64.

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Salimos del auto y llamamos a la puerta. Desde acá pude oír a uno de mis primos pequeños gritar, a saber por qué sería. De repente, la puerta se abrió y él apareció.
- Llegamos
- Ya lo veo.
- ¿Nos dejas pasar?
- No sé.
- Tengo un chupetín y si me dejás pasar, te lo doy.
- Listo, pasen.
- Que listo que es el pelotudito.- dijo Santino mientras nuestro primo se iba corriendo para dejarnos el camino libre.
Suspiré y entramos, yo con Mauro detrás algo perdido. De la cocina salió mi tía junto a otro de mis primos, él más pequeño y loco de todos. Lo llevaba de la mano hacia el salón, saludando pero sin darnos mucha importancia. Y en la puerta se apoyó mi madre, sonriendo.
- Trajiste a Mauro.
- Eh sí, llegábamos tarde y no daba para llevarle a casa.
- Menos mal que siempre sob...
- Al fin.- nos giramos a ver a Miguel salir del salón.- No sabés lo que es esto.
- ¿Trajiste a Luna?- asintió y resoplé.
- Creo que era mejor andar.- me susurró Mauro y le miré, sonriendo al verle tan confundido.
- Vos sólo conoces a mis viejos, no sabés donde te metiste.
- ¡¿He oído por allá a mi nieta?!- oí a mi abuela llamarme desde el salón.
- Ahora viene lo mejor.
Le dije antes de entrar en el salón para ver a mi padre sentado en el sillón, mirando el televisor como de costumbre. En el sofá estaban mi tío, su hijo y mi abuela y en una silla aparte, José jugando con el celular a un juego con mi otro primo.
- Angélica.
- Hola, nana.
- ¿Y a quién trajiste?- miró a Mauro y sonrió.- ¿Es tu novio?
- No, no es él.
- ¿Y dónde está entonces? Vos sabés que yo no digo nada.
- Uh Dios.
- Yo soy Mauro, su...bueno, amigo.- respondió sonriendo.
- Mirá vos, un amigo, esta juventud no deja de sorprenderme.
- Un día amigos y otro se están causando eh, vieja.- le dijo mi padre y le miré confundida.
- Así me pasó a mí.
- Bueno, a cenar todos.
Mi vieja apareció para salvar la noche y suspiré, viendo cómo Mauro sonreía aún más.
Los pequeños, en total dos, se quedaron sentados en el sofá mientras los demás nos encargamos de preparar la mesa. En total estábamos mis viejos, mis tres hermanos, la mujer de Miguel, mis dos primos, mi abuela y mi tía, la hermana de mi viejo, junto a su marido. Además de el invitado especial, Mauro.
Con todo ya listo, nos sentamos a cenar aunque como la otra noche, toda la atención era para el nuevo, que parecía ganarse a todos en un segundo mientras que Santino y yo seguíamos peleando por quién le tenía más miedo a Miguel.
- Bueno, Angélica, ¿Y cómo es tu novio? Porque ya me dijiste que Mauro es tu amigo.
- Sí, mi amigo, nada más.
- Bueno eso ya...- le di levemente a Santino en el hombro y él chasqueó la lengua.
- Bueno, contale a la nana como es Carlos. Es re bueno, un pibe de diez.
- Sí, bueno...- carraspeé la garganta y oí a Mauro intentar aguantarse la risa.- Bueno, es...es un pibe que conocí en la facultad y todo fue rápido pero bien.
- Re tímida la nena para hablar del novio.
- Bueno, tampoco es que sea algo importante.
- Es el primer novio que le oigo decir a tu viejo que le gusta.- dijo mi tía.
- Ya...
- Dale, contale o enseña una foto.
- A ver es que yo...
- Angie, Angie, Angie.- Santino comenzó a cantar mi nombre en susurros, lo que hizo a mis viejos más confundidos.
- A ver lo que Angie quiere decir es que básicamente ya no están juntos.
- ¿Qué?
Abrí los ojos y dejé de mirar a Santino para desviar mis ojos a Mauro, sorprendida por lo que dijo.
- Dale, contale, no es tan difícil.
- Te voy a...
- ¿Cómo que terminaron?
- Sí, terminé.
- ¿Pero por qué?
- Porque no era tan bueno.
- Pelotudo el pibe eh.- añadió Mauro y me volví a mirar.- ¿Qué? Digo la posta.
- Callate un poquito, sólo pido eso.
- ¿Pero hizo algo?
- Que no hizo...
- Mauro.
- Bueno, contá, te tomás media hora para decir que te engañó.
- ¡Mauro!
- ¿Te engañó?
- Sí, con una mina, listo, ya está. Gracias eh.
- De nada.
Santino intentó no reír mientras que José aplaudía, sonriendo y divertido por la situación. Mi abuela estaba sorprendida, como mis viejos y mis hermanos intentaban no reírse.
- ¿Pero cómo así?
- Dale, ma, ¿Podemos seguir cenando?
- Miguel, vení un momento.- mi hermano miró extrañada a mi abuela.- ¿Por qué me mentiste del novio de tu hermana? Era buen pibe dijiste.
- Eso parecía, nana.
- ¿Pero qué pasó, nena? ¿Hiciste algo?
- ¿Yo? Nada, discutimos y listo, ¿Podemos ca...?
- ¿Y ahí conociste a Mauro?
- ¿Qué?
- A Angie la conozco desde chicos, es amiga de mi hermana.
- ¿Vos sos Mauro Lombardo?- Mauro asintió y mi abuela sonrió.- No sabés cómo tenés al hijo de un amigo, por qué sos un tal Duki, ¿No?
- Sí, sí, soy yo.
- Mirá, Angélica, que es famoso.
- Lo sé, nana.
- Que nieta más lista tengo, amiga de famosos, ¿Viste Antonio? Tan mala no era.
- ¿Mala yo?
- No sé de qué está hablando.
Mi viejo levantó las manos y fruncí el ceño viendo a Santino acabar por reírse. Por suerte, decidieron cambiar de tema hasta acabar la cena.
Después, mis tíos fueron los primeros en irse por mis primos y sólo quedamos mis viejos, mis hermanos, Luna, Mauro y mi abuela.
- Bueno, es hora de irme.
- Yo te llevo, nana.- Santino se levantó y José también, porque vivían en el mismo lugar.
- Ché, ¿Nos pueden llevar?
- ¿No trajiste el auto?
- Vinimos andando y llegamos antes que ustedes.
- ¿Una medalla querés?
- Bueno, dale, vámonos ya.
- Esperá, ¿Y Mauro y yo?
- Un taxi, un Uber...mil cosas.
- Que paja.
- O pueden quedarse acá.
- ¿Acá?
- Tenés la habitación y Mauro se puede quedar en la de alguno de ellos.
- Dale, Angélica, la primera vez que tenés a un famoso en casa, aprovechá.
- Nana, por favor.
- Amigo, un famoso amigo.- miró a Santino y él sonrió.
- Nosotros nos vamos, chao.
- Chao.
- ¿Entonces nos quedamos acá?
- Eso creo.
Mi vieja sonrió y fue corriendo a preparar todo. Detrás de ella, fue mi viejo segundos después para ayudar.
- Te luciste hoy eh.
- Estamos destinados, ¿Qué querés?
- Que hincha bolas que sos eh.
- Dale, lo dijo tu abuela, no podés no hacerle caso.
- Dice muchas cosas.
- Y ya sabe cómo va a acabar, de amigos a pareja.- me guiñó el ojo, levanté una ceja y le hice reír.- Es joda, tranquila, ya no necesitás divertirte.
- Divertirme siempre, pero hay muchas formas.
- ¿Soy una de ellas?
- Listo, ya pueden ir si quieren.
- Porque nosotros nos vamos ya.
Nos despedimos de mis viejos, que por suerte habían interrumpido la respuesta a esa pregunta. Cuando fuimos los dos, ellos ya se habían entrado en su habitación, lo que significa que ya todos teníamos que irnos a dormir.
Le dije a Mauro dónde estaban las cosas, aunque algunas habitaciones las recordaba. Después, entré en la mía para tumbarme en mi vieja cama.
Cerré los ojos sin más, intentando dormirme con tan sólo una manta en mis pies. Pero recibí un mensaje.
Mauro.
Me siento re solo.
Abrazate a un peluche.
Dale.
Me aburro acá.
Resoplé y dejé el teléfono, ignorándole. Me acosté bien y me di la vuelta, durmiendome lentamente. Hasta sentir una mano en mi hombro que me sobresaltó.
- La concha de tu madre, Mauro.
- Perdón, me ignoraste.
- Sí, para que te durmieras
- Y no pude.
- ¿Y qué querés? ¿Qué te cante una nana?
- ¿Me puedo quedar acá?
- ¿Te pensás que soy boluda?
- Dale, nada sexual, ni te toco.
- No me vas a dejar, ¿Verdad?
Sonrió y alumbrado por mi teléfono le vi sonreír, divertido por la situación. Resoplé y acabé por hacerle un pequeño hueco que nos quedaba pegados.
- No me ibas a tocar eh.
- La cama pequeña no entraba en mis planes.
Suspiré y le oí reírse levemente en la oscuridad. Aunque no quisiese, no tuve otra opción que darme la vuelta y acabar con los de lado, dándole la espalda y durmiendome sin estar segura de si era mejor tirarle de la cama. Menudo día.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora