38.

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Me giré de nuevo y recé mientras bebía para que no me reconociese de espaldas mientras intentaba seguir la conversación que hacía segundos había dejado de oír.
- Angie.
Su voz retumbó en mis tímpanos por encima de la música y al girarme me lo encontré fumando un porro mientras saludaba a los demás y con su hermana yendo hacia nosotros.
- Hola.
- ¿Qué hacés ac...?
- Pensé que no venías.
- Bueno, pensé en no venir, pero no quería dejar a mi hermanita sola.- sonrió y dio una calada bajo las miradas de ella y mía.
- Bueno, dale, yo me vuelvo por allá, ¿Vos todo bien?- me miró esta vez a mí y asentí lentamente.- Viste como no te iban a comer ni nada, mirá que sos dramática.
- Ya...
Candela sonrió y bebió de su vaso antes de volver con los que estaba hablando, dejándome de nuevo a solas con su hermano.
- ¿Qué hacés con la ropa de mi hermana?
- Me la prestó.- se quedó mirándome, esperando a que dijiese algo más.- Se suponía que sólo iba a cenar con ella pero me llevó acá y me tuvo que dejar algo.
- ¿Te llevó o viniste sola?
- Vine porque quería, pero con ella.
- ¿Te hizo lo de siempre?- ahora era yo quien le miraba a él esperando a que añadiese algo más a sus palabras.- ¿Te dijo que se iba sola para causarte curiosidad y así decir al final que sí?
- Eh...- pensándolo, sí lo hizo.- ¿Cómo sabés vos eso?
- Porque siempre te hacía lo mismo. Vos no querías salir a la calle y ella te decía que no pasaba nada para al final aceptar con la misma estrategia de siempre.
- Que pelotuda...¿Y vos por qué te acordás?
- Porque estaba allá, siempre estaba.- sonrió y volvió a fumar.- ¿Vinieron solas?
- Nos acompañabamos mutuamente hasta que me abandonó.
- ¿Ni Alejo te habló?
- ¿Ysy? No, ¿Por qué?
- Está siempre pidiéndome tu número cuando hablo de vos, se me hace raro que no te dijera nada.
Dijo buscando con su mirada a su amigo, mientras que yo sólo pensaba en lo que había dicho. Sí para él era raro eso, para mí era raro que hablase de mí como si nada.
Finalmente, desapareció de mi vista sin decir nada ni dedicarme una última mirada, tan sólo se fue porque posiblemente se había encontrado por fin con Ysy. Yo me volví a girar sobre mí y volví a tomar atención a la conversación de la gente con la que antes estaba hablando hasta que finalmente, me aburrí y con un cigarro nuevo volví al lado de Candela, que me dio más de lo que había en mi vaso ya vacío.
- Angie, mirá.- me giré de nuevo al oírle, encontrándome con Ysy y Neo a su lado.- ¿Sabés quiénes son?
- Obvio, gil.
- Bueno, dale, yo os dejo acá.
Sonrió, bebió del vaso que ahora tenía en su mano y fumó de su anterior porro, ya casi gastado.
Desapareció de nuevo y me dejó hablando con sus amigos, uniéndose a nuestra conversación Candela por poco tiempo antes de irse como su hermano anteriormente.
- ¿Me pasás tu número?
- Vas directo eh.
- Dale, sólo es el número.- sonrió y bebió de su vaso segundos antes de fumar del porro que él también llevaba pero este parecía recién prendido.
- Está bien, está bien, a los dos.
Sonreí. Siempre me habían caído bien, al menos de vista, así que no me importaba agarrar sus celulares y escribir en sus contactos mi número como si fuésemos amigos cuando posiblemente al siguiente día no se acordarían de lo que pasó acá y ni quién era esa tal Angie que tenían agendada.
Después de eso, Alejo decidió quedarse mientras que Neo fue a hablar con otras personas. Me gustaba hablar con él, era bastante parecido a Mauro, aunque él andaba más drogado que el ya mencionado, al menos hoy.
- Bueno, ¿Qué tal acá?- como si lo hubiese invocado, apareció bebiendo su vaso y pasando su brazo alrededor de mi hombro.
- Todo piola, wacho, yo ya hice lo mío.
- ¿Lo tuyo?- pregunté sonriendo, haciéndole reír antes de despedirse de mí con un abrazo.- Mirá que amigos me presentas eh.
- Bueno, ellos no te conocen como yo.
- Ya...- mi mente, mirándole directamente a sus ojos entrecerrados, volvió a evadirse de la realidad como si de un hechizo se tratara.- Escuché tu nueva canción.- dije de repente.
- ¿Cuál de todas?
- La que cantás con un español, como se llamaba...Sticky, ¿No?
- Sí.- sonrió y me pasó su vaso para agarrarlo mientras comenzaba a hacerse un nuevo porro.- ¿Te gustó?
- Está bien, no la he escuchado mucho.- ¿Por qué mentía ahora?
- Bueno, con una vez seguro que vale.
Sonrió de nuevo mirándome antes de volver su atención a lo que se estaba liando entre sus dedos. De repente, sentí el teléfono vibrarme en el bolsillo trasero del pantalón. Lo miré y viendo que iba a tardar decidí dejar mi vaso en el suelo, ya que si este se caía me daba igual. Agarré mi celular y acepté la llamada.
- ¿Sí?
- Angie, ¿Dónde estás? Oigo música.
- Eh... sí, estoy en casa de unos amigos.
- ¿Amigos que conozco o de los que no?
- De los que no.
- No me has contestado las anteriores llamadas.
- Ya, se me olvidó, lo siento. Me surgió esto y se me olvidó llamarte, pero estoy bien, sólo me desperté tarde.
- Porque ayer te dormiste estudiando, ¿No?
- Me conocés demasiado.- dije sonriendo mirando a Mauro formarse su porro, hasta que levantó su mirada y sonrió.
- Lo sé.- dijo Mauro, haciéndome mirarle confundida mientras reía siguiendo con lo suyo.
- ¿Y ese?
- Nada, un amigo.
- Se me hace conocida la voz.
- A lo mejor sí te lo presenté, no sé, bueno, dale, tengo que seguir acá pero  pronto me voy. Si querés mañana desayuno con vos.
- Sí, dale, está bien.
- Está bien.
- Chao, nena.
- Chao, pelotudo.
Terminé la llamada y guardé el teléfono de vuelta en el bolsillo. Me agaché a por el vaso y cuando estaba agarrándolo cayó su porro ya hecho al suelo, así que también lo agarré como pude para dárselo.
- Soy pelotudo eh.- sonrió prendiendolo una vez se lo di.
- Mejor eso a que vayas vos a por él y hagamos una escena mítica de película de Estados Unidos de instituto.
- ¿Qué?- preguntó a la vez que echaba el humo de su primera calada.
- Nada, nada, déjalo, iré a buscar a Candela a decirle que me voy ya.
- Pensé que sólo era yo el pelotudo.
- ¿Qué?
- Le dijiste a tu novio que era un pelotudo, yo pensaba que sólo me lo decías a mí.
- Si supieras cuántas veces le digo eso a la gente...- sonrió y volvió a fumar.- Bueno, dale, ¿Me ayudas a buscarla?
- ¿Ya te vas?
- Sí, dale.
- ¿Qué te dijo ese gil?
- ¿Quién?
- Tu novio, ¿Carlos?
- ¿Ahora es un gil?
- Bueno, no sé, te llamó y ya te querés ir.
- Decime que hago acá sino.
- Estar conmigo.
- ¿Aparte?
- Pero no lo negaste.
- Porque estoy con vos ahora, pelotudo.- sonrió y yo puse los ojos en blanco.- Dale, déjate de hinchar las bolas, Mauro.
- Hacía tiempo que no me llamabas por mi nombre.
- ¿Así?
- Sí.- puso su porro de nuevo entre sus labios para darle una lenta calada sin dejar de mirarme. Después, echó al mismo ritmo el humo y sonrió levemente.- Desde aquel after.
- Pensaba que te referías a nuestra infancia.
- Bueno, ahora suena mejor mi nombre en ti.
- ¿Y antes?
- Antes eras la amiga de mi hermana llamándome por cualquier gilada.
- ¿Y ahora qué ha cambiado?
- Que cuando me llamas es porque yo te divierto más que ese pelotudo.
Él sonrió, yo levanté una ceja y a continuación volvió a fumar. ¿Era yo o todo el humo de la casa se había convertido en calor repentino?

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora