47.

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Despidiendonos de mis viejos y mi familia después de una reunión que duró toda la tarde, Candela y yo salimos de la que una vez fue mi casa.
- Estoy re cansada.
- Dale, vamos a algún lugar a cenar y luego ya vamos a ver a mis viejos.- la miré confundida y ella sonrió.- Si yo veo a los tuyos, vos ves a los míos.
- Bueno, nunca viene mal ver a Sandra.
Ella sonrió y seguimos caminando para entrar en cualquier lugar a cenar mientras hablábamos, ya sin mi familia interrumpiendo, de los días que estábamos lejos de la otra, como de costumbre cuando nos veíamos.
Después, pagamos la cena y nos fuimos caminando ahora hacia la casa de sus viejos tal y como dijo.
- ¿Y no paran de estar juntos?
- Bueno, yo me divierto a su lado.
- Ya, pero vos tenés una vida fuera de él eh.
- Lo sé, a los boliches no vamos juntos, por ejemplo.
- Cuando vas.
- Es lo malo de estudiar.
- A ver si al final Mauro va a tener razón...
- ¿Razón en qué?
Ella sonrió y sin más llamó a la puerta, ya que como me había dicho antes se le había olvidado las llaves que aún guarda. Con tanto hablar no me había dado cuenta que habíamos llegado.
- Angie.
Guille, su padre, me sonrió después de abrazar a su hija, dejándola pasar mientras me abrazaba a mí como saludo antes de entrar.
Le seguí hasta la sala, donde también estaba Sandra y sorpresivamente, también estaba Nahuel. Después de tanto tiempo nos volvimos a ver.
Le saludé y me senté con ellos para hablar, sobre todo con él ya que hacía demasiado que no nos veíamos. Tampoco es que realmente le conociese, no era como Mauro que pasó tiempo con nosotras, ya que él era más mayor, pero aún así obvio que pasé días con él, sobre todo cuando me quedaba a dormir acá.
- ¿Y cuándo voy a conocer a tu novio?
- ¿Cómo sabés qué...?- lentamente, mi mirada fue desviándose hasta llegar a Candela, que sonreía mientras parecía mandar unos mensajes.- Bueno, no sé, es un poco pelotudo con Mauro.
- ¿Ya se conocieron?- preguntó ahora Candela levantando su mirada y asentí.- Le pidió una foto, ¿A que sí?
- Ajá, no paraba de romperme las bolas con él.
- ¿No sabía que eras su amiga?
- No suelo decirlo, quiero decir, tampoco somos amigos como yo con Cande.
- Para no ser amigos llevás su campera.- dijo Candela, sonriendo.
- La traje para dejarla acá, tampoco voy a guardar toda la ropa que no es mía, tendré que tener algo mío.
Ella rió levemente, sabía de mi gran afición a robar la ropa a los demás para vestirme con ella. Ya lo hice con ella y también lo hago con Carlos.
- Parece que ya estamos todos.
Dijo de repente su padre, viniendo de nuevo a la sala después de que alguien llamase a la puerta. Yo no me había dado cuenta por estar hablando con los demás.
Sorpresivamente, aunque no tanto al ser la casa de sus viejos, llegó el que faltaba de la familia. Mauro.
- Angie.
- Hola.- sonreí desde el sofá y él hizo lo mismo.
- Linda campera.
- Buena eh.
- Bueno, sí, ya nos dimos cuenta que es de él.
Candela levantó los brazos para cortar la conversación de él y mía, haciéndome reír levemente para ignorarle como ella quería.
Después de tanto tiempo, me volví a juntar con toda la familia que en mi pasado siempre estuvo cerca de mí, ayudándome cuando lo necesitaba, incluso dejándome dormir en sus casas cuando me enojaba con alguno de mis hermanos y no quería ir allá.
Aún así, no hice lo de siempre y cené con ellos al adelantarme con Candela, pero si estuvo sentada en aquel sofá entre Sandra y Nahuel, hablando con todos mientras Mauro intercambiaba sus conversaciones entre su teléfono y la nuestra.
Pero, como siempre cuando venía, se me hizo tarde aunque parecía que sólo habían pasado minutos. Fue gracias a una llamada de Carlos que me di cuenta de la hora.
- ¿Qué pasó?
- Nada, ¿Venís a mi casa?
- ¿Algo especial?
- Bueno, dormir conmigo ya es algo especial.
- No es la primera vez.- dije levantándome para ir a la cocina y hablar mejor. Igual tenía que insultarle en algún momento por sus jodas.
- Dale, Angie, te extraño.
- Me viste esta mañana y me vas a ver en unas horas si te vas a dormir.
- Pero quiero dormir con vos e ir con vos a la facultad.
- Y yo quiero dormir en mi casa e ir sola para verte como siempre en la puerta.
- ¿No me quieres?- preguntó con un falso hilo de voz que me hizo poner los ojos en blanco.
- Sí, pero mañana paso el día con vos.
- ¿No vas a venir?
- ¿Hay algo allá para comer?
- Eh...¿Galletitas?
- Entonces no, chao.
- Chao, pelotuda.
Sonreí y terminé la llamada. Cualquiera que nos oyera pensaría que nos pasábamos el día juntos y en efecto, si no llamaba él llamaba yo. Me di la vuelta guardando el teléfono en el bolsillo de la campera y a la vez se abría la puerta que había dejado entre abierta.
- ¿Ya terminaste de hablar con tu novio?- preguntó mientras iba a sacar un vaso.
- ¿Y vos cómo sabés que es él?
- Te fuiste de la sala y estás sonriendo. Si hubiera sido alguien de tu familia no te hubiera importado hablar allá.
- ¿Y si es un amigo?
- Tampoco.- sonrió llevándose el vaso lleno de lo que creo que era whiskey a la boca, sonriendo mientras se iba a la pared para apoyar allá su espalda.
- Hoy has tenido suerte, porque es él, otro día igual te engaño.
- A mí no es al que engañas.- sonrió y yo fruncí el ceño sabiendo a qué se refería.- ¿Ya te llamó para ir a su casa porque se sentía solo?
- Déjate de joder, Mauro, estuviste detrás de la puerta.
- Te prometo que no.
- ¿Entonces que sos? ¿Aparte de trapero un adivino?
- Bueno, es que es un poco pelotudo el pibe y sólo hay que pensar que estuviste todo el día con mi hermana. Ya te estaría echando de menos en tan sólo una hora.
- Sí, ya, bueno yo me voy con los demás.
- Y volvés a cambiar de tema...
Dijo sonriendo mientras yo comenzaba a caminar hacia la puerta, siguiéndome con su mirada y viendo cómo yo le sacaba el dedo del medio mientras salía.
Volví con los demás para decirles que ya me tenía que ir, porque al final mañana tenía que ir a la facultad y tenía que dormir pronto.
- Te podés quedar acá.
- No, no, suficiente la otra noche que me quedé en casa de Cande.
- Bueno, entonces te pago el taxi.- miré a Mauro y él sonrió con su mano en su campera y bebiendo.
- Voy andando.
- Es de noche.
- Y mi casa no está lejos.
- En realidad sí.- respondió Candela, cortando el duelo de miradas entre su hermano y yo.
- Bueno entonces pago yo.
- ¿Tenés acaso algo?
Levanté una ceja y muy segura metí la mano en la campera que aún tenía puesta, buscando algo con lo que pagar al taxi. Pero tenía razón.
- Vale, no tengo nada.
- Y una vez más, Mauro gana.
Puse los ojos en blanco mientras Candela sonreía viéndome tan molesta. Sabía que odiaba que la gente me pagase las cosas.
Llamé para que viniese algún taxi y la espera fue terminar la anterior conversación antes de que me fuese a la cocina con Mauro esta vez quedándose sentado, bebiendo mientras me miraba el máximo tiempo posible que no lo hiciese parecer muy extraño
Hasta que por fin salí cuando vi un auto acercarse, mirando por la ventana mientras atendía a lo que decían.
Me despedí de todos con un abrazo y Mauro y yo nos acercamos al auto. Abrí la puerta y al girarme él ya me esperaba con toda la plata necesaria.
- ¿No es mucho?
- Si sobra es para vos.
- Que lindo, regalando dinero.
- No lo regalo, cuando puedas lo devolvés.- le miré sorprendida y él rió.- Es joda, dale, andate ya a casa, tarada.
- Habló.
Dije mientras me daba la vuelta para subir al auto. Cerré la puerta y él se apoyó en la ventanilla bajada, mirándome.
- Decile a tu novio que perdón, que los Lombardo hablamos muchos.
Sonrió y yo reaccioné subiendo la ventanilla, haciéndole reír mientras el auto ya se ponía en marcha.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora