3.

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Salí de la facultad para irme a esperar el colectivo. Hacía ya dos días de aquella joda y aún siento náuseas al oler el alcohol. Digamos que dormí en el suelo de mi baño junto a Matías.
Hoy por suerte, el día sería tranquilo. Me quedaría en casa estudiando hasta que llegase la hora de verme con Candela, que ayer preguntó por mi y decidimos quedar hoy que ella podía.
Llegué a casa y subí a la habitación a dejar las cosas antes de bajar a comer los restos de lo que cociné ayer. Seguramente cenaría en alguna hamburguesería, así que me preocuparía por la comida de mañana en otro momento.
Terminé y me quedé dormida en el sofá hasta que la alarma de mi celular me avisó de que tenía que estudiar si quería sacarme la carrera que tanto esfuerzo me llevó pagar.
Me tiré en la cama con los libros y apuntes abiertos. Estuve encerrada en mi habitación, cambiando de posición constantemente e intentando no fumarme el último cigarro que me quedaba.
Hasta que por fin, de nuevo, la alarma me avisó que era hora de parar por hoy, aunque seguramente seguiría por la noche por mi pobre conciencia, pero al menos sí me pude fumar ese cigarro.
Salí corriendo de la cama, cerrando rápido las cosas para bajar en busca de mi celular e ir arriba y volver a ponerme las Fila de esta mañana.
Agarré una campera y me la puse sobre el buzo negro que llevaba en conjunto con unos pantalones cortos deportivos. Me puse la capucha y salí de mi casa guardando la llave y la plata en el bolsillo de la campera mientras me quedé el celular en mi mano.
Caminé por Buenos Aires hasta llegar a la casa de Sandra, donde estaba ella. Llamé a la puerta y esperé mirando los últimos mensajes que me mandó un recién despertado Juan.
- Angie.
Abrió la puerta y la sonreí en cuanto la vi, levantando mi mirada del celular antes de abrazarla, llevando toda mi atención a ella.
Entrar en su casa me daba demasiados recuerdos. Aún me acuerdo dormir acá con ella en noches que eran demasiado cortas desde la perspectiva de ahora.
- Hola.- saludé a Sandra y Guille, que también se encontraba allá, al entrar a la sala y los dos me miraron.
- Angie, ¿Qué hacés acá?
Preguntó sonriendo Sandra mientras iba a abrazarme. La abracé de vuelta y después hice lo mismo con Guille, sonriendo.
- Nada, venía a ver a Cande.
- Bueno, toda tuya entonces.
Sonreí a Guille y me fui junto a su hija de allá. Ellos eran como mis segundos padres, desde el principio me tomaron en cuenta y siempre me invitaban a comer con la familia, aunque mientras más iba creciendo menos veces les veía.
Fui con ella a su habitación y me tiré a la cama en cuanto la vi, haciéndola reír.
- Me quedé sin cigarros.- dije mirando el techo, oyendo como prendía uno.
- Tomá, pelotuda.
- Ya sabés cómo son mis viejos y mis hermanos.
- Santino no.
- Bueno, él es adoptado, está claro.
- ¿Entonces por qué se caen tan bien?- preguntó entre carcajadas mientras le daba una calada a su cigarro.
- Porque somos de la misma madre, pero adoptados.
Rió aún más con mi estúpida teoría y le devolví el cigarro sonriendo. Como solíamos hacer cuando nos veíamos, hablábamos de todo lo que nos había pasado separadas.
Le hablé de que acabé con mi novio, que la carrera era aburrida aunque me interesase y que no volvería a beber alcohol nunca más. Por supuesto, lo último le hizo reír sabiendo tan bien como yo que en cuanto salga de joda de nuevo volvería a beber.
En cambio, ella tenía más para contar. Comenzó con su vida privada, su vida con sus otros amigos y demás para después derivar a lo que la hizo también famosa a ella, su hermano.
- ¿Y cómo está Mauro?- pregunté como de costumbre, viendo su sonrisa mientras echaba el humo de la última calada.
- Bien, sacó una nueva canción hace poco, ¿La oíste?- sonreí y asentí.
- Hit boy, ¿No?
- Con Khea.
- Está fachero.
- ¿Quién, Khea o mi hermano?
Puse los ojos en blanco y ella rió, negando con su cabeza, terminando el cigarro. No me habló de más porque no solía hacerlo.
Para ella, su hermano no era importante para mí, sólo un antiguo amigo de la infancia y con el que estoy obligada a preguntar ya que es famoso.
En realidad, aunque ya no sepa nada de él que no seas sus historias de Instagram, sus fotos y sus canciones, siempre solía sentir algo parecido a cuando le vi aquella vez rapeando en mi antigua pieza.
Aquel día, Candela y yo habíamos decidido compartir otra noche de las tantas, durmiendo esta vez ella en mi casa. Pero, se olvidó de su pijama y tuvo que venir Mauro, molesto, a traerlo.
Me acuerdo que le llevamos a la habitación porque yo no me creía que rapeaba bien y mi familia ya se había ido a dormir. Por aquel entonces, ya no solía estar tanto con nosotras, pero era hablar de rap y se alegraba más.
Entonces buscamos cualquier base en Youtube y él comenzó a hacer free por encima, sorprendiéndome. Después, se fue.
Aquella noche, mientras Candela dormía después de una guerra de almohadas, recuerdo despertarme y al instante pensar en él rapeando. De ahí, comencé a reflexionar sobre lo que realmente sentía para darme cuenta de que me gustaba el hermano de mi amiga.
- Angie, te fuiste.
- A Marte me fui, gil.
Reí levemente volviendo a la conversación, aunque duró poco la risa porque al instante me lanzó una de sus cosas.
Seguimos hablando hasta decidir salir fuera y de paso cenamos juntas en una hamburguesería cercana, tal como predije.
Fuimos juntas hablando de boludeces sin sentido hasta su casa. Me despedí de ella y como siempre, en el abrazo nos prometimos vernos más aunque sabíamos lo difícil que era.
Lo siguiente fue llamar a Juan. Vivía cerca y no quería caminar por la noche, además de que tenía frío.
- Acá llegó tu taxista preferido.- dijo mientras subía a su auto, haciéndome sonreír al instante.- ¿Que hacés acá?
- Estuve con Candela.
- ¿Lombardo?
- ¿Conocés a otra que yo conozca?- se quedó pensativo y después negó.- Pues ella.
- ¿No tenés frío?- preguntó sonriendo, desviando el tema a la vez que ya comenzaba a mover el auto.
- Demasiado.
- Arropate con mi campera, está atrás.
Miré a dónde dijo y me estiré para agarrar la campera que tenía en su asiento trasero, poniéndomela en las rodillas desnudas y congeladas. Odiaba los cambios de temperatura.
- ¿Y qué tal está?
- ¿Quién?
- Tu amiga, gil.
- Ah, bien, sí.
- ¿Le preguntaste otra vez por Mauro?
- Pelotudo.
- Parecés una acosadora.
- Es mi amigo, ¿Vale?
- Era, ahora sólo es un recuerdo más de la infancia como aquel chupetín de cereza que me encantaba, ¿Entendés?
- Bueno, con la diferencia que Mauro es fácil de encontrar y tú chupetín no, gil.
- Ahí tenés razón.- sonrió de nuevo y me miró rápido antes de volver su mirada a la carretera.- Pero bueno, tenés que olvidarte ya.
- ¿De qué debería olvidarme si no tengo nada?
Le miré confundida y él rió, haciéndome levantar una de mis cejas al instante, aún más confundida.
- ¿Qué?
- Amiga, date cuenta.- dijo aún riendo.- Te gusta Mauro.
- Me gustaba, ya no.
- Por eso rompiste con Manuel, ¿No?
- Rompimos porque era un pelotudo.
- Para ti todos son pelotudos.
- Tengo mal gusto, ¿Qué querés, Juan?- y sonrió de nuevo.
- No es que tengas mal gusto, es que no son Mauro.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora