- ¡Corré, pelotudo, que te voy a alcanzar igual!
Grité sin dejar de maquillarme aunque mi hermano me robase el celular, el cual había dejado en el lavabo y no vigilaba.
Hoy habíamos decidido ir al boliche de nuevo y Santino, aburrido y con todos sus amigos de viaje o laburando, no tuvo más que volver con nosotros. Aunque hoy, Juan no estaría o al menos no con nosotros pero sí en la puerta.
Terminé de maquillarme por fin, dejé todo en su lugar y bajé en busca de mi hermano mayor. Como si nada, me lo encontré sentado en el sofá mirando el televisor aunque se notaba que intentaba no reírse.
- ¿Sos pelotudo? ¿Dónde está?
- ¿El qué?
- Mi celular, gil.
- No sé, es tu teléfono, no el mío.
- Santino.
- ¿Qué?- me miró e intentó no sonreír. Suspiré, agarré el cojín más cercano y sin esperarselo le di en toda la cara.- La concha de tu...
Calló porque comencé a correr riendo al ver como se levantaba para ir detrás de mí.
No llegué ni a las escaleras de mi casa cuando ya tiró de mí hacia atrás agarrándome del brazo para luego caer al suelo aunque me sujetasen sus brazos, los que al menos amortiguaron mi caída.
Cuando iba a comenzar a hacerme cosquillas a la vez que yo le suplicaba que no lo hiciese, se oyó un golpe en el suelo que nos hizo parar a los dos para mirar donde había sido.
- ¡Ajá!
Agarré mi celular, que se había caído de su bolsillo del pantalón, y él comenzó a correr ahora por la casa.
Me levanté rápido, fui hacia él y di gracias a Dios por no tener los tacones que llevaría está noche, ya que llegué lo suficientemente rápido a él para subirme a su espalda y caer finalmente los dos en el sofá.
- Vale, vale, me asfixio, bajate, salame.
- No servís ni para robar.
Me miró con sus dos cejas levantadas y puse los ojos en blanco quitándome de su espalda, recordando aquella vez que robó de pibe una muñeca de una tienda local para dármela al encapricharme. Siempre me lo recordaba como demostración de amor.
Subí, ya más calmada, a mí habitación para acabar de arreglarme antes de bajar y salir por la puerta al no encontrarme a Santino en la casa.
Fui a su auto y subí a él sin decir nada. Al sentarme, cambié la radio para dejar de escuchar rock y pasar al reggaeton. Me miró molesto y sonreí.
- ¿Vos te pensás que allá te van a poner rock, gil?
- Me queda poco para tirarte a la calle y dejarte acá.
- Pues entonces sería mi hermano saliendo con mis amigos, ¿No es un poco triste?
Sonreí y él resopló antes de comenzar a manejar, optando por ignorar su idea de dejarme acá y llevarnos a la casa de Matías para ir finalmente al boliche.
Sabía que Carlos iba a estar allá, me lo dijo esta mañana cuando hablamos por videollamada. Por suerte, era el último fin de semana sin exámenes cerca y queríamos celebrarlo hasta el final, así que decidí no emborracharme tan temprano y esperarme para quedarme al after.
Llegamos al boliche y Juan nos señaló directamente la dirección de la puerta de atrás. Le sonreímos todos sin saludar ni hablarle y fuimos allá. Para Santino, era algo nuevo colarse en un club.
Entramos, saludamos a su compañero de laburo y fuimos a la barra, donde nos dijo que los demás nos esperaban.
Allá, parecían haber comenzado ya con el alcohol, pero sólo fueron tres rondas de chupito, así que cuando llegamos nosotros comenzamos a beber de verdad.
- Algún día, llegaré a entrar allá.- Santino, apoyado con uno de sus codos en la barra, señaló la zona VIP, haciéndome reír.
- Sí, pero para servir.
Me miró con el ceño fruncido y yo reí antes de beber y agarrar su mano para llevarle a bailar.
Desde pequeños, bailábamos en casa cualquier cosa que nuestros viejos nos pusiesen, aunque lo que mejor se nos daba era la cumbia, por supuesto.
Cada vez que había una reunión familiar, acabamos todos bailando o sino, sólo Santino y yo dando el espectáculo a los demás.
A nosotros se unieron más tarde Matías y Claudia, que junto a mi eran los que mejor bailaban en el grupo. Nicolás y Diana preferían buscar a alguien que llevarse a la cama y Juan prefería emborracharse siempre que tenía una noche sin laburar.
- Bailamelo, Santino, dale.
Dije mientras mi hermano movía la cintura intentando hacer lo mismo que nosotras, haciéndonos reír.
Después, decidió irse y al final nos quedamos Claudia, que se comenzaba a tambalear, y yo bailando.
Hasta que vi a Carlos, entonces fue cuando me di el descanso y agarré la mano de Claudia para tirar de ella hacia la barra. Allá pedí algo para las dos y luego me acerqué a él.
- ¿Salís a bailar?- se dio la vuelta y me sonrió antes de abrazarme.
- Que paja, yo prefiero beber.
- Que paja.
Repetí imitandolo y haciéndole reír. Seguimos hablando por encima de la música hasta que sentía que Claudia se aburría, bebía demasiado y yo me estaba quedando sin voz.
Entonces, me despedí de Carlos porque no quiso ir con nosotras y como no vi a Pedro, su amigo, fui junto a Claudia de nuevo a bailar.
Minutos más tarde, apareció Diana en el momento justo para acompañar a Claudia al baño, quedándome a mí bailando sola aunque me avisaron que pronto llegaría Nicolás.
Pero no importaba, no era la primera vez que bailaba solo para mí. Así que eso hice hasta que oí su voz.
- ¡Dale, dale, dale!- sonreí y me abracé con ella.
- ¿Qué hacés acá?
- Lo mismo que vos.
- Mirá que hoy no avisas eh.
- Dale, vení.
Me agarró la mano y sin aviso tiró de mí alejándome de la gente. Por suerte no estaba tan borracha como para no saber a dónde me llevaba.
- ¿Acá?
- Más cómodas, haceme caso y déjate de giladas.
Siguió tirando de mí hasta pasar a la zona VIP y entonces ver a todos los amigos de su hermano y él, claro.
- Me la encontré perdida y la adopté.- dijo soltando por fin mi mano para dejarme sola para saludar a todos, aunque sólo conocía a los famosos.
- ¿Otra vez borracha?- preguntó Mauro cuando me senté a su lado a falta de otro lugar. Odiaba llevar estos tacones.
- Hoy no.
- ¿Querés?- de repente, Alejó me extendió un porro bastante grande sonriéndome como él solía hacer.
- Ya no fuma.- respondió por mí Mauro, sonriéndome después mientras su amigo se iba riendo a otro lugar.- ¿Y qué hacés acá?
- Tu hermana me llevó a la fuerza, no tuve chance de escapar.
- Esa es mi hermana.- la miró y rió antes de fumar lo mismo que me enseñó Alejó pero a punto de acabarse.- Dale, tomá, ¿Por qué si tomás, no?
- Ja, ja.
Miré mi vaso medio vacío y luego el suyo. No pregunté que llevaba, tan sólo acepté lo que me dio y tomé un sorbo no muy grande al sentir mi garganta arder en segundos.
- Fuerte eh.
- Me gusta lo fuerte.
Sonrió y bebió también. Iba a hablar, pero Candela me agarró y me llevó a ver a sus otras amigas, las que ya conocía de antes.
Mientras hablaba con ellas y bebía, me llegó un mensaje de Nicolás. Llevó a Claudia a casa de Diana, con ella también, porque su vieja no podía ver cómo estaba. Santino y Matías no daban señales así que parece que la fiesta de mis amigos se acabó.
En cambio yo, quizás por el alcohol, estaba demasiado bien como para irme y aunque estuviera él, me sentía cómoda gracias a Candela.
Decidí bailar con ellas una vez Candela me dio otro vaso lleno de cualquier cosa que de nuevo no pregunté hasta que algunas se cansaron, otras fueron a beber y Mauro se levantó.
- ¿Seguís bailando como cuando eras una nena?- preguntó antes de beber y sonreí.
- ¿Me estás retando?
- Dale.
- Uh, cuidado que Mauro es el boss final.- dijo Candela riendo
- Yo lo manejo, vos tranquila.
Le sonreí a Mauro y este hizo lo mismo antes de volver a beber y comenzar a bailar juntos, alejando a Candela de nosotros mientras se reía.
Tal y como bailaba con Santino de pequeños, lo hice también con la misma confianza con Mauro aunque no fuera la misma música. Pero parece que aún seguimos siendo los mejores en esto.
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Piensa En Mí (Duki)
FanfictionAngie, hija de padres españoles, nació en Buenos Aires, Argentina. Desde pequeña, vivió en Almagro, siendo parte de una familia humilde junto a sus tres hermanos mayores. Con cinco años, mientras jugaba en el parque conoció a una niña en uno de los...