39.

961 51 1
                                    

Desperté porque el teléfono comenzó a sonar, ya que alguien me estaba llamando mientras yo seguía durmiendo.
Resoplé y me di la vuelta. Por suerte estaba sola. Me senté en la cama y miré mi celular. Carlos.
Suspiré y me levanté, ignorando la llamada para ir directa a la cocina en busca de una pastilla que calmase mi dolor de cabeza matutino tras la joda de ayer.
Volví en taxi, después de despedirme de Candela y los demás. Incluso de Mauro, aunque él quiso acompañarme con la escusa de asegurarse que no me ocurría nada sola, pero yo lo preferí así por las dudas, ya que había bebido y por alguna razón, él más alcohol significaba sexo que yo no podía tener porque tenía un novio que a estas horas me llamaba.
Mientras desayunaba me acordé entonces de que habíamos quedado para desayunar juntos, así que quizás por eso me llamaba.
Maldije para mis adentros y fui a mi habitación lo más rápido que pude. Agarré el celular y le llamé de vuelta. A la primera, me ignoró, pero a la segunda aceptó por fin la llamada.
- ¿Qué?
- Se me olvidó.
- ¿A qué hora llegaste ayer?
- No muy tarde, nada más te dije que me iba me fui, pero me desperté tarde. Lo siento.
- Dale, Angie, si quedamos para desayunar no me hagas quedar como un pelotudo esperándote para salir fuera porque le dije a Pedro que no desayunariamos en casa para estar solos.
- Perdóname, ¿Sí? Me olvidé de lo que dijimos, tenía mucho sueño.
- Y yo mucha hambre, por suerte Pedro dejó algo.
- Uh dios...¿Se te pasa si voy a comer?
- Andate a joder, Angie.
- Ca...
Pero la llamada terminó. Miré confundida el teléfono. Sí, le había dejado sin desayunar porque me había quedado dormida, no fue a propósito.
Hoy no tenía que estudiar y ayer llegué de una joda, así que mi cuerpo aceptó que tenía que dormir sí o sí, así que nada me despertó antes, ni siquiera los rayos de sol que se colaban por mi ventana.
Suspiré y dejé el teléfono en la mesilla, suponiendo que necesitaba espacio para calmarse. Al fin y al cabo, no hay pareja sin discusiones y aparte, seguía teniendo sueño.
Bajé a terminar de desayunar y después me quedé en el salón viendo una serie hasta que llegase la hora de comer. Como mi refrigeradora estaba vacía y yo no tenía ganas de pedir a domicilio, decidí ir a donde siempre tenía un plato en la mesa. La casa de mis viejos.
Fui en taxi, con el teléfono en la mano por si Carlos llamaba. Cuando llegué, vi que estaba el auto de Santino aparcado. Por suerte no tenía que aguantar a Miguel. Llamé y al segundo mi viejo me abrió.
- Angélica.
- ¿Sobra comida?- su cara pasó de sonrisa y sorpresa a mirarme como si se lo esperase.
- ¿Otra vez se te olvidó comprar?
- No me acostumbro a que mamá no me obligue a ir.
- Dale, pasá.
Sonreí como una niña y él me dejó pasar. Fui al salón y allá me esperaban Santino y mi madre, que me miraron sorprendidos pero al segundo vinieron a saludarme.
- ¿No tenés comida en casa?
- Luego iré a comprar.
- ¿Ni Carlos te abrió?- preguntó Santino sonriendo antes de agarrar su cuchara y comer.
- Discutimos.
- ¿Por qué?
- Le dije que íbamos a desayunar juntos pero me quedé dormida.
- ¿Y se enfadó por eso? Mejor que se acostumbre.- Santino rió y yo puse los ojos en blanco.
- Santino.- mi viejo le llamó la atención, chasqueando después su lengua.
- Angélica, tenés que despertarte antes.
- Ya lo sé, ma.
- Y tener un horario de sueño bueno.
- Lo sé.
- Y estudiar, ¿Cómo va la facultad?- sonreí recordando las veces que está conversación se había repetido entre nosotras.
- Todo bien, no te preocupes.
Seguimos comiendo y hablando mientras tanto, siendo Santino el que más porque al parecer tenía anécdotas guardadas para hoy.
Después de comer, él y yo nos quedamos limpiando los cubiertos y demás para luego sentarnos con nuestros padres en el sofá a ver la televisión. En unos minutos, se durmieron y sólo quedamos Santino y yo viendo cualquier película.
Hasta que sentí el teléfono vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Lo agarré rápido, podía ser Carlos y lo que menos tenía que hacer era dejarlo esperando más tiempo. Pero no.
Mauro😉
Buen día.
¿Resaca?
Miré extrañada el teléfono. Era raro que me mandase un mensaje, hacía días que no hablábamos y ahora de repente me decía esto.

¿Pasó algo?

Nada.
Me aburrí y pensé en vos.

Mirá vos.

Eso es lo nuestro.
¿No?

¿Nuestro?

¿Desde cuándo?

Puedo hacerte recordar.
Sólo tenés que llamar.
😉

Estoy bien así.Gracias igual.

Bueno.
Como digas.
¿Todo pretty?

Todo piola.

Dale.
Contame algo Angieeee.
Me aburro dale.

¿Te cuento las historias que me decía mi vieja para dormir de pequeña?

Si son divertidas sí.
Sino me da paja.

Sonreí y después me mandó un audio. ¿Yo como escuchaba algo así sin saber que iba a decir y en casa de mis padres?
- ¿Carlos?
- ¿Qué?- levanté la mirada del celular y Santino me sonreía desde el sillón.
- ¿Es Carlos el del teléfono?
- Eh...
- Dale sí, mirá cómo sonreís, ya se arreglaron.
- Seguí con la película, yo me voy al baño.
- Como digas, pelotuda.
Rió levemente desviando su atención de mi al televisor y yo mientras me levanté del sofá y fui al baño como le había dicho para escuchar que tenía que decirme.
- Si querés podés venirte a mi casa, estoy re solo y necesito compañía, no podés abandonar al duko, se queda triste.
Sonreí cuando su voz ronca dejó de sonar y miré el celular para mandar también un audio.
- Ya sé, pero yo estoy donde mis viejos y no puedo acompañarte. Igual otra puede, vos sólo tenés que llamar.
Mandé el audio y me senté en la tapa del WC, esperando a que me mandase el siguiente mensaje, que también fue un audio.
- Dale, si vos no venís voy yo, mirá que me acuerdo.- al segundo de oírle, ya le contesté.
- Todo piola, wacho, no hace falta que vengas.
- Sí, sí, ya tarde.
Puse los ojos en blanco y terminé por dejar de mandarle mensajes. Sabía que era mentira, mayormente porque viviría lejos de acá y él no sabía conducir, así que no creo que tuviese ganas de venir hasta acá por mí. ¿No?

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora