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La luz del día comenzaba a molestarme, haciendo más notable cada segundo el dolor de cabeza que me hacía recordar mi salida de anoche. Como odiaba despertarme siempre así.
Resoplé abrazando la poca almohada que podía, tapando mi cara en ella. Cuando el dolor se hizo tan insoportable que necesitaba tomarme una pastilla, volví a resoplar a la vez que despegaba mi cara para mirar con los ojos entrecerrados la ventana, molesta. Fruncí el ceño y maldije en susurros que ya fuese de día.
No fue hasta ahí que me di cuenta de que alguien me abrazaba por la espalda. Al girarme a ver quién era, aunque algo ya me hacía sospechar su nombre, sonreí al verle dormido con el pelo despeinado, la ropa por suerte en su sitio y la boca abierta, boca abajo pero con la cabeza de lado. Tal como me había despertado yo.
Suspiré y lentamente, me fui saliendo de su agarre suave hasta salir de la cama definitivamente. Fui a la ventana y corrí las cortinas, suspirando por fin en la oscuridad que sólo se iluminaba por la poca luz que se dejaba ver de la casa.
Volví a la cama, levantando levemente su brazo para volver a dejarlo en mi cintura, pero esta vez poniéndome de lado, mirándole. Sonreí de nuevo, se sentía bien despertarse con él por fin con ropa, aunque no fuese la primera vez que durmiesemos sin sexo antes.
Cerré por fin mis ojos y fui recordando lo que pasó ayer hasta que la imagen se volvió borrosa y acabé durmiendome.
Un tiempo después, oí de lejos a alguien toser, pero no me desperté completamente. Seguí durmiendo hasta que mi teléfono comenzó a sonar, rompiendo definitivamente mi sueño.
Suspirando me di la vuelta hasta agarrar mi celular de la mesa de luz, mirando qué era esa notificación.
José❤️
¿Cómo estás?
¿Llegaste a casa bien?
Miré rara la pantalla, era extraño que me preguntase. Pero, le contesté que sí. Al segundo, me dijo que Santino ayer a la noche le avisó por mensajes que me había ido con Mauro porque estaba borracha y fumada, ¿Fumada? Luego siguió diciéndome que no nos encontró y por eso me llevó Mauro y finalmente, acabó por decirme que fuese a su casa, que tenía una sorpresa.
Que mi hermano mayor, el más distante a nosotros, tuviese una sorpresa para mí cuando en mi cumpleaños no he recibido algún regalo suyo porque se le olvidó que era ese día, era en general extraño.
Me levanté y despacio fui a la cocina, volviéndome de nuevo el dolor que no sentí al dormirme a oscuras. Lo primero que hice fue agarrar un vaso, llenarlo de agua y tragarme una pastilla. No podía esperar al café que luego me hice para desayunar, aunque sólo fuese eso. No me entraba nada más.
Después, volví a la habitación para correr levemente las cortinas y ver mejor la ropa del armario. De nuevo, detrás de mí volvió a toser, pero lo ignoré y seguí buscando algo rápido que ponerme para irme a duchar y quitarme el olor a alcohol.
- ¿Angie?- cuando le oí preguntar con su voz ronca de recién despertado, me giré a verle.- ¿Ya me abandonas?
- Tengo que irme a casa de mi hermano.
- Nunca podemos darnos los buenos días bien.- sonrió levemente, con sus ojos entrecerrados para que no le molestase la luz tanto.
- Podés venir si querés.- le respondí, volviendo de nuevo mi vista al pantalón que al final agarré.
- Que raro que me invites a la casa de alguien de tu familia.
- Que raro que estés en mi cama vestido.
- ¿Te acordás de algo de ayer?
- ¿Debería?- le miré en la puerta, sonriéndole y él sólo subió sus hombros.- Dale, levántate que me voy a duchar.
- ¿Y querés que te acompañe?
Fruncí el ceño y él rió levemente, haciendo notar aún más su tono ronco a la vez que cerraba sus ojos, dejando sus manos en la nuca.
Salí de la habitación por fin para irme a darme una ducha rápida y vestirme sin arreglarme. Tapé mi despeinado pelo con la capucha del buzo y al salir él estaba yendo hacia la cocina.
- Al fin.
- ¿Vamos andando?
- Supongo.
Volvió a subir sus hombros y me acerqué a peinarle el pelo con su mirada fija en mí, sin dejar de sonreírme. Cuando terminé, guardé mi teléfono con las llaves en el bolsillo del buzo y abrí la puerta, esperando que saliera antes para luego cerrarla detrás de mí, colocándome a su lado.
- ¿Qué pasó ayer para que me acompañases vos a mí casa?
- Me encontré con tu hermano en el boliche, tiraba de vos buscando a una amiga tuya.
- ¿Tiraba de mí?
- Sí, estabas borracha y luego me dijiste que habías fumado.
- Que raro, yo ya no fumo más que tabaco.- subió de nuevo sus hombros.
- Esa noche estarías más feliz, no sé, luego me dijo que te cuidase que así buscaba mejor a tu amiga y al final te dijo a vos qué se iba con ella a llevarla a casa y que no encontraba a tus otros amigos.
- Ya, eso me lo dijo José.
- Bueno, nada, te acompañé porque hasta tu hermano te dijo que lo hiciera.- le miré confundida pero agarré mi teléfono y vi los últimos mensajes de Santino. Era verdad.
- ¿Y qué pasó luego?
- ¿Luego qué?
- ¿Porque acabaste dormido en mi casa si sólo ibas a acompañarme?- pregunté sonriendo, dejando de mirarle para ver qué ya estábamos cerca de la casa de mis hermanos. No sé cómo se me había pasado el camino tan rápido, quizás por el silencio antes de hablarle.
- Querías tener sexo conmigo.
- ¿Qué?
- Sí, te llevé hasta la habitación porque no estabas bien ni para subir las escaleras, pero luego me besaste.
- ¿Yo?
- Sí, vos.- en ese momento, sólo había una pregunta en mi cabeza. ¿Le dije que me gustaba?
- Bueno, pero ya está, ¿No? Quiero decir, yo quise, pero al final nada y acabaste dormido en mi cama.
- Más o menos.- sonrió cuando estábamos delante de la puerta de la casa de mis hermanos. Llamé a la puerta y esperé a que abrieran.
- ¿Más o menos?
- Sí, digamos que dijiste que querías que supiese cómo era estar con una chica buena y al final no tuve más remedio que quedarme con vos, ya sabés, para no perder siempre.
¿Qué? ¿Se lo había dicho? Le miré sorprendida mientras que él sonreía divertido. No recordé nada, pero parecía que todo era tan surrealista y yo tan tonta que podría ser verdad.
- Por fin, hola, Mauro.
Desvié mi mirada a mi hermano, que sonreía como si nada. Mauro le saludó, pero rápido José tiró de mí hacia dentro de la casa mientras yo estaba aún en mis pensamientos. ¿Ahora qué?
Sin saber que hacer, mi hermano me seguía llevando por la casa, exactamente hacia la habitación de Santino y con Mauro detrás de mí.
- ¿Lista?
- ¿Para qué?- abrió la puerta y allá me encontré a mi hermano luchando por ponerse rápido el pantalón y Diana en la cama, fumando a la vez que miraba el teléfono, ella vestida.- ¿Santino?
Mi hermano levantó la mirada para encontrarse con mi confundida mirada, la cara sonriente de Mauro y la diversión de José.
- ¡Fuera, fuera!
Diana saludó como si nada con su mano mientras que él iba corriendo a la puerta a cerrarla. Después, miré a mi otro hermano.
- ¿Qué es esto?
- Me quedé igual. Me desperté, fui a ver si estaba y me los encontré dormidos.- dijo antes de irse riendo, dejándome de nuevo a solas con Mauro.
- Parece que no somos los únicos, pero ellos creo que se divirtieron más.
Le miré con el ceño fruncido y él sonrió, yendo hacia donde mi hermano había ido. Fui detrás de ellos, aún confundida, y segundos después salieron ellos.
- Chao.
- Chao...- me despedí de mi amiga, que sonreía como si nada, yéndose de la casa.- ¿Qué es esto, Santino?
- Un problema, eso es lo que es.
- Él, que decía que no le gustaba.- dijo entre carcajadas José.
- Callate, pelotudo, sólo ha sido hoy, nada más.
- Anda que...
- ¿Y vos qué? ¿Otra vez con Mauro?
- Ché, nosotros dormimos vestidos, nada más.
- ¿Eh?- ahí nos dimos cuenta que José estaba allá y lo peor, que él no sabía nada.- ¿Qué me perdí?
- Nada.- respondí.
- Mauro y ella se han acostado.- dijo a la vez que yo Santino, haciéndole que le mirara sorprendida.- Tenía que decirlo.
- Te voy a...
- ¿Cómo, cómo? ¿Vos y él? ¿Cuándo? ¿Desde cuándo?
- Sólo fue una vez.
- Varias.- añadió Mauro.
- Y hasta cuando tenía novio.- añadió ahora Santino.
- ¿Se pueden callar? José, esto no se sabe, ¿Sí? No hace falta, ninguno quiere que Miguel nos cague a trompadas por tener secretos.
- Eso es verdad.
- Tranquila, no diré nada, ya sabes cómo soy.- dijo sonriendo, haciendo que suspire aliviada.- Pero linda pareja eh.
- Callate, pelotudo.
Rió y Mauro sonrió como si nada mientras yo me levantaba para luego despedirme. Estaba demasiado confundida y alterada para ser por la mañana. Por supuesto, Mauro tenía que salir conmigo porque yo misma le traje.
- Menuda familia.
- Callate vos también.- rió levemente, caminando conmigo.
- ¿Y al final qué?
- ¿Qué de qué?
- De lo que te dije antes de entrar a la casa de tu hermano. Le mandé un mensaje a un amigo diciendo donde estaba y viene para acá, está cerca, no tardará.- respondió, dejando de caminar.
- Mauro...
- Yo te respondí ayer cuando me lo dijiste, pero no sé si lo decías en serio o escabiaste demasiado.
- Yo...no sé, ¿Qué es lo que me estás queriendo decir? Porque yo no sé qué te dije.
- Que si me iba entonces me perdería estar con una chica buena.- repitió.
- ¿Y vos querés estar con una chica buena?- sonrió y yo hice lo mismo.- ¿No se supone que debo de irme con uno bueno?
- Visto lo visto, los escogés fatal.
- Gracias eh.- levantó sus hombros y chasqueé levemente la lengua.- ¿Y entonces qué?
- Quizás un chico malo es mejor, ya que lo vas a elegir, hacelo mal a propósito, ¿No?- sonreí, no veía ninguna falla en su lógica. Aunque me asustase su mundo desconocido, siempre tiraba de mí la única parte que conocía de él, Mauro, no Duki.
- Bueno...la verdad es que me encanta buscarme problemas.
- ¿Sí? No me di cuenta.
Reí levemente y él sonrió antes de que acabase por acercarme a él para besarle, no como las otras veces, no con necesidad de algo más. Porque ahora, ya nos teníamos.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora