97.

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- ¿Aún no le has llamado?
- No.
- Mañana viene.
- Lo sé.
- No podés ignorarlo.
- Lo estoy haciendo, Juan.
- Ya, pero es una pelotudez, no sé por qué no le llamas si al final no pasó nada.
- No sé...no quiero oír su voz.
- ¿Posta?
- Mirá si le llegó a engañar.
- Nunca lo harías.
- Estaba re drogada, gil, ahí nadie sabe lo que pasa con uno mismo.
- A vos te gusta uno que se dr...
- Ya, ya lo sé, pero ahí estoy yo para verle...en cambio yo...
- Que poco confías en vos.
Levanté mi mirada de la mesa para verle tomar el café que había pedido junto otro para mí. Era por la mañana y finalmente, en unas largas horas le vería.
Pero, cuando tenía que estar feliz y más sabiendo que no le engañé, es todo lo contrario. No quería saber nada de él, ignoraba sus llamadas y mensajes, hasta Alejo me llamó pero sabía que iba a ser Mauro y no quería oír su voz. Tampoco miraba sus perfiles en las redes, simplemente quería no saber de él durante este tiempo.
Ayer tuve mi primer ataque de pánico y todo porque creí que le había engañado. Así de frágil creía que era nuestro amor.
Desde entonces, no había estudiado nada porque era abrir el libro y simplemente no poder leer y entender una sola frase.
Suspiré mirando mi taza de café medio vacía y luego volví a llevar los ojos a mi amigo, que me ignoraba esta vez.
Me había obligado a salir de casa, desde ayer tampoco tocaba la calle y no quería hacerlo, pero Juan era Juan. De nuevo, parecía estar en otro mundo que no me traía más que problemas.
- Angie, ¿Estás bien?
- Sí, sí, estaba...pensando.
- Dale, nos tomamos el café y vamos a casa de Matías, tiene un nuevo juego y seguro que te gusta.
Le sonreí levemente y asentí antes de darle un trago más a la taza. Después, para tenerme la cabeza en otro lugar, comenzó a hablarme sobre lo que hicieron todos ayer. Pero, ni eso me tenía lejos de mis pensamientos.
Realmente sentía que algo había cambiado desde esa noche. No porque había fumado, sino porque mi cuerpo parecía no estar.
Después de que Miguel me contase lo que hizo Santino, quiso llevarme a comer a casa de mis viejos, pero yo me negué y al final sólo comí con ellos dos. Miguel se fue cuando terminó y todo el día estuve acompañada por Santino, que estuvo siempre a mi lado si no estaba limpiando la casa que era todo un desastre.
Finalmente, cuando llegó la noche, no quise ir a mi habitación aunque ya la cama estaba hecha y no había ningún recuerdo que me hiciera difícil entrar. Pero, sólo verme allá esta mañana y ver de nuevo como las paredes se cerraban, me entraba claustrofobia que al final me hizo dormir en el sofá con él.
Seguramente, Miguel me llevará al psicólogo después de esto, sabiendo el miedo que se le podía llegar a tener a ti mismo después de estos ataques. Pero, yo sólo me veía ahogandome en lágrimas y a falta de oxígeno en mi sofá mientras que Santino me preguntaba que ocurrió.
- Vámonos, eso ya está más que vacío.
Su voz me alejó de mis pensamientos y asentí una vez más, levantándome para irme con él al haber pagado cuando pedimos.
Subí a su auto y manejó despacio y con la música puesta hasta la casa de Matías.
- Buen día, pasen y disfruten de los jueguitos de Matías, ¿Alguien quiere mate?
- Yo.
Respondió sonriendo Juan cuando ya estábamos dentro, yo caminando detrás de él hacia el salón. Me senté a su lado en el sofá y María me explicó cómo era el juego antes de darme el mando y ver si era buena.
Así, con ellos dos a mi lado, pasó la mañana hasta que se pusieron ha hacer la comida. Aunque me quería ir, tampoco quería volver a mi casa ahora que estaba fuera, así que acabé por quedarme también a comer con ellos.
Cuando terminamos, me senté de nuevo en el sofá y volví a jugar mientras que Juan se iba a la cama de Matías a dormir y yo me quedaba con él. Me enseñaba memes de vez en cuando, también tenía música de fondo, pero yo sólo jugaba con la cabeza en otro lugar o más bien en otra persona. Él, Mauro.
- Acá llegó la banda.
Miré atrás cuando la puerta sonó y vi a Claudia, Diana y Nicolás entrar, saludando a Juan, que recién se había despertado y aparecía también por otro lado de la casa.
Me saludaron y no tuve más remedio que dejarles jugar también a ellos, mirando con Claudia pelotudeces de su teléfono.
- Mirá vos, el récord de la pelotuda esta nadie es capaz de vencerlo.
- Puedo oírte eh.
- ¿Qué querés? ¿Qué te aplauda?
- Ché, voy al baño.- dijo Claudia dejando el celular a mi lado, yéndose.
- No vendría mal que me aplauda, al final soy la mejor.
- Bueno, espérate a que me acostumbre, entonces ya me dirás.
- Seguí soñando, amigo, la fé es lo último que se pierde.
Nicolás comenzó a hacer muecas mientras jugaba y yo sonreí, desviando mi mirada de él para al final ver de reojo como la pantalla de Claudia se había quedado encendida.
Agarré su celular con confianza porque no había nada que estuviera oculto entre nosotras, así que como no quería ver el mío comencé a ver por el suyo.
- Ladrona de celulares.
- Perdón.- sonreí inocente y ella negó con la cabeza, sentándose esta vez en otra silla, al lado de Nicolás para verle jugar.
- Amigo, sos realmente malo.
- Ya le dije.
- Callate, pelotuda.
Sonreí mientras miraba la pantalla, oyendo a mi amigo maldecirme. Primero Twitter, luego Instagram. Ignoré ver las cuentas de todos los cantantes de la escena del trap argentino por si acaso aparecía él, pero tampoco es que en el apartado de búsqueda hubiese otra cosa que la cuenta de sus fans, llenándome de fotos de Cazzu, Khea, C.R.O, etc el teléfono.
Resoplé ignorandolas para evitarme verle y seguí buscando fotos divertidas. Cuando encontré una, de repente, Nicolás gritó, asustandome.
Le miré confundida, pero no era más que él perdiendo una vez más y lo demás riéndose de él. Sonreí de nuevo y volví mis ojos al celular.
Al parecer, del susto pasé a otras fotos, pero tampoco me importaba porque sólo algunas eran de ellos, la minoría.
Hasta que, de ellas, apareció un vídeo grabado por una fan de los pibes bailando en un boliche, seguro que después del show. Mi cuerpo me decía que dejase de verlo, pero al final era Mauro al que veía y mis ojos nunca podrían dejar de verle.
Aunque, como bien se sabe, la curiosidad podía llegar a ser lo peor que te ocurriese o lo mejor. En este caso, ver a Mauro bailar bien pegado con otra mina era por supuesto, lo peor.
A mi mente vino el baile mientras fumaba y bebía con el amigo de mi hermano y mi garganta se secó al momento.
Verle con sus brazos alrededor de ella, riendo, fumando, me recordaba a mí. Ni siquiera sus amigos decían nada, sólo sonreían y bailaban también.
- Ché, ¿Qué viste?- levanté mi mirada de la pantalla para ver a Juan confundido.
- Eh...yo...
No dijo nada más, se acercó y miró también el vídeo para luego llevar sus ojos a mí. El ambiente, de repente, dejó de ser de diversión y todos se preocuparon por qué había en la pantalla.
- Angie.
- ¿Qué?- le miré y suspiró.- ¿Qué? ¿Qué pasa?
- No está haciendo nada raro, sabés cómo él.
- Ya... sé cómo es.
- ¿No estaban enfadados?- preguntó Matías confundido, haciendo que todos le mirasen mal.- Perdón.
- Que boludo que sos...Dios.- dijo Nicolás.
- Angie, tranquila, yo no veo nada raro y sabes que tengo buen ojo.
- Ya...
- Dale, sólo está bailando con una mina, nada más.
- Eso lo veo, parece yo en el boliche el otro...
- Angie.- mis ojos bajaron al suelo, intentando recuperar mi voz antes de que alguno me abrazase y volviese a tener una de mis crisis.- Tranquila, posta, no hay nada malo, es un vídeo más.
- Igual podés preguntarle cuando venga.
- ¿Vos sos boludo o perseguís autos aparcados?- le preguntó Nicolás a Matías tras lo último que había dicho
- Perdón.- sonrió inocente.
- Podría.
- Mirame, Angie.
Juan se agachó a mi altura, ya que estaba sentada en el sofá aún con el celular en mis manos y el vídeo repitiéndose sin parar. Como dijo, le miré, no tenía otra opción.
- Escúchame bien y que no se te olvide.- asentí y él apretó sus labios, pensando.- Olvídate ya de lo que pasó y aunque las dudas son buenas, escúchame, Mauro no te está engañando, ¿Sí? Mauro no te engaña.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora