82.

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- ¿Qué hacés acá?
- Tu hermano me lo dijo.
- ¿Posta?
- Sí, me dijo que estaba ya cansado y me lo contó.
- Pero te dije que iba más tarde.
- Ya, pero sabía que no lo ibas ha hacer, ¿Por qué no me contaste?
- ¿Cómo que no iba a ir? Te dije que sí, gil.
- Ya, como estos dos días que ni bolas nos diste. Dale, Angie, nos dejaste por Mauro.
- Estaba muy ocupada, ¿Sí? No podía sacar tiempo para vosotros.
- Ah, listo, ahora hay que sacar tiempo para vernos, genial eh.
- Juan.
- No, Angie, ni siquiera nos contaste.
- Bueno, se me olvidó, que sé yo.
- Ya, vos sabés guardar muy bien los secretos o igual es que no querés contar nada porque no sabés bien qué estás haciendo.
- ¿Qué flashas, Juan? ¿Te tomaste algo antes de venir?
- Dale, Angie, no me creo que no te hayas acordado nada de nosotros.
- No podía veros, ya está, nada más.
- Ni contarnos, ¿Desde cuándo?
- ¿Desde cuándo?
- Sí, desde cuándo salen.
- Desde...hace unos días, ¿Qué querés, Juan, qué te diga el día exacto?
- No, eso me basta para saber que no confías nada en tus amigos, ni siquiera en mí.
- No es eso.
- No, seguro que no.
- ¿Por qué no volvés a tu casa y lo hablamos más tarde, cuándo vaya?
- Ya, mejor, así no molesto y te dejo ya con tu novio.
- Juan.
- No, no, está bien, luego no pidas que te cuente yo mis quilombos.
- Juan.
Intenté que se quedase, no quería que se fuera así, pero él chasqueó su lengua y volvió a su auto negando con la cabeza bajo mi mirada.
Yo, viéndole ir, me apoyé en el marco de la puerta y también chasqueé mi lengua, suspirando antes de cerrar la puerta. Al darme la vuelta, Mauro estaba delante de mí.
- ¿Todo bien? Os oí y no quería interrumpir.
- Nada, está loco, ya está.
- Igual tendrías que ir.
- ¿A dónde?
- A su casa como dijiste, pero ahora, a hablar mejor.
- No, ya fue, no quiere hablar, listo.
- Angie.
- Déjalo, ¿Sí?
Me siguió con la mirada mientras pasaba por su lado para volver al salón, sentándome sin ganas, soltando el celular de mala forma en el sofá.
- No vas a dejarlo acá, vos lo sabés.
- Ni vos, por lo visto.
- Te conozco lo suficiente para saber que te vas a quedar todo el día pensando en él.- dijo acercándose y yo levanté mi mirada para dejar de ver el suelo.
- ¿Y?
- Que para estar así, mejor te vas y hablas con él o al menos lo intentas.
- ¿Me estás echando?
- No, yo quiero que te quedes, pero si de verdad vos también lo querés.- le miré en silencio, pensando, y mientras él se sentó a mi lado.- Dale, yo voy a estar acá esperándote.
- ¿Sí?
- Siempre.
Sonrió y yo puse los ojos en blanco, haciéndole reír a la vez que me acercaba a él para abrazarnos. Sonreí entre sus brazos y finalmente me decidí a ir a su casa y hablarlo mejor que en la puerta de mi novio.
Fui andando, así que tardé lo suficiente para pensar en que decir cuando le viese. Sabía cómo era cuando se enojaba, así que no me iba a dejar hablar mucho y por eso me tuve que buscar ideas rápidas y simples para defenderme y que todo vuelva a estar bien.
Suspiré y llamé a la puerta, esperando que abriese. Mientras, agarré el celular y le mandé un rápido mensaje a mi hermano mayor. Cuando lo envié, abrió la puerta.
- Angie.
- Déjame hablar, ¿Sí? Ahora yo voy a verte a vos.- resopló, cruzándose de brazos.
- Dale, vos dirás.
- No te lo conté porque no estaba segura, sí, no estaba segura de que era realidad. Vos sabés qué pasó con él, sabés que me gustaba desde que era una pelotuda.
- Lo seguís siendo.- me interrumpió.
- Bueno, más enana, ¿Sí?- asintió y suspiré.- Y con todo eso supongo que entenderás lo sorprendida que seguía días después de oficializar la relación, dale, me gustó en su momento y años después estoy con él.
- ¿Y?
- Y fue con el que engañé a Carlos, vos lo sabés.
- ¿En conclusión?
- Pensé que te molestaría que saliese con el que engañé a mí novio, además de que a vos no te gustaba que hiciese eso.
- Al final Carlos tampoco era tan bueno.
- Ya, pero vos...no sé, igual son mis quilombos, ya sabés cómo soy, siempre pienso mucho y...perdoname, no quise ocultaros nada, yo confío en vosotros.
- Pero pensaste que me enfadaría.
- Me confundo yo misma, Juan, dudo hasta de si tengo que abrir la puerta de mi casa cuando vuelvo por si me han entrado a robar.
- La verdad es que seguís siendo realmente pelotuda.
- Ya...lo siento.- chasqueó su lengua y se apoyó con el codo en el marco de la puerta, mirándome.- Ahora ya lo sabes así que...
- Está bien, vení, no me voy a molestar por eso.- sonrió levemente y se acercó a mí para abrazarme.- Sólo me enfada que el boludo de Santino lo sabía antes que yo.
- Listo, si querés vamos a romperle las piernas, estoy lista.
- ¿A tu hermano?- se separó y negó con la cabeza.- Tengo algo mejor.
Le miré confundida y él agarró mi mano, tirándome hacia dentro de su casa. Me llevó al salón y ya allá me senté en el sofá mientras veía como llamaba a los demás para que viniese antes de lo que habían previsto.
En unos minutos, fueron llegando poco a poco, saludándome nada más verme. Hasta que estuvimos todos, entonces Juan me dejó que les contara lo de Mauro.
- Sinceramente, sabía que algo pasaba acá.
- ¿Así?
- Mucho tiempo sin vernos, nena, y todos sabíamos que lo de Mauro era algo más que diversión.
- Ya...os lo tenía que contar antes.
- No importa, si vos estás bien.- Matías me sonrió y yo asentí con la cabeza.
- Dale, ahora Diana tenés que hacer algo por nosotros.
- ¿Qué?
Él le sonrió, yo les miraba confundida porque no sabía que iban ha hacer. Segundos después, se acercó a su oído y al alejarse ella agarró su teléfono y llamo a alguien.
- Santino, sí soy yo, Diana. No, no estoy ni escabiada ni drogada, tranquilo.- miré a Juan confundida y él sólo me sonrió.- Nada te llamaba porque estaba re aburrida y...bueno no sé, podemos vernos. Sí, obvio, en mi casa, donde siempre. No, vos tranquilo, Angie no sabrá nada que ya sé que luego te hace jodas.- me guiñó un ojo y Nicolás tuvo que aguantar su risa.- Sí, sí, ahora nos vemos, chao.
Y terminó la llamada, haciendo que la sala se llenase de risas mientras que yo les miraba con una sonrisa confundida.
- En mi mano lo tengo.
- ¿Y ahora?- pregunté.
- Ahora que espere en la puerta a que llegue, yo mientras me quedo acá con vosotros porque quién vale, se hace esperar.
- Pará, diva.- nos reímos por la falsa actitud de Diana, negando yo mientras la cabeza.
- Están completamente locos.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora