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- ¡Angel...! ¡Mauro!- mis viejos, como estaba acostumbrada, pasaron su atención de mí a Mauro.
- Hola.
Saludé a los demás mientras que ellos iban a abrazarle por unos segundos, saludandose. Primero le despeine el pelo a José, pasando por detrás para ir a saludar finalmente a Luna y a su familia, que miraban entre asombrados y confundidos a Mauro.
- ¿Y qué hace él acá? ¿Qué pasó? ¿Ya estaban otra vez de joda?- preguntó entre risas mi viejo con su mano en el hombro de Mauro, haciendo reír también al padre de Luna.
- No, pa, es mi novio.- directa, ya había soltado la bomba antes así que por qué no ahora también.
José dejó su teléfono para mirarme, a la vez que todos los demás menos mi viejo. Este dejó de sonreír para ver a Mauro, que aunque sólo tuviese su mirada encima y se conocían, podía ver cómo esa mano en su hombro le comenzaba a pesar.
- ¿Desde cuándo, Angélica?
- Hace unos días sólo.
- Bueno, eso de oficial...- susurró Santino, haciendo que le mirase molesta y mi madre, que también le oyó, sorprendida.
- Acá vinimos a saber si voy a ser tía de un nene o una nena, así que por favor, ignoren esta noticia y todos a cenar, ¿Sí?- aún algo sorprendidos, comenzaron a andar, menos mi padre que se quedó petrificado mirándole.- Pa.
Sus ojos fueron a mí, en silencio y lentamente antes de ir hacia la silla de al lado de mi madre. Mauro me miró confundido y yo le sonreí levemente. Él sabía que mi familia estaba loca antes de entrar acá, así que no podía hacerse la víctima de nada.
Ya con todos en la mesa, comenzamos a cenar. Al principio parecía que mi familia no quería hablar, sólo mis hermanos que eran los que menos importancia le daban a mis novios. Mis viejos en cambio se quedaron los primeros minutos de la conversación mirándonos en silencio, sólo comiendo y oyendo sin más. Aunque realmente dudaba que supiesen de que estábamos hablando, ya que nos miraban como si nos estuvieran enterrando bajo tierra y se necesita demasiada concentración.
Por suerte, después se dieron cuenta que nosotros dos no éramos los protagonistas de la cena y comenzaron a hablar, ignorando por unos minutos lo que había dicho.
Fue ahí, cuando todo parecía normal, que yo seguía sintiendo el ambiente tenso como si todos intentasen evadirlo. Aquello hizo que yo fuera ahora la que me callase para reflexionar.
Quizás no tendría que haberlo hecho así. Mauro ya había estado en varias cenas y comidas con mi familia, exactamente desde que éramos unos pelotudos menores de edad hasta ahora, cuando nos volvimos a ver tras su salto a la fama.
Pero, esta cena quizás era más íntima, posiblemente porque la familia de Luna también venía, cosa que yo no sabía antes de venir. Si hubiera sido así, posiblemente tan sólo lo sabría ahora Santino y hubiera dejado a Mauro en su casa.
Así que, todo me hacía dudar si realmente debía decirlo. Si mis viejos se lo tomaban así, quizás mis amigos era mejor esperar, no decirlo tal y como yo lo había hecho unos minutos atrás.
De mis pensamientos sin salida, me sacó por fin un pequeño golpe en mi pierna que me hizo directamente mirar a Santino, que estaba sentado a mi izquierda. Él miró el bolsillo del buzo de Mauro, donde guardaba mi celular.
Le miré confundida, pero me limpié con la servilleta y agarré el teléfono para ver qué me había mandado un mensaje al no poder hablar bien. Todo lo que diría ahora sabía que mis viejos intentarían oírlo.
Santino😂❣️
¿Todo bien?
Levanté mi mirada para mirarle antes de volver mis ojos a la pantalla y comenzar a escribir mi respuesta.

¿Hice bien?

Rápido me contestó.
¿En qué?

En decirlo.

Obvio.
Es tu novio.
Ya fue.

Sí bueno, mirá a nuestros viejos y decime.

Dale, ya sabés cómo son.

Cuando les dije que Carlos fue un pelotudo no parecían muy alegres.

¿Y?
¿Qué tiene que ver Carlos acá?😂

No sé.
Igual ellos le prefieren a él.
Igual después de la cena vamos a pelear como cuando era una nena.
¿Te acordás?

Obvio.
Casi te escapas de casa porque no te dejaban ver a tu novio de cinco años mayor que vos.
Que pelotuda que eras.
Levanté mi mirada para verle con mi ceño fruncido y él también fijó sus ojos en mí, sonriendo. Al segundo, me llegó otro mensaje que fui a ver rápido.
Mauro❤️🔥
¿Pueden dejar de hablar por el celu?
Volví a levantar mi mirada para ahora dirigirla a él, que me ignoraba y sólo comía. Guardé el teléfono y terminé mi plato en silencio, intentamos no pensar en nada más que en que estaba a punto de saber si iba a tener un sobrino o una sobrina.
Me levanté a llevar los cubiertos a la cocina junto a mi hermano Miguel y José.
- Ché.
- ¿Qué?
- El quilombo entre papá y vos fuera eh, que luego me dejás mal delante de mis suegros.
Sonreí con ironía a Miguel antes de sacarle el dedo y volver al salón, sentándome cansada. Mauro me miró en silencio, sin saber muy bien que hacer posiblemente y deseando tanto como yo que esto terminase ya.
- Bueno, pues acá viene la noticia.
- Por favor decime que no la vas a dar con una ecografía.- susurró Santino mientras veía a nuestro hermano buscar algo.
- Va a ser que no.
Respondió José, mirando todos como tenía una ecografía que enseñó. Obviamente, José, Santino, Mauro y yo no hicimos nada. Nosotros tres no veíamos nada, como siempre, y Mauro simplemente aún no sabría que decir.
Mientras, nuestros viejos y la familia de ella se levantaba para felicitarles. Parece que los únicos pelotudos acá éramos nosotros.
- ¿No van a decir nada?- preguntó Miguel mirándonos.
- Eh...
- A ver.
- ¿Voy a ser tía de una nena?- pregunté no muy segura.
- Dale, pibes, son tremendamente pelotudos, posta.
- Entonces es un pibe.- dijo José.
- ¡Felicidades, Miguelín, muy bien, haciendo crecer la familia!
Dijimos Santino y yo levantandonos rápido para ir a abrazar a nuestro molesto hermano y su sonriente mujer. Mauro sólo le dijo que felicidades y José vino detrás de nosotros más lento.
Estuvimos un tiempo más allá, hablando de cómo le iban a llamar y demás, aunque realmente yo tenía ganas de irme, Mauro también, José ni daba mucha atención y Santino se quedó callado y sólo miraba en silencio a cada uno de ellos como si fuera un espía. Éramos demasiado raros.
- Bueno, yo ya me voy.- dijo Santino, levantándose lentamente de su asiento.
- Yo también, obviamente.- José guardó su celular en el bolsillo de su pantalón y comenzó a despedirse de los demás como hacia mí otro hermano.
- Y nosotros.
Dije rápido, agarrando del brazo a Mauro suavemente para levantarlo y despedirme más rápido aún mientras que él se quedaba en silencio en su lugar.
Después, los cuatro comenzamos a andar hacia la salida, respirando tranquilos una vez salimos.
- Que raro que no te dijiesen nada.
Santino se subió al asiento del conductor y yo dejé de mirar la ventanilla para llevar mis ojos a él, ignorando el humo del porro que seguramente Mauro más había deseado en estos días.
- Mañana igual, no me voy a librar, aunque sea sólo hablarlo.
- Bueno, yo ya puedo decir que mi cuñado es famoso, ¿No?
José nos miró sonriendo y yo le respondí frunciendo el ceño. Rió levemente y Santino por fin comenzó a manejar.
Nos llevó hasta mi casa, en silencio, pudiendo respirar mejor que en aquella casa. Creo que había sido la cena más incómoda que había tenido en mi vida.
- Al fin.
Miré a Mauro ya en mi casa, se quedaría acá por no irse a su casa ahora.
- Te asustaste.
- ¿De tu viejo? No, no...era todo demasiado incómodo.
- Bueno, es que soy su nena, ¿Qué querés?- pasé mis brazos por su cintura, sonriendo para hacer que él también sonriese.
- La verdad es que extrañaba aunque sea un abrazo, pensaba que tú viejo me cagaría a palos si te tocaba un poco.
Susurró mirando los labios y reí levemente antes de al fin volvernos a besar.
Después, le dejé en el salón para ir a dejar mis cosas y cambiarme. Cuando y a me estaba colocando mi remera para dormir, él ya había entrado en la habitación para acostarse sin decir nada.
Le imité, abrazándole para tranquilizar todos los pensamientos que habían resurgido en la cena.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora