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Continuación cap 190 

-¿Ahora qué?,_le preguntó, con una sonrisa de lado y ese aire de chulo que a Lance le ponía.

Estaban en el suelo del cuarto del cubanito, en el suelo para ser más concretos, sobre todo Lance, que estaba inmovilizado por una mano pálida, unas piernas bien marcadas y un azabache con camiseta mal colocada por las prisas, que le hacía cosquillas con su otra mano pálida.

Podría regañarle por moverse tanto, podría intentar suplicar misericordia, o fingir enfado, pero el aire que llegaba a sus pulmones no era suficiente, solo conseguía reírse y ver de cerca entre lágrimas esas nebulosas que Keith tenía por ojos.

-Ni se te ocurra hacer el tonto otra vez,_el más bajito liberó al morenito que se arrastró hasta su cama, necesitaba un apoyo para levantarse.

-Lo volveré a hacer, las veces que quiera, me has pillado con la guardia baja, la próxima vez no te lo voy a poner tan fácil,_le respondió una vez sentado en la cama, con la respiración más calmada.

-Si entrenases, tal vez tendrías alguna posibilidad,_le soltó el azabache para sentarse a su lado, la compañía mutua era normal, hasta necesaria en cierto punto.

-Cállate, ahora te pienso dar una paliza a la consola, te vas a enterar,_Lance se levanto casi de un salto y empezó a ordenar el lío de cables.

A Keith le gustaba ver cómo se concentraba, cómo controlaba que cada cable estuviera en el sitio correcto, cómo encajaba el juego y esa sonrisa de crío cuando veía que lo había hecho de la forma correcta y la consola iniciaba.

Un sonido tonto que lo hacía sonreír y sentarse a su lado para darle un mando, el rojo, quizás por el color de sus leones, quizás porque a Lance le gustaba el color azul, o quizás porque sabía que el rojo era su favorito.

No lo sabía, pero ese orden por color y esa sonrisa de niñato, a Keith le gustaban.

Y mucho.

-Vale, es el de siempre,_le dijo el cubanito.

-Lo sé, es que no hay otro tampoco,_rió al ver como el más alto fruncía el ceño.

Era raro verlo reír, lo había sido hasta que se había empezado a juntar más con él, desde que compartían noches de consola, desde que se quedaban hablando hasta las tantas.

Pero a Lance le gustaba su risa, cada carcajada que hacía temblar su pecho, esas lágrimas suaves que se acumulaban en sus ojos expresivos que brillaban aún más por la noche, la sonrisa suave que se le quedaba al terminar, y ese sonido que adoraba.

-Vale, vale, pero admite que te gusta, es una forma de distracción, y reconoce que jugar conmigo es un privilegio,_le contestó medio de morros.

-Privilegio, no sé, pero difícil de cojones, te habré ganado dos o tres veces,_y sí, en su mente era como un minipunto para el cubanito.

 -Ósea, ¿estás admitiendo que soy bueno en algo?,_le preguntó con una sonrisa, de esas de superioridad.

-¿En algo?,_Keith parpadeó varias veces, Lance era bueno en muchas cosas, mucho mejor que él mismo.

-Si, si, si,_canturreó el cubanito, haciendo una fiesta en su mente, que le daba palizas al puñetero Keith Kogane a videojuegos.

-Yo creo que eres bueno en muchas más cosas,_le respondió sin pensarlo, consiguiedo que la piel morenita se tornase roja, algo bastante inusual.

-¿Y eso?,_le preguntó, se sentía observado, obviamente Keith no tenía ni idea de todas las movidas de la mente de Lance, de algunas sí, de todas no.

Klance one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora