Reí viendo cómo Matías acababa de caerse jugando un uno contra uno con Juan. Los mejores del grupo jugando a baloncesto ahora intentaban ser igual de buenos en fútbol. Pero, en este deporte los mejores éramos Santino y yo.
- Dale, terminen ya, me tengo que ir.
- Decile a Mauro que espere un poco, ché, ni que te fueras a morir o algo.
- Gracias amigo, sos re agradable.
- ¿Y cómo va la universidad?- preguntó ahora mi hermano, Santino, que también había venido a ver el espectáculo.
- Como siempre.
- Dale, Angie, ¿No aprobaste nada?
- Aún no sé, mañana tengo un examen, ya te diré en unos días.
- Sos un desastre
- Vos también sos muy amable, hermano.
- ¿Y a dónde van hoy?- preguntó Claudia.
- ¿Mauro y yo? Bueno, no hay ningún sitio en especial, sólo su casa.
- Donde esté una cama...
- Estás hablando de mi hermana, por favor.
Claudia y yo reímos mientras que Santino chasqueaba su lengua, desviando su mirada de nosotras a los dos jugadores.
- Al siguiente gol termina eh.
Advirtió Nicolás, que también había quedado con una mina y quería irse. Matías se burló de él y sin darse cuenta, Juan ya estaba delante de su portería. Segundos después, parecía que Nicolás había sido un adivino.
- Listo, vámonos, Angie.
- Lo siento, chicos.
- Bueno, andá con tu novio y vos, no vuelvas por acá.
- Dale, wachin.
Nicolás se rió viendo cómo Matías se hacía el indignado y mientras yo ya me iba despidiendo de los demás. Cuando los dos ya estábamos listos para irnos caminamos juntos hasta su auto y me subí al asiento de copiloto a la vez que le mandaba un mensaje a Mauro para avisarle de que iba allá.
No tardamos mucho, no porque estuviera cerca, sino porque Nicolás era el que más manejaba rápido de todo el grupo.
- Chao.
- Angie.- me giré una vez salí del auto y me sonrió.- Siempre con forro.
- Lo mismo digo, gil.
Rió y yo sonreí, cerrando la puerta de su auto. Me giré y comencé a caminar hacia su casa oyendo de fondo como Nicolás ya se marchaba. Llamé a su puerta y esperé.
- No perdés el tiempo vos eh.- sonreí viéndole con un porro casi apagado entre sus labios y me sonrió de vuelta antes de quitárselo.
- ¿Querés?
- Sabés que no.
- No hablaba del porro.
Puse los ojos en blanco y él rió sabiendo que odiaba sus indirectas sexuales. Caminó hacia mí para besarme rápido, posando sus manos en mi cintura para terminar de acercarme a él. Al separarse, agarró mi mano y entramos juntos.
Nada más entrar, todo el frío que tenía afuera se me fue al tener que oler sin parar todo el rastro de su porro. Resoplé y me quité el buzo, quedándome entonces con el crop top que me había puesto debajo.
- Dale, no hace calor.
- Serás vos entonces.
Rió dejándose caer en el sofá dando a la vez una calada. Soltó su humo lentamente, con sus ojos fijos en mí, viendo cómo me acercaba lentamente.
Cuando el humo desapareció, él se quedó con la misma expresión. Yo sonreí y corté la poca distancia que había entre nosotros antes de acabar por tumbarme encima de él.
Se colocó mejor hasta que dejó que mi cuerpo cayese por el lateral hasta acabar entre el respaldo del sofá y su cuerpo. Le abracé, dejando mi cabeza apoyada en su hombro para que así él pudiese pasar su brazo por mí y tenerme también abrazada. Dejé mi pierna encima de una de las suyas para estar aún más pegada a él y decidió llevar su mano libre hacia mis caderas mientras volvía a dar otra calada.
- ¿Hoy también te vas?
- Según, ¿Vas ha hacer algo para que no me vaya?
- Pedí pizza.
- Que raro.
- Dale, iba ha hacer milanesa pero no tenía.
- ¿Vos?
- Soy un buen cocinero.
- Y yo una buena abogada, ¿No?- sonreí sabiendo que él también lo hacía.
- Cuando pruebes algo mío ya me dirás.
- Ya lo he hecho.- levanté mi cabeza de su hombro para mirarle y levantar y bajar mis cejas exageradamente hasta hacerle reír.- ¿No tenés tabaco?
- Por ahí.
- Boludo.
Rió de nuevo y yo negué con la cabeza, volviendo a apoyarme en su hombro. Mientras se terminaba su porro comenzó a hablarme de su nueva música, prometiendo que me enseñaría después algo cuando sabía que odiaba escuchar las canciones antes de que salgan. Le encantaba molestarme porque sabía que sólo me relajaba si me besaba, era demasiado para mí.
Un tiempo después, cuando ya habíamos pasado a otros temas como qué pasaría si suspendía el siguiente examen, su porro ya se había acabado y habían llamado a la puerta.
Me aparté lo suficiente para que pudiese levantar y caminó hacia la puerta, dejándome sola en el salón. Me senté y agarré mi celular para ver si había algo nuevo pero nadie me había mandado mensajes.
Unos segundos después, Mauro aparecía con un par de pizzas y una sonrisa boba por lo que se acababa de fumar, así que seguramente no había sido el primero del día.
Las dejó en la mesa y se sentó a mi lado con las piernas cruzadas como los indios. Él abrió las cajas mientras que yo ya había divisado el tabaco y comencé a liarme un cigarro.
Puso música como solía hacer y comenzó a comer, hasta que se quedó quieto mirándome mientras pegaba el papel de liar.
- Yo lo hago más rápido.
- No se trata de rapidez, se trata de calidad.
- Bueno, perdoname.- reí levemente cerrando finalmente el cigarro - Dale, liamos uno los dos a ver quien acaba.
Le miré, levantando una ceja y él sonrió sabiendo que aceptaría. Los dos agarramos una boquilla y el papel.
Contamos hasta tres y comenzamos a agarrar el tabaco y ha echarlo en el papel. Iba tan rápido que estaba segura que se le caería, pero yo seguí haciendo el mío como si no estuviera compitiendo. Le coloqué la boquilla cuando ya estaba bien y después pasé mi lengua por el papelillo, pegándolo mientras le seguía dando forma.
Cuando acabé todo, lo miré orgullosa y luego le vi a él, dándome cuenta que le había ignorado en todo momento. Pero, él también había terminado.
- Empate.
- Somos iguales en todo.- respondió sonriendo.
- No en todo, yo juego mejor al Lol.
Ahora fue él quien levantó una ceja y yo reí antes de que nos cambiasemos el cigarro del otro, fumandome el que había hecho.
Seguimos con la anterior conversación cuando había vuelto de la cocina con su ron y agua para mí porque no había más y no quería alcohol. Genial, pizza con agua.
Terminé de fumar y al poco tiempo de comer, dejándome caer en el respaldo del sofá en silencio, oyéndolo hablar sin dejar de mirarle.
- Te vas a dormir.
- Me cansas demasiado.
- ¿Sólo hablando? Entonces después...- resoplé y él rió, dejando también de comer porque directamente no había más.- Andá a la cama si querés.
- No, no, estoy bien.
- Si vos decís.
- Callate y seguí contando.
- ¿Me callo o sigo hablando?
- Mauro.
Rió y yo sonreí. A veces era realmente una pelotuda, por suerte estaba con él.
Siguió hablando fumando el cigarro que yo había hecho antes de nuestra competición, también con su espalda en el sofá.
Acabamos con su brazo alrededor de mis hombros, aún con sus piernas cruzadas de la misma forma y yo con las piernas arriba del sofá, flexionando las rodillas. Teníamos los dos el celular, viendo nuestras cosas sin dejar de hablar con el otro.
- Angie.- no respondí sabiendo que no hacía falta, él seguiría hablando.- Te tengo que contar algo.
- ¿Me vas ha hacer llorar?- pregunté y chasqueó su lengua molesto, haciéndome sonreír.
- ¿Querés venirte conmigo?
- ¿A dónde?
- Tenemos algunos conciertos y bueno, no quiero irme sin vos.
- Mauro, no puedo.
- Sabía que ibas a decir eso.
- Dale, me encantaría ir pero con la facultad...- me aparté para poder ver su cara, dejando el celular.- Podés irte sin mí igual.
- Pero yo quería que estuvieras conmigo allá.
- Habrá otros.
- Otros.
- Mauro, no puedo.
- Ya, ya, nunca podés, ya sé.
- ¿Nunca?
- ¿Vamos a un boliche? No puedo, ¿La Adolfina? No puedo. ¿Mi casa? No puedo. ¿La casa de mi hermana? No puedo. ¿Voy a tu casa? No podés.
- Sabés que quiero estar con vos, no sé a qué viene esto.
- A que parece que es más entretenido estar en la facultad que con...
- Eso es una pelotudez, Mauro, pará acá porque no vamos a llegar a ningún lado.
- Ya, claro.
- Mauro.
- ¿Qué?- su pregunta fue tan cortante que básicamente me dijo que sí, se había molestado.
- Iré a otros conciertos, pero ahora no puedo porque tengo que estudiar. Por estar con vos he estado suspendiendo, por eso ahora necesito recuperar lo perdido e intento hacerlo sin dejar de verte.
- ¿Me querés dejar por la facultad? ¿Eso me estás diciendo?
- No.
- Parece.
- Pues no es eso, Mauro, dejá de decir boludeces porque no.
- Hacé lo que quieras.
- Genial.
Dejó de mirarme para tener sus ojos en su teléfono, ignorandome. Se me había olvidado cómo era su cara de molesto.
Chasqueé mi lengua, agarrando también mi teléfono aunque en realidad esperaba que dijese algo. No me iba a ignorar toda la noche, ¿No?
- ¿Me vas a decir algo?- pregunté, mirándole, esperando. Pero nada.- Bueno, entonces me voy.
Y ni así me dirigió la palabra. Le miré atónita y negué con la cabeza levantándome del sofá, sin poder creerme lo que acababa de pasar.
Me puse el buzo y me guardé el teléfono, caminando sola a su puerta. Agarré el pomo y esperé por si aparecía, pero no, seguramente seguía mirando su teléfono.
Abrí la puerta molesta y cerré fuerte, caminando a la vez que llamaba a un taxi para no andar sola por la noche. Todo lo bonito se había ido en un momento.
ESTÁS LEYENDO
Piensa En Mí (Duki)
FanfictionAngie, hija de padres españoles, nació en Buenos Aires, Argentina. Desde pequeña, vivió en Almagro, siendo parte de una familia humilde junto a sus tres hermanos mayores. Con cinco años, mientras jugaba en el parque conoció a una niña en uno de los...