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- ¡Angie!
Mis ojos se abrieron nada más oírle. Al segundo, mi cabeza parecía explotar y todo mi cuerpo me dolía. Resoplé tocando mi frente y me giré poco a poco sobre mí, cerrando los ojos de vuelta.
Al abrirlos de nuevo, no podía creer lo que estaba viendo. ¿Otra vez? De repente todos los recuerdos comenzaron a invadir mi cabeza con algunas lagunas que no conseguía recordar pero tampoco parecían hacer falta.
- ¡Angie!
Miré a la puerta. ¿Qué hacía él acá? Me senté en la cama rápido, agarrando la sábana para taparme mientras buscaba con la mirada mi ropa.
Ignoré el dolor de cabeza y me levanté rápido para vestirme antes de que él entrase. Con la falda por las rodillas, subiéndola, comencé a andar con torpeza a la puerta de mi habitación abierta para cerrarla rápido, intentando no hacer ruido y así él no se despertaría.
Suspiré y terminé de vestirme, volviendo a oír como me llamaba. Le di una última mirada y agarré con fuerza el pomo de la puerta, abriéndola para salir de allá corriendo, cerrándola detrás de mí.
- Carlos, ¿Cómo entras...? Santino.
- Me lo encontré en la puerta.
- Recordame que te pida las llaves.
- ¿Qué hacés así vestida?- preguntó apoyado en la encimera.
- Eh...ayer, estaba cansada y bueno, me dormí nada más llegar.
- ¿Así fuiste a ayudar a tu amigo? Parece más de ir de fiesta.
- Y bueno, ya fue, agarré lo primero.
- Uh, pelea.- Santino sonrió antes de juntar sus manos en una fuerte palmada que retumbó en mi cabeza, doliendome aunque lo disimulase.- Bueno, yo sólo venía a desayunar con vos.
- Yo también.- Carlos le miró.
- Bueno, desayunamos los tres, listo, Santino, vení un momento.
Él asintió y le dio una última mirada a Carlos mientras salía de la cocinar, siguiéndome para subir las escaleras. Ahí, me paré y le esperé.
- Necesito tu ayuda.- susurré cuando llegó y me miró confundido.- Mauro.
- ¿Otra vez?- preguntó mirando mi habitación.
- La fiesta es la fiesta.
- Angie...
- Nunca más, lo juro, pero necesito sacarlo de acá.
- Listo, desayunamos fuera, ¡Carlos, andá afuera que salimos a desayunar!
- ¡No tengo guita!- gritó abajo.
- Mierda...- suspiré y él miró al suelo.- Bueno, yo tampoco tenía en realidad.
- Dale, pelotudo, ¿Qué hacemos?
- Está bien, está bien, ¿Cuánto duerme tu amante?
- Mucho, eso creo.- respondí con el ceño fruncido y los brazos cruzados al oírle decir amante.
- Entonces ya está, se queda allá y terminamos rápido, luego vos andás a casa de Carlos y dejás de hinchar las pelotas con tu amigo de la infancia, ¿Entendiste? A-mi-go.
- Sí, ya fue, andate abajo.
- Pelotuda.
Chasqueó su lengua y bajó las escaleras mientras yo andaba lentamente a mi habitación. Tenía que despertarle, no podía dejar que él saliera de la habitación para encontrarnos a los tres.
- Mauro.- le moví lentamente, pero no obtuve respuesta.- Mauro, pelotudo, la concha de tu madre, despertate gil o te rompo todo.
- Que linda manera de decir buen día...- susurró entre dientes, aún con sus ojos cerrados. Al menos me escuchaba.
- Está acá Carlos, no podés salir, desayunamos y nos vamos.
- No, dale, bajo con vosotros, seguro que pide foto.- sonrió con los ojos cerrados y suspiré.
- Déjate de joder, ¿Sí? Vos quédate acá y listo.
- Lo haré por vos, ya sabés que a mí no me importa, seguro que le gano a ese tonto.
- Sí, sí, seguí durmiendo, idiota.
No hizo nada más, sólo dejó su sonrisa  y siguió durmiendo mientras yo me iba dejando la puerta cerrada.
Bajé y me los encontré ya desayunando, cada uno sentado en una esquina del sofá con sus teléfonos.
- Linda relación tienen.
- Te dejé mate en la cocina.- dijo Carlos sonriendome y Santino chasqueó su lengua, levantando también su mirada.
- Yo café, sé que es lo que desayunas.
Me sonrió también bajo la fulminante mirada de mi novio. Suspiré y fui a la cocina para agarrar, como el dijo, el café.
Lo comencé a beber mientras esperaba a que se hiciese una de las tostadas que me comería. Aún tenía que cambiarme de ropa y salir con Carlos, así que tenía que tardar poco en desayunar.
Volví con ellos y me senté en el medio, encendiendo el televisor para sólo verlo Carlos y yo, él con su brazo alrededor de mis hombros, ignorando la sonrisa de mi hermano cuando me vio llegar con su café.
- Voy al baño.
Dijo levantándose y miré a Santino, que también había levantado sus ojos de su teléfono mientras Carlos se iba.
- ¿Está dormido?- asentí.- ¿Le dijiste?
- Obvio que le dije, ¿Qué querés? ¿Qué se una?
- No estaría mal, así no estaría solo.
Puse los ojos en blanco y miré a las escaleras, esperando verle para asegurarme que no se le ocurrió mirar en mi habitación por cualquier cosa.
- ¿Terminaste ya de desayunar? Podrías ir a comer a mi casa y esta tarde vamos al cine.
- Eh...obvio sí, dale.
Sonreí viendo cómo se sentaba y pude respirar tranquila. Me levanté ahora yo y fui a mi habitación para cambiarme de ropa, aunque en realidad lo haría en mi baño por no tenerle a él presente aún cuando ya me haya visto tres veces desnuda.
- ¿A dónde vas?- pregunté al abrir la puerta y verle vistiendose.
- Llego tarde.
- ¿A dónde?
- A grabar.
- ¿Es joda?
- Sorry.
Sonrió poniéndose sus pantalones y yo resoplé, agarrando lo primero que vi para ir al baño corriendo. Si me vestía rápido, me podía ir antes y Mauro también.
Me vestí como pude, saliendo del baño a la vez que él de mi habitación en silencio, sonriendo al verme ponerme el buzo mientras salía.
- ¿Qué?
- Nada, me acordé de ayer.
- Pelotudo.
- Dale, andá con tu novio, igual sé que me preferís a mí.
- Obvio que sí.- dije con ironía, pero él sonrió.- Es joda.
- ¿Angie?- oí a Carlos desde abajo preguntar por mí.
- ¡Dejá de hablar sola, hermanita!- dijo ahora Santino, avisándome.
- Dale, me voy y vos detrás.
- Ché, tranquila, yo te llamaré.
- Sí, sí, como quieras.
Caminé hacia las escaleras bajo su mirada y sonrisa y Carlos ya me esperaba en la entrada. Me despedí de Santino y agarré rápido de la mano de Carlos, tirando de él hacia la calle.
Cuando iba a cerrar la puerta, Mauro ya estaba bajando por las escaleras. Pelotudo.
- ¿Estás bien?- preguntó Carlos mientras andábamos ya hacia su auto.
- Sí, sí, tranquilo.- abrí la puerta con él ya entrando y le vi salir de mi casa. Me sonrió desde la puerta antes de encenderse un cigarro que antes no había visto, comenzando a andar hacia afuera.- Todo bien.- añadí, sonriendo.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora