No fue hasta que mi mente oyó aquella voz que sentí de verdad el tobillo dolerme. Me lo había torcido por los tacones y al final caí al suelo frío.
Aún aturdida por el alcohol y el dolor punzante me giré a ver quién me había hablado al no reconocerle.
- E...estoy bien.
Le veía borroso, quizás porque aunque no iba a llorar las lágrimas de mis ojos se juntaron con todos los efectos del alcohol y no podía verle bien.
- Dale, te ayudo.
Me extendió su mano y me ayudó a levantarme. Cuando pisé con el pie que me torcí, realmente sentí lo que era caerse con estos zapatos.
Apreté la mandíbula y me aferré a su hombro para no caerme de nuevo. De un golpe, dejé de sentir el alcohol para sentir sólo ese maldito dolor.
- ¿Seguro que estás bien?
- No estoy segura, la verdad, pero seguro que puedo andar.
Miré a dónde estaba la puerta sabiendo que haya me encontraría Juan e intenté caminar cojeando. Cuando sólo llevaba dos pasos el pibe volvió a ayudarme rodeándome con su brazo por la cintura. Demasiada confianza para mí, pero no podía quejarme cuando sabía que sin eso acabaría por caerme si seguía caminando.
- Pelotudo.- llamé a Juan.
- ¿Estás bien?- mi mirada borrosa enfocó a Juan viéndole doble y con cara de preocupado, dejando de tener los brazos cruzados como siempre para pasar de las manos del desconocido al de mi amigo.
- Me tropecé y ni ayudaste, gil.
- Bueno, Angie, ¿Vos qué querés que haga si estoy laburando?
- Ayudarme, ya te dije.
- Bueno, si está todo piola yo voy adentro.- oí al pibe detrás hablarme, pero no podía girarme a verle porque estaba agarrada a los hombros de mi amigo para no caerme.
- Está todo bien, es una dramática.
- Mirá pelotudo, te voy a cagar a piñas como sigas la concha de tu hermana, mirá mi tobillo, gil.
- Bueno...algo hinchado está.- le vi sonreír y apoyé de nuevo el tobillo, haciendo que las lágrimas volviesen a mis ojos, perdiendo la nitidez de vuelta.- ¿Quién hay dentro?
- Matías y Diana.
- ¿Sólo?
- Nicolás se fue con Claudia, ¿Qué querés gil?
- Pues te van a tener que llevar a casa.
- Te odio.
Sonrió divertido y me ayudó a sentarme cerca de la puerta. El desconocido se había ido como dijo y por suerte Juan me dejó con su petaca llena de ron mientras buscaba a mis amigos.
- Angie.
- ¿Qué?- pregunté con torpeza, dejando de mirar mi tobillo para fijarme en mi solitario amigo.- ¿Y los demás?
- No los encontré.- dijo rascándose la nuca.
- ¿Y yo qué hago ahora? ¿Me podés llevar vos? Porque irme en taxi no es opción, no puedo caminar.
- Bueno, igual si le digo a algún compañero... espérate acá.
- ¿A dónde voy a ir?
Pregunté con ironía mientras él se marchaba de nuevo. Suspiré y me terminé su ron, dejando la petaca a mí lado para respirar. En todo este tiempo, el dolor se había intensificado y me tenía que controlar para no largarme a llorar en mitad de la calle.
- ¿Seguís acá?- reconocí esa voz, era la del desconocido.
- Mi amigo no encontró a mis otros amigos así que no sabemos que hacer y ahora está buscando si se puede venir conmigo.
- ¿Y por qué no te subís a un taxi?- preguntó y levanté mi mirada. Se me hacía conocido, pero todo lo que me había pasado, tanto el alcohol como las lágrimas, me había quitado la vista nítida por completo, además de a veces ver doble.
- No puedo caminar y la verdad que ser ayudada por un desconocido a ir a la puerta de mi casa sola y de noche no es buena opción, además de que no me sabría defender si no soy capaz ni de quedarme de pie.
- Angie.- me giré hacia el otro lado donde el pibe estaba mirándome para ver a Juan acercarse de nuevo.- Imposible, te vas a tener que quedar conmigo sino...
- ¿Me estás cargando? ¿No podés ni llamar a ninguno de mis hermanos?
- Lo intenté pero nada.
- ¿Ni Miguel?- negó con la cabeza y resoplé.- Que pelotudo dios, soy la única buena de mi familia.
- Dale, te busco una campera y...
- Yo puedo ayudar.- dijo el otro pibe y Juan le miró al interrumpirle.
- ¿Cómo?- pregunté yo confusa. Estaba borracha y con un tobillo torcido, pero no era boba.
- Bueno, yo te acompaño.
- ¿Qué parte de no ser acompañado por un desconocido no entendiste antes?
- Uh, Angie, sí que bebiste eh.- miré a Juan aún más confundida y sonrió.- No es desconocido, vos tranquila.
- ¿Y cómo me puedo fiar de eso si no veo bien? ¿Sabés que ahora mismo tengo mi peor pesadilla delante, es decir, dos Juan?
- Porque tenés dos opciones, o te vas con él o te quedás acá hasta que termine de laburar.
Miré a mi amigo desafiante. Comenzaba a tener frío y quedarme acá no me parecía lo más divertido, ni siquiera lo mejor para mí tobillo torcido.
Pero por mucho que Juan dijera que conocía al tipo yo no sabía quién era y aunque intentaba fijarme en él, no hacía más que notar olor a marihuana desde mi lugar. Si no le conocía, ¿Cómo me iba fiar?
- Dale, Angie, vos te vas con él y cuando lleguen me llamás para que sepa que todo está bien si así te sentís mejor.
- Y bueno, dale, no quiero pasar frío.
Juan sonrió y al segundo me ayudó junto al otro pibe a levantarme. Después, Juan llamó a un taxi mientras el desconocido hablaba con sus amigos para avisarles y después nos subimos a aquel auto.
Nos separaba uno de los asientos y mientras él fumaba con la ventanilla baja yo miraba por ella intentando tranquilizar mi dolor.
Pero aunque llegamos a mí casa, seguía doliéndome y seguía necesitando la ayuda de él para caminar.
Aunque él quiso pagar al conductor, yo me adelanté con torpeza y dando de más por el alcohol que bebí. El mismo que me hacía difícil salir del auto si no era con la ayuda del desconocido.
Cerró la puerta y me volvió a rodear por la cintura, acompañándome a la puerta de mi casa. Rebusqué rápido en mi bolso y abrí igual o más veloz la puerta.
- Gracias.
- ¿Podés seguir sola?
- ¿Qué querés? ¿Acompañarme hasta mi pieza?- pregunté sonriendo, haciéndole sonreír a él.
- Yo quiero que no tengas que dormir en el piso después de todo lo que he hecho por vos.
- Ah perdón, no sabía que te debía tanto, ¿Querés guita por tus servicios?
- Está bien, está bien, te dejó acá y te arreglás sola eh.
- Soy independiente por mucho tobillo torcido que tenga.
- Está bien, camina entonces.
Sabía que seguía sonriendo aunque toda su cara me resultase algo borroso lo que me mareaba más.
Pero no me negué y me apoyé en la pared para caminar hacia dentro. Después de cinco pasos me giré y le miré.
- ¿Viste? Sigo bien.
- ¿Y las escaleras?
- Bueno, eso lo puedo hacer sentada.- rió y levanté una ceja.- ¿Me estás retando?
- No, no, yo no, lo hacés todo vos.
Así que un desafío... sonreí y fui hacia las escaleras para comenzar a subir los escalones primero de pie para luego hacerlo sentada al verlo demasiado complicado. Aún así, no tardé más de dos escalones en cansarme.
- ¿Estás bien?- me miraba desde la puerta, viendo cómo resoplaba con todo mi pelo en la cara.
- Ayúdame solo a subir.
Le oí reír y quedó la puerta entreabierta cuando entró en la casa. Me levantó y me ayudó a subir hasta arriba.
- Ya podés irte eh, esto ya es todo mío.
- Está bien, A...- calló porque seguramente no se acordaba.
- Angie, Angie García.
- ¿Angie Gar...? ¿Vos sos Angie?
- Ya te dije que sí.
- ¿No sabés quien soy?
- Te veo borroso, es distinto.
- Mauro, Mauro Lombardo.
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Piensa En Mí (Duki)
FanfictionAngie, hija de padres españoles, nació en Buenos Aires, Argentina. Desde pequeña, vivió en Almagro, siendo parte de una familia humilde junto a sus tres hermanos mayores. Con cinco años, mientras jugaba en el parque conoció a una niña en uno de los...