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- Hola.
Le sonreí y él acabó por acercarse a mí, agarrándome de la cintura levemente para besarme por unos segundos antes de colocarse la mochila y seguir caminando a mi lado con una sonrisa.
Hoy comenzaba otra semana más en la facultad. Carlos ha estado más tiempo conmigo, intentando siempre que hagamos planes juntos.
Mientras, Mauro y yo hemos retomado conversaciones que sólo ocurrían cuando alguno de los dos nos aburriamos y en ese caso, él no tenía nada que escribir. Sino, él estaba grabando y yo estudiando.
Lo que no ha ocurrido es volverle a ver, ni a ella ni a Candela. Parecía que verles era como unas dosis pequeñas que me daba un día sí y otro no, porque al final ellos tenían una vida complicada o más bien, ocupada comparada a la mía.
Me despedí de Carlos y entré en la sala que me tocaba, sintiendo como mi teléfono vibraba en el bolsillo de mi mochila. Me senté, la apoyé en la mesa y ahí abrí el bolsillo pequeño para sacarlo y mirarlo.
Candela💕
Ché.
Voy a tu casa hoy.

Sonreí al leer eso. Pareciese que la había invocado. Le respondí rápido que sí podía ir, que hoy no tenía nada que estudiar por ahora y podía estar con ella. Después, guardé rápido el celular al ver como él profesor ya había llegado y estaba comenzando su clase.
Las horas pasaban aburridas y lentas, con pequeños minutos al lado de Carlos a no ser que fuese en clase. Entonces, nos sentabamos juntos y como siempre, hablábamos escribiendo en el cuaderno cuando parecía que estábamos haciendo apuntes, aunque al final, cuando yo iba a estudiar, él parecía haber escrito más que una conversación mientras que yo gastaba papel en eso y no en el estudio. Siempre fui mala estudiante, suerte que ahora le tenía a él.
Terminó por fin la última clase y salí para encontrarmelo en la puerta hablando con un pibe mientras este fumaba.
- ¿Me das?- el chico sonrió, asintió y dejó de fumar para pasarme el cigarro.
- No a mi lado.
Justo cuando iba a dar una calada, Carlos agarró y se llevó el cigarro para dárselo de nuevo a su amigo. Rápido, se despidió, agarró mi mano y me llevó con él hacia su auto mientras me despedía también de su amigo con la mano.
- ¿Por qué no puedo fumar?
- Porque es malo.
- ¿Ni un pucho?
- Dale, Angie, para uno no fumes.
- Llevo años fumando, no podés quitarmelos de repente.
- ¿Ves? Una droga.
- Fumé cosas peores, gil.- me miró confundido y sonreí.- Dale, ¿Te vas a molestar por eso?
- No, pero me parece raro.
- ¿No tengo cara de drogada?
- Sólo cuando te despiertas.
Sonrió mirando al suelo y yo le di un leve golpe en el hombro que hizo por fin que comenzase a reírse mientras yo le miraba indignada. Odiaba que me despertasen y a él le encantaba molestarme.
Subimos por fin a su auto y yo puse música como de costumbre. El camino fue tranquilo, yo tarareando las canciones mirando por la ventanilla mientras él manejaba hasta llegar.
- ¿Hoy te veo?
- Y... mirá vos, tengo una cita.
- ¿Así? ¿Y conozco al pibe?
- Piba.
- ¿Claudia?- negué mientras me quitaba el cinturón de seguridad.- ¿Diana?
- Cande.
- ¿La hermana de Duki?
- Es más que eso eh.
Sonreí agarrando la mochila y abrí la puerta. Él chasqueó su lengua antes de acercarse a besarme como despedida para luego dejarme salir por fin. Me despedí con la mano y él dio marcha atrás para salir, regalándome una última mirada antes.
Nada más llegar, sentí como de nuevo el teléfono volvía a vibrarme en la mochila.
Cerré la puerta, agarré la mochila y mientras subía las escaleras sacabas el teléfono. Deja la mochila en la cama y bajé viendo quién me había mandado un mensaje ahora.
Mauro😉
Buen día.

Parece que hoy era el día de los Lombardos por mensaje.

¿Nada más despertarte te aburrís?

No.
Nada más despertar pensé en vos.
😛

Pelotudo.

Dejé el teléfono y preparé las cosas para comer mientras miraba las noticias aburrida, acordándome que por culpa de mis viejos, mis hermanos y Carlos no tenía ningún cigarro. Agarré el teléfono y le dije a Candela que no se olvidase de traer aunque sea un cigarro para mí. Parecía una adicta.
Terminé de comer, lavé todo y me tumbé como siempre en el sofá, durmiendome en unos segundos para despertarme horas después por el sonido de mi puerta.
Sin mirar la hora, pensé que me había pasado toda la tarde durmiendo y Candela ya estaba acá. Así que, salté del sofá y corrí a abrir para encontrarme a Santino con José.
- ¿Qué?
- Menudos pelos, ¿Sabés que es un peine?
- ¿Y vos sabés no hinchar las bolas?
- Sí, pero con vos sólo me dan ganas de hacer eso.- Santino sonrió y luego miró al interior de la casa.- ¿Está el gil de tu novio?
- Epa, ¿Y esa agresividad?
- Bueno, no puedo ver a mi hermana sin él a tu lado.
- ¿Estás sola?- preguntó sin más José.
- Sí, ¿Qué pasa?
- Miguel y sus pelotudeces
- ¿A casa de nuestros viejos?- los dos asintieron y yo chasqueé la lengua.- He quedado con Candela.
- ¿Lombardo?- preguntó José.
- Bueno, que se venga, que importa.
- Decile a Miguel, a mí me da igual y seguro que a ella también.
- Si a Miguel le importa, la llevas.
Sonreí tras lo que dijo José. Parece que no era la única que siempre tenía ganas de molestarle.
Acepté ir con ellos y me fui a mi habitación para agarrar la campera que aún tenía de Mauro, así se la podía dar a su hermana cuando la viera.
Después, bajé de nuevo y decidí esperarla en el auto de mis hermanos, sentándome atrás para tener mis ojos en la ventanilla. De repente, la vi pasar para ir a mi casa. Sonreí y bajé la ventanilla rápido.
- ¡Cande!- ella se dio la vuelta confundidas y sonreí aún más.- Subí.
Ella sonrió y se acercó a nosotros para subirse rápido. Nada más cerró la puerta, Santino comenzó a manejar.
- ¿A dónde vamos?
- A casa de mis viejos.- ella asintió y sacó su celular. Pero, un segundo después me miró confundida.
- ¿Esa campera es de mi hermano?

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora