió.
- Vos le engañaste antes.
- Pero cuando él lo hizo, yo lo supe y me hizo darme cuenta de lo pelotudo que había sido.
- Y vos por confiar en él.
- Y bueno, era un chicho bueno, ¿No?- sonrió aún más y yo imité su gesto.
- Se ve que ahora los malos sabemos tratar mejor a las pibas.
- Eso parece.
Susurré mientras que él se acercaba lentamente, apoyando sus codos en las rodillas antes de que dejara de sonreír en el último segundo para luego besarme lentamente. Pero parece que a mi celular no le gustó la idea y decidió sonar, interrumpiendonos.
- ¿Quién es?- pregunté.
- Santino, pelotuda.
- ¿Qué pasa?
- ¿Se te olvidó a dónde tenías que ir?
- Eh...- quité el teléfono de mi oreja para ver la hora. Se me había hecho tarde con Mauro acá.- Se me olvidó.- dije una vez mi celular volvió a dónde antes.
- Ya lo veo, vos tranquila, estoy ya por llegar.
- ¿A dónde?
- A tu casa.
- ¿Qué?
- Llegué allá y cómo no llegabas me pidieron ir a por vos porque era el único con auto y obviamente José me ignoró completamente para que fuese yo.
- Y estás viniendo.
- Correcto, ya estoy cerca.
- ¿Y estás manejando con el celular? Mal ahí.
- La enana dándome lecciones a mí, sí, sí, ya veo de qué va esto, chao.
- Cha...
Antes de terminar ya había colgado la llamada. Dejé el teléfono y agarré el mando para quitar el juego de pausa bajo la confundida mirada de Mauro que al segundo se puso a jugar para que yo no ganase. No me iba a ir sin terminar esta partida.
- ¿Quién era?
- Santino.
- ¿Y viene para acá?
- Sí, se me olvidó ir a la casa de Miguel por lo que te dije y viene a por mí.
- Van a discutir.
- Posiblemente.
- No era una pregunta, lo estaba afirmando.- sonreí pensando en lo mucho que nos conocía.
- Bueno, tenés que irte creo.
- ¿Y para qué seguís el juego entonces?
- Digo luego, idiota, primero quiero ganarte.
- Ya lo veremos.
Sonreí con mis ojos fijos en el televisor, sabiendo que él también estaba igual, los dos luchando por el primer puesto.
Minutos después, quedamos empate. Resoplé, echando el pelo hacía atrás a la vez que soltaba el mando sin ganas, oyendo su leve risa detrás de mí.
- No aceptás las derrotas eh.
- Es un empate, quiero revancha .
- ¿Y tu familia?
- Seguro lo entenderán.- dije a la vez que volvía a agarrar el mando para preparar la siguiente partida.
- Angie.
- ¿Qué?
- No voy a jugar.
- Tenés miedo de perder eh.
- No podés jugar.
- Sí que puedo.
- No.- y me desapareció el mando de las manos. Levanté mi mirada y lo estaba dejando a su lado junto al suyo, molestándome.- ¿Qué?
- Es mío.
- Bueno, decile eso a Miguel.
- Yo me defiendo sola.
- Lo he visto.
- Dámelo.
- No.
- Mauro.
- No.
- ¿Es en serio?
Sonrió a la vez que se colocaba mejor su riñonera para buscar seguramente el tabaco para liarse un cigarro. Fruncí el ceño y me di la vuelta completamente, agarrando su mano cuando sacó la bolsa de las boquillas y la que tenía el tabaco. Me miró confundido y ahí fue cuando me tiré directa a mí mando.
Lo siguiente que sentí, ya con él en mis manos, fueron sus brazos abrazándome por la cintura antes de tirar de mí hacia atrás para darme la vuelta y caerme al sofá con él encima de mí, volviendo a tener el mando en sus manos.
- ¡Mauro!
Rió, yo solté su otra mano, oyendo caer la bolsa del tabaco al suelo mientras que enredaba mis piernas en su cadera para girar, cayendo nosotros también al suelo.
Conmigo arriba de él, volví a tener el mando unos pocos segundos. Se complicó cuando sus manos me dejaron de agarrar para empezar a hacer cosquillas.
Forcejeé hasta caer hacia atrás y él entonces se colocó para comenzar a subir por mí espalda hasta llegar a mis estirados brazos y entonces forcejear los dos por el mando sin saber que el juego en el televisor se estaba volviendo loco por darle a todos los botones en la pelea.
- Angie.
- Es mío.
- Dale, no seas una nena.
- Ni vos tampoco.
- ¡No podés jugar!
- ¡Yo hago lo que quiero!
Y el timbre nos interrumpió. Levanté mi cabeza al oírlo y acabé chocando mi cabeza con su cara, ya que estaba justo encima de mí.
Se apartó rápido y cuando le vi se estaba tapando el labio con sus manos. Sonreí nerviosa a la vez que me sentaba, respirando rápido tras la pelea.
- Perdón.
- Casi me rompes sin labio.
- Que exagerado.
- Me sale sangre.
- Mauro, es poco, te habré dado y te habrás mordido.
- Asesina, mirá.- y me enseñó su labio inferior, haciéndome reír porque no tenía nada.- Encima te burlas de mí, psicópata.
- Dale, no fue nada.
Me acerqué a él para apartar sus manos de sus labios y su teléfono, ya que se estaba mirando en la cámara. Me miró molesto pero yo le sonreí antes de besarle para que viese que no era nada malo.
Obviamente, no tardó ni dos segundos en seguirlo a la vez que dejaba lo que tenía en sus manos para llevarlas a mi cuerpo y atraerme a él, ignorando la puerta.
- Puede ser Santino.- susurré alejándome levemente.
- No importa.
- Ah, ¿Ya no?- levantó sus ojos directos a mí y frunció el ceño, haciéndome sonreír.- Dale, levántate.
Y la primera en hacer eso fui yo, ayudándole después para dejarle atrás e ir a la puerta a ver quién llamaba.
- Al fi... ¿Qué hacés así vestida?
- ¿Era una cena elegante acaso?
- Viene la familia de ella.
- ¿Qué?
- Van a decir si es un nene o nena.
- ¿En serio?
- Dale, agarrá algo que al final nos matan a los dos.
- Espera.
Dejé entrecerrada la puerta para correr al salón, oyendole suspirar de fondo.
- Dale, vámonos.
- Te podés ir eh.
- Y quedarte solo en mi casa, ¿No?
- ¿Por qué no?
Me sonrió, liandose el cigarro que antes no había podido. Suspiré, agarrándole de su buzo para tirar de él por su vientre, evitando que se le cayera el casi cigarro. Lo llevé a la puerta y al abrir, los ojos sorprendidos de Santino se fijaron en él.
- Se me está ocultando algo, ¿Verdad?
- Vamos.- seguí tirando a Mauro hacia el auto de Santino, pasando por su lado, para subir los dos antes que él.- ¡Santino!
Le llamé para que se subiese y segundos después, en silencio, lo hizo, comenzando a manejar mirando a veces por el retrovisor.
- Pero acá...
- ¿Qué?
- Bueno, no sé.
- Vos sólo maneja, ¿Sí?
- Angie, no trajiste ni campera.
- No tengo frío.
- Estás en una simple remera.
- Santino, soy mayor para saberlo eh.
- Bueno, bueno, perdón.
Mauro chasqueó su lengua ya con su cigarro entre sus labios, después, se lo quitó para dejarlo al lado y tener sus manos libres para pasar de tener un buzo a estar él ahora en una simple remera, pasándomemo. Le miré, pero me ignoró, encendiendo por fin el cigarro.
No dije nada, simplemente me lo puse, llenándome de su olor y dejando de sentir el frío que intentaba disimular pero él no parecía notar en si mismo.
- Vale, son pareja.
- Santino.
- No hace falta que lo digas eh, yo ya lo sé.- Mauro sonrió mirando al suelo a la vez que daba una calada y yo miré extrañada a mí divertido hermano.- ¿Qué? Se les ve, hay que ser ciego para no darse cuenta.
- Sólo maneja.
Desvié mi mirada a la ventanilla, dándome cuenta que ya estábamos cerca de la casa de mi hermano. De reojo vi a Mauro acercarse al asiento de Santino, sonriendo.
- Aún no lo admite, prefiere el secreto.
- ¡Mauro!
Los dos rieron y yo les miré molesta, cruzándome de brazos a la vez que negaba con la cabeza.
Llegamos por fin, bajandonos. Sin darme cuenta, sin pensarlo había traído a Mauro también. Y sobre todo sin avisar con su familia acá. Pero bueno, era mi novio, así que no tenía que haber ningún problema.
Caminé detrás de Santino hasta la puerta y llamamos, oyendo segundos después a alguien acercarse. Después, nuestro hermano mayor nos miraba enfadado.
- Llegan tarde.
- Mi culpa.
- Como siempre.- frunció aún más el ceño mirándome y luego sus ojos pasaron a Mauro.- ¿Y él?
- Es familia también eh.- respondió Santino, haciendo que la cara de Miguel pasase de enfado a confusión.
- Mi novio, pelotudo.
Y los tres me miraron con sorpresa antes de comenzar a andar hacia dentro. Cuando estábamos a punto de entrar en el salón miré a Mauro, que caminaba a mi lado aún sorprendido, y le sonreí.
- ¿Viste como soy capaz?
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Piensa En Mí (Duki)
FanfictionAngie, hija de padres españoles, nació en Buenos Aires, Argentina. Desde pequeña, vivió en Almagro, siendo parte de una familia humilde junto a sus tres hermanos mayores. Con cinco años, mientras jugaba en el parque conoció a una niña en uno de los...