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Desperté lentamente cuando aún no había entrado mucha luz por la ventana. Me llevé las manos a la cara para intentar dispersar el dolor de mi cabeza, aunque estaba claro que así no conseguiría nada.
Suspiré abriendo levemente los ojos de nuevo, comenzando a ver dónde estaba. En ese segundo, toda mi resaca dolió más cuando me acordé donde estaba y qué había pasado acá.
Me giré lentamente hasta quedar boca arriba, viéndole al otro lado, dormido de la misma forma que estaba ahora yo con su mano fuera de la sábana, en su pecho.
Eché mi pelo hacia atrás pensando en que debería hacer ahora. ¿Me voy o me quedo? Seguramente mis amigos ya se habrían dado cuenta que no me fui con ninguno de ellos.
Agarré mi teléfono de la mesilla y miré si tenía algún mensaje. Sólo uno, el de Carlos de ayer. Entonces, me acordé de verle con una mina que desconocía e irse al menos de mi vista mientras estábamos en el boliche. Ahora entendía porque en parte había hecho lo de anoche, realmente odiaba a Carlos ayer.
Miré a Mauro y luego al teléfono sin saber aún que hacer. Decidí entonces buscar con la mirada mi ropa en el suelo. Lo mejor era irme, hacerlo todo más fácil, sobretodo para mí.
Me levanté de la cama lentamente para no despertarle y me vestí. Con suerte, se quedaría dormido tanto como Candela decía que dormía.
Cuando terminé por vestirme, salí de la habitación con todas mis cosas y busqué la salida intentando ignorar el dolor de cabeza de todo lo que tomé ayer.
Mientras caminaba hacia la entrada, mi teléfono vibró. Lo agarré de nuevo para ver qué era, encontrándome con mensajes de Carlos nuevos.
Carlos💞❤️
Dale.
¿Te pensás que soy pelotudo?
¿Por qué no contestas ahora?
Al levantar la mirada, casi me choco con la puerta. Guardé el teléfono de nuevo y abrí la puerta por fin para irme.
- Buen día.
Oí detrás de mí y cuando me giré le vi andando, por suerte vestido, hacia su cocina como si nada.
- Bueno, yo ya me iba.
- ¿Llamó tu noviecito?- preguntó volviendo. No me había dado cuenta hasta ahora de su voz ronca de recién despertado.
- Peor, mandó mensajes siendo tremendo gil.
- Podés quedarte acá si no querés verle.- sonrió.- Yo no tengo ningún problema, voy a seguir durmiendo.
- No, no, mejor me voy, además tampoco voy a verle aunque no esté con vos.
- Está bien, pero si necesitás algo, llámame.
Asentí y sin decir más, salí de su casa. Había sido una mañana distinta, no tenía que esconderse de algún familiar mío o de Carlos. Era más fácil en su casa al parecer.
Caminé hasta una parada del colectivo y esperé hasta que esté llegó. Pagué con lo poco que me quedaba y me senté sintiendo el frío de la mañana minutos después de estar fuera de su casa.
Llegó por fin a mí parada y me baje, yendo a mi casa con la esperanza de que Juan no seguía allá y había dejado la llave en algún lado como hacía él o sino, tendría que ir a buscarla. Toqué a la puerta y esperé.
- Angie.- inesperadamente, su cabeza se asomó por la puerta sin dejarme ver más.- ¿Qué hacés acá?
- Vivo acá, ¿No cambiaste aún las sábanas o qué?
- Digamos que aún no salimos de allá.- sonrió y yo levanté una ceja.- ¿Pero vos qué hacés acá? ¿No se supone que iba a darte la llave en casa de Claudia?
- Yo también tuve una noche algo loca.
- ¿No dormiste con ella?- abrió, confundido, un poco más la puerta para dejarme ver que no tenía ninguna remera puesta.
- No.
- ¿Se arreglaron Carlos y vos?
- Tampoco.
- ¿Mauro?- al contrario que las anteriores preguntas, esta la hizo cruzándose de brazos y serio. Asentí y suspiró.- ¿Otra vez?
- Es una larga historia, ¿Salís ya?
- ¿No me podés dejar un tiempo más?
- ¿Me estás cargando?
- Dale, buscate un sitio donde ir, seguro que tus viejos te dejan.
- Mis viejos no me aguantan por la mañana, pelotudo, dale, déjame la casa.
- Está bien...te quiero.
Sonrió y yo intenté entrar antes de que, como me suponía tras su rápido "te quiero", cerrase la puerta delante de mí. Apoyé mi espalda a ella y suspiré.
Mis hermanos no estaban despiertos seguro, era demasiado temprano. Mis viejos no me suelen esperar por la mañana. Y mis amigos...no sé de ellos desde ayer y la única que sabía que me podía quedar a dormir en su casa era Claudia. La última vez que la vi iba al baño a vomitar.
Suspiré y pensé quién más podría acogerme por esta mañana. ¿Candela? Ayer Mauro me dijo que salió de fiesta, dudo que me abriera la puerta si voy. Entonces...
Una idea bastante estúpida cruzó por mi mente. El único problema era que tenía que andar hacia allá a no ser que fuese en taxi y luego agarrase plata allá.
Sonreí porque, aunque no me apetecía esa idea, era la mejor que tenía aparte de quedarme en la calle. Agarré mi teléfono y llamé a un taxi que minutos después, llegó.
Me subí y le di la dirección al conductor. En el camino, dejé en visto los mensajes de Carlos para que no estorbasen en mis notificaciones, no quería responderle.
Llegamos y le pedí que esperase con la esperanza de que me abriría. Salí del auto y fui a la puerta, llamando con fuerza a la vez que ya tenía preparado mi teléfono para llamarle si no abría.
Esperé unos largos segundos hasta que la puerta se abrió. Delante de mí, Mauro me miraba confundido con su pelo despeinado y vestido igual que antes.
- Angie.
- Necesito plata.- me miró confundido.- Dale, es para el taxi.
- Está bien, está bien, esperá.
Se dio la vuelta y se fue para volver otros largos segundos con plata. Me la dio y yo fui al taxi a darle lo justo, lo que sobró lo llevé de vuelta a Mauro.
- Tomá, gracias.
- ¿Qué hacés acá?
- Me quedé sin casa.
- ¿Qué?
- Dijiste que si te necesitaba te llamase, así que...
- Llamaste pero a mí puerta.- sonrió.- ¿Y él? ¿No te ayudó?
- Si te referís a Carlos no quiero verlo no ahora ni en días.
- Está bien, está bien, entra.
Me dejó paso, mirándome mientras entraba de nuevo en su casa. Él me adelantó y se sentó en el sofá antes que yo.
- Ché, no sé si es pedir mucho, ¿Pero no tenés nada? Me estoy congelando.
Rió levemente, negó con la cabeza y se  levantó para ir a su habitación. Volvió con uno de sus buzos sólo. Eso me servía.
- Se me había olvidado que siempre tenías frío.
- O vos qué sos un bicho raro, ¿Quién está en manga corta en invierno?
- No hace tanto frío, dale.
- Lo que digas.
Sin pensarlo, dejé mis cosas y me quité el buzo que tenía y que no me daba mucho calor. No me di cuenta hasta que me puse su buzo grande encima que lo había hecho todo bajo su mirada.
- Que confianzas ya.
- Se me olvidó que estabas acá.- frunció el ceño y yo sonreí.- ¿No qué ibas a dormir?
- Me quitas el sueño.
- Era todo una trampa eh.
Sonrió y miró el cigarro que se había comenzado a liar. Yo también lo miré, pero después me levanté rápido y le hice volver de nuevo su atención a mí.
- ¿Hay algo de comer?
- Agarra lo que quieras ya, quédate con mi casa si querés.
Reí y me fui a su cocina, buscando en ella algo que comer. No encontré mucho, así que sólo me hice un par de tostadas y luego volví a él, que ya estaba fumando.
Yo comía y el fumaba en silencio. Los dos, mirando a la sala o a nosotros sin ninguna expresión. No sé en qué momento toda mi actitud de estar a la defensiva a su lado se había ido. Ahora realmente me sentía como cuando estaba con su hermana, sólo que con él había algo más que amistad aunque sólo hubiesen sido unas noches.
- ¿No te vas a dormir?- pregunté cuando terminé de comer.
- No, ya no.
- Entonces duermo yo.
- ¿Es joda?- preguntó sonriendo a la vez que yo me levantaba. Levanté mis hombros y sonreí también.
- Ya estamos en confianza, ¿No?
Me di la vuelta y fui a su habitación como si nada. Él era el único que, aunque no parase de hablarme de mi novio, siempre estaba cuando yo lo necesitaba. Cuando necesitaba ir a casa porque estaba borracha o ayer, que no quería más fiesta por Carlos.
No podía decir que Carlos me había dejado de gustar, pero ahora mismo prefería ver más a Mauro que a él porque sabía que el segundo no me haría daño, que estaba bien a su lado.
Dejé el teléfono en la mesilla de vuelta y me acosté, cerrando mis ojos. Segundos después, oí pasos que me avisaban que más tarde, Mauro se tumbaría de nuevo a mi lado. Pero no me abrazó, sólo se quedó boca arriba con las manos debajo de su nuca mientras le daba la espalda.
Me giré para verle y sonreí. Su mirada dejó el techo para verme a mí, sonriendome también.
- ¿Qué decías de que ya no ibas a dormir?
- Cambié de opinión.- intenté no reírme sonriendo aún más y él hizo lo mismo.- Siempre conseguís cambiarme de opinión.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora