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El teléfono vibró en mi mochila, despertándome de la clase que faltaba antes de irme a casa.
No había visto a Carlos en todo el día, tampoco hablamos después de aquello.  Parece que ahora sí se enfadó.
Yo no volví a hablar con Mauro tampoco y no sabía nada de Candela. Así que, supongo que todos estaban ocupados mientras que yo me moría estudiando en mi casa, esperando a que mis amigos me digan de salir a algún lado. No me importaría siquiera ir a la casa de Juan a cuidar de sus tres hermanos o simplemente estar todo el día allá con tal de dejar de estudiar por un tiempo.
Por fin, la clase terminó y pude despegar mi cabeza de mi mano, teniendo apoyado mi codo en la mesa. Guardé el libro en la mochila y salí de la sala, caminando hacia el colectivo. Por suerte me había traído plata pensando en que Carlos no me hablaría si acaso venía.
Me senté en el asiento y el conductor comenzó a manejar hacia la siguiente parada. Entonces me acordé del mensaje en mitad de clase.
Puse la mochila en mis rodillas y la abrí, buscando allá el teléfono. Lo agarré y vi quién era en segundos.
Mauro😉
¿Nos vemos hoy?
¿A qué venía esto? ¿De repente aparece para querer verme cuando yo había dejado claro que no era exactamente lo que quería?

¿Te aburrís?

Mucho.
Necesito dejar de grabar unas horas.

Yo dejar de estudiar.

Entonces nos ayudamos.
¿No?
¿Tenía algo mejor que hacer? No, ¿Todos mis conocidos me ignorarian si yo les digo de vernos? Sí, ¿Pasaría algo entre nosotros si nos vemos? No lo sé.

Bueno.
Si no hay nada más...

Y me dejó en visto. Suspiré y guarde el teléfono de nuevo, viendo por la ventanilla cuanto quedaba para llegar a la parada más cercana a mi casa.
Bajé junto a dos personas más y luego seguí sola hasta mi casa. Allá, Santino me mandó un mensaje, pero pensando que podría salvarme del plan de Mauro e irme con él, en realidad era un meme.
Lo ignoré y me fui a comer, dejando las cosas en el salón porque después de dormir unos minutos tendría que estudiar.
También me llegó un mensaje de Juan, pero parecía que tampoco me ayudaría y tendría que enfrentarme a Mauro.
Me desperté de la pequeña siesta y comencé a estudiar, cansandome minutos después de empezar a ver todo. Entonces, alguien me llamaba al teléfono y pensé que sería Mauro, ya que no habíamos dicho de vernos a una hora.
- ¿Sí?
- Angie, volví.
- Cande.- ahí di gracias por no llamarle por su nombre al aceptar la llamada.
- ¿Nos vemos? Hoy no tengo que hacer nada.
- Eh...no sé, tengo que estudiar.
- Puedo ir a tu casa y no molesto eh.- en realidad, si la veía a ella no vería a su hermano.
- En realidad me parece buena i...
El sonido de la puerta interrumpió mi frase. No había quedado con nadie para que viniese, así que me quedé algo confundida.
Ignoré como Candela me hablaba por el teléfono y fui a la puerta a ver quién era. Abrí y no me lo podía creer.
- ¿Quién te pensabas que era?- preguntó sonriendo.
- ¿Quién es el de esa voz?- preguntó ahora Candela por la otra línea. Oh no.
- Eh...Carlos, ha venido a verme.
- Mirá vos, no perdés el tiempo eh.
- No, no, vos sabés que no.- le miré confundida, al igual que él a mí cuando oyó que le llamaba como mi novio.
- Bueno, igual puedo ir, ¿O van a estudiar otro tipo de cosas?
- Eh...no sé, Cande, la tarde es larga.- ahí Mauro pareció entender que pasaba.
- Bueno, si me aburro no digo que no vaya a verte eh, a veros.
- Sí, sí, dale.
- Chao.
- Chao.
Mi mente se había ido de la conversación con ella desde que le vi delante de mí. Terminé la llamada y le miré aún más confundida.
- ¿Qué hacés acá?
- ¿No íbamos a vernos?
- Sí, pero no dijiste cuando.
- Me gusta ver tu cara de sorpresa.
- A mí no me gusta ver la tuya sin esperarmelo.
- ¿Me vas a tener todo el día acá fuera o me dejás pasar?
Resoplé y me hice a un lado, viendo cómo ya comenzaba a sonreír y pasaba adentro. Yo no tuve otra opción que seguirle hasta la sala.
- Estudiando eh.
- Algunos no somos buenos en la música.
- Seguro que sí, aunque sea tocando la guitarra.- se sentó como si nada, mirándome.- Carlos eh.
- Dale, era tu hermana, ¿Qué querías que le dijese? ¿Qué su hermano había aparecido de repente en mi casa?
- De repente no, dijimos de vernos.
- Sí, sí, como digas.
- ¿Y qué pasa que no está él acá ayudándote?- preguntó cambiando de tema mientras me sentaba no muy cerca de él en el sofá.
- Seguimos enfadados, bueno, él sigue molesto, yo sólo espero a que me hable.
- Que pelotudo.
- No sé para qué preguntas si siempre es un pelotudo para vos.
- Tengo la esperanza que deje de serlo para que vos no tengas que aceptar que venga a tu casa.- sonrió y yo puse los ojos en blanco.- ¿Querés uno?
Sacó de su riñonera un cigarro y mis ojos comenzaron a brillar seguramente tan sólo al ver el tabaco. Hacía tiempo que tampoco fumada.
Él sonrió más y sin decir nada más lo puso entre sus labios para prenderlo antes de pasármelo. Le di una calada mientras él soltaba el humo y luego se lo devolví.
- Sos mi narco.
- Al menos soy algo ya.- dejó de mirar al frente para volver a sonreírme, los dos con la espalda en el respaldo.
- No tenés otro tema eh.
- ¿Qué tal en la facu?
- Bien.
- Vos también le ponés ganas a las respuestas.
- Que hincha bolas que sos.
- ¿No está tu viejo por acá? Seguro que él me da mejor conversación.
Le miré frunciendo el ceño y él terminó por reír cuando le di un leve golpe en el hombro, robándole después el cigarro.
- ¿Y por qué no te dejan fumar?
- No sé, soy una nena aún para ellos.
- Una nena que ya fumó otras cosas.
- Eso no lo saben.
- Saben poco.
- Santino es el que más.- le volví a mirar dejando de tener mis ojos en los libros y le devolví el cigarro.- Pero ha aprendido a guardar mis secretos.
No hizo nada, tan sólo agarró el cigarro y le dio otra calada antes de cambiar de tema para contarme ahora sobre él. No sabía por qué, pero me di cuenta que cuando le respondía siempre estaba a la defensiva, quizás porque así me aseguraba de que no pasaría nada.
Al fin y al cabo, era el pibe que me gustó en mi adolescencia y con él que había perdido el control todas las noches que acabé con él. No sé cómo lo hacía, pero había algo que me atraía demasiado para negarme.
De mis pensamientos no me sacaron sus historias de la música, sino el teléfono que vibró en la mesa por otra llamada. Era Candela otra vez.
- Cande.
- Ya voy.
- ¿A dónde?
- Tu casa, ya te dije.
- A mí casa.- le miré pero él seguía fumando lo que quedaba.
- Sí, boluda, tu casa.
- Dale, venís y cenamos, pero Carlos ya se ha ido.- ahí sí me miró, sabiendo que ahora Carlos era él.
- Bueno, no importa, yo voy a verte a vos.
- Está bien, nos vemos acá.
- Chao.- terminé la llamada y dejé el teléfono a mi lado, mirándole.
- ¿Me tengo que ir?
- Creo que sí.
- Yo pensaba en quedarme hasta la noche.
- Tendrás que conformarte con el anochecer.
- Bueno, otro día será.
Sonrió y sacó de su riñonera otro cigarro que dejó en la mesa, levantándose para ir conmigo detrás e él a mí puerta.
- No prometo que no vuelva a aparecer.
- Yo no prometo que te vuelva a abrir la puerta.- dije apoyándome en el marco bajo su sonrisa y mirada fija.
- Bueno, entonces lo veremos cuando ocurra.
Se dio la vuelta y sin más se fue. Suspiré y cerré la puerta, esperando al siguiente Lombardo.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora