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El auto iba disminuyendo la velocidad mientras nos acercábamos a otro boliche.
El corto viaje me había disipado un poco del mareo que sentía por el alcohol y ya estaba más tranquila, acabando por tirar el acabado cigarro por la ventanilla mientras Mauro miraba su celular con un porro recién encendido en sus labios.
Aparcó y él quitó su brazo de mis hombros, abriendo la puerta tras una última mirada hacia mí.
Me deslicé por los asientos a la vez que su amigo salía por el otro lado hasta acabar por pisar el asfalto.
- ¿Y Cande?
- Venite con nosotros mientras no aparece, seguro que te va a buscar en cuanto llegue.
Asentí sabiendo que no podría estar más a salvo que a su lado en un boliche.
Entramos y de nuevo el olor a alcohol y tabaco invadió mis fosas nasales mientras Mauro había preferido agarrar mi mano de vuelta para llevarme y asegurarse de no perderme.
Fuimos a la zona VIP y todo parecía más tranquilo y con ello yo. Quizás preocupado por mi estado, me acompañó a por algo de beber y luego volvimos con los demás, viéndole fumar su porro.
- ¿Tenés más?
- ¿No decías que ya no fumabas?- preguntó sonriendo y yo puse los ojos en blanco.
- Sí, ya no fumo eso, ahora sólo tabaco, ¿Tenés?
- ¿Tanto fumas que hace unos minutos has tirado uno y ya pedís otro?
- ¿Vos me vas a venir a decir?- sonrió y comenzó a buscar en su riñonera para empezar a liar mi cigarro dejando su porro en sus labios y su vaso en mis manos.
- Déjame a mí, lo hago más rápido.
Me miró confundido y nos cambiamos lo que teníamos en las manos para comenzar a liarlo de vuelta, mejor y más rápido. Cuando levanté mi mirada, él ya me esperaba con el encendedor, agarrando torpemente mi vaso, y una sonrisa.
- Sos una experta.
- Años en los que me he tenido que esconder y hacer todo rápido.
Me puse el cigarro entre mis labios y él decidió dejar su vaso a un amigo para encendermelo. Nuestras miradas estuvieron fijas todo el tiempo, a corta distancia, intimidándome a la vez que él también aprovechaba para dar una calada a su porro, echando los dos a la vez el humo.
Le pidió de vuelta el vaso a su amigo mientras yo guardaba todas las cosas en la riñonera colgada de su cuello junto a sus cadenas.
Después, bebí de mi vaso cuando me lo devolvió y volví a dar una calada. Hacía mucho tiempo que no fumaba tanto, pero tenía que aprovechar.
- Te vas a asfixiar.- dijo riendo, viendo cómo volvía a darle una calada, esta más larga que las otras.
- Mis viejos y mi novio me tienen sin fumar, ¿Qué querés que haga?
- Si no vieras tanto a tu novio, podrías fumar más.- levanté una ceja mirándole, aunque en realidad tenía razón.- Fíjate como es que tenés que salir para ser vos.
- Callate, gil.
Di otra calada y él volvió a reír. Uno de sus amigos se acercó a su oído a hablarle para que le oyese por encima de la música y de repente, mi teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo de mi falda vaquera negra que llevaba junto a un cinturón y top también negro. Lo agarré esperando que fuese Candela, pero no.
- Carlos.
- ¿Angie?
- ¿Pasó algo?
- ¿Estás en un boliche?
- Sí, tuvimos un problema, bueno uno de mis amigos, y vine a ayudar.
- Si estás en un boliche no pasa nada, sólo que me has mentido y no entendería por qué.
- No, no, todo piola, tranquilo.- levanté mi mirada del suelo y me encontré de nuevo con la sonrisa victoriosa de Mauro, que aunque tuviera parte de su atención en su amigo, también la tenía en mí.
- Bueno, sólo llamaba por si querías venir acá a dormir o algo, que me aburría, pero si estás ocupada todo bien.
- Mañana, ¿Sí?
- Dale, tranquila, todo bien.
- Está bien, chao.
- Chao, nena.
Terminé la llamada y suspiré a la vez que el pibe se iba riendo tras lo que le acababa de decir Mauro.
- ¿Era tu pelotudo?
- Sí.
- ¿Y es tan pelotudo para creerse que no veniste a divertirte sin él?
- Por dios, Mauro, dejá de hinchar la pelotas un sólo segundo, por favor.
- Está bien, está bien, yo no hago nada.
Levantó sus manos, rió levemente y fumó antes de beber a la vez que yo. De lejos se oyó como alguien venía. Candela.
- Al fin.
- Sí, perdón.
- ¿Todo bien?
- Sí, sí, estamos todos acá, ¿Nos vamos?- preguntó mirándome y yo miré a Mauro.
- ¿Ya?- preguntó él.
- Sí, dale, yo soy Candela Lombardo, no Duki.
- Y a mí no me importa, chao.
Candela agarró mi mano y yo eché el humo de mi última calada con mis ojos fijos en él mientras ella tiraba de mí hacia afuera de la zona VIP.
Me llevó a la pista a bailar junto a sus otros amigos y allá seguí bebiendo, sin fumar porque no tenía cigarros.
Horas después, cuando el boliche estaba a punto de cerrar y nosotros de irnos al after, no podía aguantar más y Candela me dijo que no me daría más, así que sólo podía acudir al único que sabía que sí me daría. Realmente parecía una adicta.
- Angie.- se giró cuando conseguí entrar de vuelta a la zona VIP y toqué su hombro para que me viese.- ¿Pasó algo?
- Eh...necesito fumar.
- ¿Es joda?
- Ojalá.
Rió, negó con la cabeza y comenzó a sacar el poco tabaco que le quedaba con el papel de liar. Le sonreí como una nena y comencé a hacerme de vuelta otro cigarro.
- Esto hay que pagarlo eh.
- Te debo demasiado a vos eh.- dije, aún liando el cigarro.
- Demasiado.
Levanté mi miraba, le sonreí y terminé de liarlo. De vuelta, él lo prendió, pero esta vez me quedé allá porque uno de sus amigos me habló y no podía irme sin más afuera.
- Nos vamos ya.
- ¿A dormir?- pregunté con ironía.
- Dale, decile a Candela, pelotuda.
Reí y salí con él de la zona VIP, buscando después a Candela para decirle.
De ahí, volví a buscarle para avisarle que ella no tenía ningún problema pero haríamos nuestro propio after. El problema es que no estaba donde le dejé.
Salí del boliche y fumando apoyado en un auto le vi, mirando a la nada. Suspiré, cansada y comencé a caminar con torpeza. El mareo se hizo presente y la última calada fue tan fuerte y fumé tanto que me dieron náuseas que me hicieron parar.
- Angie, ¿Todo bien?
- Todo bien, Candela no le importa.
- Pregunto por vos, idiota.- dijo, llegando a mí.
- Sí, sí, bien.
- Tenés que dejar de beber tanto.
- Está todo bien.
- Y fumar.
- ¡Mauro!- uno de los pibes gritó desde un auto.
- ¿A dónde van?
- A una casa de ellos.
- ¿Es divertido?
- ¿Te cansaste ya de mi hermana?
- No, no, pero creo que como siga así no aguanto otra fiesta más.
Rió y aunque estaba más borracha que antes, mi decisión de ir con él fue estando bastante serena.
Subí al auto con él y como dijo, fuimos a una casa, otra que desconocía.
Fuimos a la sala y estuve bien unos minutos hasta que todo lo bebido, fumado y el resto de drogas que había allá comenzaron a afectarme realmente.
- Dale, otra vez tendré que hacerme cargo de vos.
Me llevó de la mano mientras yo resoplaba, saliendo de la casa para ir en taxi a la mía. Estaba tan confundida con todo que no me importó que bajase conmigo y me acompañase hasta la puerta.
Abrí, encendí la luz y con torpeza entre, tropezando en el segundo paso. Por suerte, me agarró rápido. Suspiré, tocando mi sudada cabeza para echar mi pelo hacia atrás, girarme y verle.
Sus manos en mi cadera, sus ojos en los míos, los dos habiendo bebido y fumado, aunque él otras cosas que yo por suerte no. Me sonrió levemente y yo hice lo mismo antes de que la fuerza de mi cuerpo se fuera en acabar con la distancia y tensión entre los dos.
Sus manos dejaron de agarrar con suavidad mi cintura para tirar de mí cuerpo al suyo, abrazándome por ahí mientras yo pasaba mis manos por su nuca. Me llevó a la pared y de allá comenzamos a subir las escaleras hasta mi habitación, cayendo algún cuadro en el camino.
Caímos en la cama con él comenzando a subirme el top y yo su remera con más torpeza. Sus manos dejaron mi cintura para acariciar todo mi cuerpo. Las mías tiraron su remera al suelo y bajaron por su espalda para volver a enredar mis dedos en su pelo a la vez que mordía su labio inferior en una corta separación de nuestra labios.
Segundos después, comenzó a besar mi cuello hasta bajar a mí cintura, también y dejando mordiscos en el camino, deshaciéndose del cinturón que tantos problemas le causaba.
Lo tiró por algún lugar de la habitación y subió de nuevo a mis labios a la vez que bajaba la falda. Ahora era mi turno y me fue más fácil quitarle los pantalones antes de terminar por adelantarme y también quitar sus boxer.
Él decidió dar el siguiente pasó, dejando que una de sus manos terminara de acariciar mi cuerpo para quitarme la ropa interior.
Sin aviso, en aquel ambiente caliente y pesado, comenzó a llenarse la habitación de gemidos y gritos con pausas de leves suspiros.
Él ahogaba su voz mordiendo levemente mi cuello, agarrándose al colchón mientras yo intentaba no clavarle las uñas muy fuerte.
Moví mi cintura a su rápido ritmo y aquello se hizo insoportable. Él aguantó, pero yo no podía más.
Las piernas me temblaron, mi cuerpo se tensó a la vez que se enredaban con fuerza mis piernas en su cintura. Eché mi cabeza hacia atrás soltando el último gemido.
Cuando parecía calmarme, él resopló agarrando aún más las sábanas del colchón y apoyando su frente en mi clavícula, cerrando sus ojos. Segundos después, se alejó de mí y cayó rendido a mi lado de la cama, respirando los dos con rapidez.
- Ojalá salieras más seguido.
Dijo entre suspiros y yo reí, mirándole mientras me sonreía con sus manos en su pecho.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora