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Me desperté en la cama de mi hermano. Resoplé y recordé que ayer me había quedado acá a dormir y él se fue a dormir a la habitación de José porque se había ido de joda.
Me levanté y despacio fui hacia la cocina. Me hice el desayuno y me quedé sola en el salón, mirando el televisor sin darle mucha importancia.
- Buen día.
Le oí detrás de mí, pero yo no respondí. Minutos después, se sentó a mi lado a desayunar.
- Bueno, ¿Qué?- preguntó él y le miré confundida.- Vos y Mauro...
- Ya te dije ayer por la noche, no voy a hablar de eso con vos.
- ¿Lo hablas con alguien?
- Juan.
- ¿Y que te dijo?
- Que me olvidase de él y siguiera con Carlos.
- Uh, no pensé que era tan pelotudo...- chasqueó su lengua y yo fruncí el ceño.- Angie, no pierdas el tiempo con ese pibe.
- Lo decís porque ese pibe, mi novio, no te gusta.
- Obvio, sería mejor hasta que salieses con alguno de tus amigos.
- Santino.
- Bueno, dale, no podés decir que lo querés si luego te andás cogiendo a Mauro.
- Andate a la mie...
- Está bien, está bien, me callo.
Levantó sus manos, interrumpiendome, y luego siguió desayunando mientras yo ya estaba enojada recién despertada.
Me levanté a llevar todo a la cocina y luego fui a su habitación a cambiarme, ya que me había dormido con ropa que él me había dejado tras llegar ayer de una reunión familiar, dos días después de ignorarle tras saber de mí y Mauro.
- ¿Crees que va a ser un nene?
- ¿Quién?- le miré desde la entrada y él sonrió, girándose para verme.
- Tu sobrino o sobrina, pelotuda.
- Y yo que sé, que me decís a mí, gil.
- Que humor que tenés nena, andá con tu novio, dale.
- Salame.
- Boluda.
- Bilidi.
Me sacó el dedo, sonreí y salí por fin de su casa. Caminé hasta la mía, ignorando lo que pasaba a mí alrededor, escuchando música a todo volumen.
Cómo siempre, Mauro no me volvió a mensajear ni llamar después de aquello. Sí que me vi con Candela, pero fue unos minutos porque de nuevo, tenía laburo que hacer y yo algo que estudiar.
Con Carlos me pasaba todo el día, durmiendo en su casa y casi sin tocar la mía desde aquello. Me había dado cuenta que cada vez que le engañaba o sentía que iba a hacerlo, después me pasarán días en su casa o simplemente con él. Quizás para recordarme que era con él con quién tenía que estar cuando comenzaba a dudar.
Al fin y al cabo, ¿Quién no podría dudar si tenía a un amigo que iba en contra de Mauro y un hermano que sí quería que dejases a tu novio?
Abrí la puerta de mi casa y suspiré, dejando la llave de Santino y mía allá. Sí, por fin le había quitado las llaves que guardaba de mi casa, así que si pasaba algo me las tenía que arreglar sola, pero al fin y al cabo eso también era independizarse.
Nada más subí a mí habitación a cambiarme de ropa por llevar la misma que ayer, mis viejos ya estaban diciéndome que volviese esta tarde que ya me extrañaban. Me era difícil decirles que no.
Bajé y me quedé toda la mañana que quedaba estudiando antes de salir a comer sola porque Carlos se había ido con sus amigos y los míos no contestaban. Después, volví a mi casa y seguí estudiando. Menuda vida más interesante tenía.
Cuando me di cuenta, ya era la hora de ir a ver a los viejos, así que me levanté, guardé unas cosas en una pequeña mochila que tenía de años y me puse la capucha de la campera, saliendo de mi casa.
Cerré la puerta y me giré, encontrándome con él. Tenía un cigarro sin prender entre sus labios, en la mano tenía una botella de lo que parecía Henessy y ninguna expresión en su rostro hasta también verme, entonces sonrió.
- Mirá con quién me vengo a encontrar.
- ¿Qué hacés acá?
- Los pibes me dejaron.- señaló y vi un auto negro alejarse.
- Y bueno, ¿Qué hacés acá?
- Vine a verte.
- ¿A verme?
- Sí, ¿Sino a que vendría hasta acá?
- ¿Para qué v...?
Mi teléfono, sonando en la mochila, me interrumpió. Lo busqué pensando que tan mis viejos pero no, era Carlos. No podía ser más inoportuno.
- Carlos.- Mauro sonrió en cuanto me oyó, haciéndome poner los ojos en blanco mientras me giraba para darle la espalda.- ¿Pasó algo?
- ¿Venís a cenar y lo que surja?
- Me voy a casa de mis viejos.
- Bueno, entonces voy con vos.
- Ya fuiste hace dos días a cenar allá, te van a dejar fuera hoy.
- Bueno, dale, les caigo bien.
- Y yo, pero igual también me echan de su casa.
- Está bien, está bien, entonces vení a dormir, te extraño.
- Dale, iré.
- Chao, te quiero.
- Y yo - dije terminando la llamada después. Me giré y él seguía igual, mirándome con una sonrisa.- ¿Qué?
- ¿Vas a ir andando hasta la casa de tus viejos?
- Iba a agarrar el bondi.
- Voy con vos.
- ¿Es joda?
- No.
- Mauro, vos y yo nada, ¿Entendés?
- Ya lo sé, pero yo quiero ver a tus viejos.
- Mauro.
- Dale, les veo y me voy, no tengo nada que hacer hoy.
- ¿Nada?
- Nada, todo de vos.- sonrió de nuevo y suspiré.
Me acerqué a él, no mucho porque ya no confiaba en mí, pero lo suficiente para meter mi mano en su bolsillo y sacar de ahí un encendedor bajo su mirada fija en mí. Miré su cigarro, intentando no fijarme en sus labios aunque fuese difícil, y lo encendí. Él tomó una calada y luego soltó el humo, echándolo hacia arriba para no tenerlo en mi cara.
- ¿Vamos?

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora