Oí un ruido a lo lejos que me hizo despertarme de un golpe. Nada más abrir los ojos comenzó a dolerme la cabeza.
Miré a todos lados aturdida, pero por suerte estaba en mi habitación. No me acordaba de nada de lo que pasó ayer. El último recuerdo que tenía era estar bailando con Nicolás y Diana.
Resoplé y de nuevo sonó un ruido a lo lejos. Al sentir de nuevo aquel golpe me fui despertando poco a poco para sentir que no estaba vestida, que quizás me había quitado toda la ropa antes de dormirme. No era la primera vez que lo hacía estando borracha.
Pero, había algo nuevo. Miré hacia abajo para ver un brazo rodearme la cintura. Cuando toda esa información llegó a mi cabeza y la procesé, me fijé en sus tatuajes, asustada. Los reconocería en cualquier lado.
De repente, oí alguien hablar fuera de la habitación. Esa voz también la reconocería en cualquier parte, era Santino. ¿Qué hacía acá?
Me giré a confirmar mis sospechas y aún más asustada me di cuenta que no era sólo yo la que estaba desnuda. Oh no...
- ¡Angie, Miguel está acá!
Mi mirada se desvió de Mauro a la puerta para ver qué esta se abría rápido, de la misma forma que yo tiraba de las sábanas hacia arriba para taparme por completo.
Mis ojos chocaron con los de Santino, que pasó de sonreír a abrir la boca atónito al ver a mi acompañante. Después, comenzó a desviar su miradas de él a mí aún agarrando el pomo de la puerta, paralizado.
- ¡Angie, si no te despierta Santino lo hago yo!- oí gritar a nuestro hermano mayor abajo y Santino acabó por mirarme, sonriendo.
- Ni se te ocurra decir nada.- dije mientras Mauro resoplaba, dejando de abrazarme para darse la vuelta y darme la espalda.
- Angie...
- ¿Qué hacemos?
- Eh... qué harás vos querrás decir, yo no me acosté con él.
- Santino.
- ¡Angie!- Miguel volvió a gritar mientras se oían sus pasos por las escaleras, lo que hizo a Santino cerrar rápido la puerta para que no nos viera.
- La concha de la gorra, ¿Quién grita tanto?- susurró Mauro antes de volver a resoplar.
Los dos lo miramos fijamente hasta que él se rascó sus ojos con su mano a la vez que se colocaba mirando hacia arriba. Suspiró y sus ojos se abrieron levemente, mirándonos confundido.
- ¿Qué?
- ¿Seguís borracho o no nos reconoces?- preguntó divertido Santino, lo que hizo que él volviese a pasar sus manos por sus ojos.
- Angie.
- Hola.- saludé con una sonrisa irónica cuando su mirada se fijó en mí aún algo aturdido. Sus ojos bajaron de mi cara a la parte que tapaba la sábana para darse cuenta entonces de qué había pasado.
- ¿Nos acostamos?- preguntó sentándose en la cama, lo que hizo que la sábana cayese con suerte hasta su cintura.
- Eso parece.
- Eso o hicieron una fiesta de pijamas privada y sin pijamas-. sonrió Santino y los dos le miramos.- Está bien, vos vestite y vos espérate a que salgamos de casa y salís.
- ¿Y por qué no puedo salir ya?
- Angie, la concha de nuestra madre, ¿Querés salir ya? No sé qué mierda hacen allá Santino y vos.- dijo Miguel desde la puerta.
- Oh...¿Bueno y qué?
- Vos nada.
- Pero Miguel es tremendo pelotudo con estas cosas.
- Ya...
- Dale, vestios ya por dios.
Nos miramos y le di la espalda rápido, buscando la ropa en el suelo sin éxito alguno, sólo la ropa interior a los pies de la cama. Santino chasqueó su lengua y fue rápido a mi armario para agarrar cualquier cosa y tirarmela mientras que Mauro ya se estaba vistiendo
Aún con el dolor de cabeza y sin poder creerme lo sucedido, me vestí lo más rápido que podía sin dejar de pensar en la imagen suya a mi lado abrazándome dormido.
¿Me acosté con el hermano de mi amiga? No había nada malo en eso, no que yo sepa, al fin y al cabo ya éramos mayores. Pero, ¿Me acosté con el pibe que me gustaba en la adolescencia? ¿Y por qué no recuerdo nada?
Suspiré acabando por ponerme las zapatillas y salí con Santino corriendo de la habitación, casi sin mirarle porque no sabía cómo actuar.
Bajamos las escaleras y me encontré a nuestro hermano mayor en la cocina, esperándonos.
- Dale, llegamos tarde.
- ¿A qué?
- A una de sus grandes noticias.- dijo Santino mirándome con las manos en los bolsillos de su pantalón, tranquilo, como si no acabara de ver tremenda escena.
- Bueno, dale, vamos ya que nuestros viejos estarán esperándonos.
Se colocó mejor su campera y salió rápido de la casa. Santino y yo nos miramos y fuimos detrás de él, por supuesto sabiendo que luego se iría Mauro.
En frente de la puerta, su auto nos esperaba con él ya dentro. Nos subimos y miré de nuevo la casa.
De repente, tranquilo y mientras se encendía lo que parecía desde acá un cigarro, salió Mauro como si nada de mi casa. Le di un leve golpe a Santino, que estaba en la parte de atrás del auto conmigo, y él miró por mi ventanilla también.
- Dale, Miguel, como tardemos José se va, ya sabés cómo es.- dijo rápido Santino para evitar que nuestro hermano también lo viera.
- Que rompe bolas que es.
Dijo Miguel entre carcajadas mientras comenzaba a manejar, alejándonos de lo que podría ser una catástrofe.
Respiré tranquila mientras Santino se acomodaba en su asiento, pidiendo a Miguel que suba el volumen de la música.
- Angie.- susurró y le miré, viendo cómo sonreía.
- ¿Qué?
- ¿No te acordás de nada?
- Nada.
- Que pena, ¿No?- intentó no reírse para que Miguel no sé diera cuenta de que estábamos hablando.
- Pelotudo, ¿Y cómo entraron a mi casa?
- Dale, tengo una llave de repuesto, me desperté y dije voy a ver a la desaparecida.
- ¿Desaparecida?
- Te fuiste sin más, te llamamos pero nada, ahora ya sé dónde estabas.
- Te odio.
- Sí, sí...pero el pasado no se puede cambiar, nena.
- Callate ya, gil.
- Ché, ¿Qué hablan ahí?
- Nada.- dijimos al unísono.
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Piensa En Mí (Duki)
FanfictionAngie, hija de padres españoles, nació en Buenos Aires, Argentina. Desde pequeña, vivió en Almagro, siendo parte de una familia humilde junto a sus tres hermanos mayores. Con cinco años, mientras jugaba en el parque conoció a una niña en uno de los...