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Conocéis lo que significan las chispitas, sino os gusta esta secuela, esperar a actualización o pasar a la siguiente.

El tercer curso les pasó volando, el verano y la recuperación de la última operación de Lance también.

Ya era un chico completo, estaba en el cuarto curso de su carrera, tenía el mejor novio del mundo, lo adoraba, lo amaba.

Seguían trabajando los dos, ahora con sus prácticas era algo más sencillo de compaginar.

Que querían ahorrar para irse de vacaciones juntos, unas vacaciones merecidas después de la carrera, las operaciones y la incertidumbre.

-Lo sé chica, está a punto de llegar, le hemos preparado la merienda rica así que nos debe un paseo, ¿vale preciosa?,_Lance acariciaba a Cosmo, la loba de su chico y su bebé. 

Que si, que se fueron a vivir juntos, modo parejita feliz, pagaban todo a medias y a veces adoptaban a Shiro o a las hermanas de Lance unos días.

O a sus madres, que las dos se llevaban muy bien e iban a veces juntas a verlos y a comprarles cosas, comida, algún mueble, material para el curso, ropa (en esta Keith iba a la fuerza).

Las orejitas de Cosmo se movieron y a ellas les siguió su colita, estaba más que claro, Keith había llegado.

-Bienvenido a casa,_el cubanito se asomó por el pasillo, Cosmo había tumbado a su chico en el suelo al saltarle encima,_pobrecita, lo que te quiere.

-Lo sé, lo sé,_Keith le daba caricias a su pequeñaja,_no te saque esta mañana y te tenías que vengar, ¿a qué si?,_le revolvió el pelaje de la cabeza y por fin consiguió quitársela de encima.

Lance tenía la autoestima y la confianza por las nubes gracias a su par de visitas al quirófano, al tener el cuerpo que deseaba.

Así que tomaba mucho, mucho la iniciativa.

-Hice un bizcocho de chocolate con leche de coco y he comprado café del caro, ese que sabe como a nueces o que se yo,_el ojiazul se acercó y lo abrazó con fuerza, murmurándole eso.

Se despegó un poquito y lo besó con ganas, con las ganas de dos años aguantando por falta de autoconfianza.

-¿A qué se debe tanto capricho?,_le preguntó el azabache, rodeando su cintura con sus brazos.

-A que mi chico precioso va a venir a pasear con nosotros,_le dio un besito en la mejilla y recibió a Cosmo, que volvía para más mimos.

-No necesitas prepararme nada para que vayamos los tres a dar una vuelta,_Keith le sonrió.

Maldito niñato rebelde, que lo había engañado y no era un rancio, era dulce, adorable y atento.

-Lo sé, y tú no tienes que hacer algo para que yo te cocine rico,_un piquito ñoño y a cogerlo de la mano para arrastrarlo a su cocina.

Merendar juntos y contarse su día era una tradición, ese día no tocaba hacer la lista de la compra, que era lo que más odiaba el más alto.

Hacer la compra o ir a comprar ropa, lo odiaba, pero siempre que Lance se lo pedía lo acompañaba.

Y más de una vez era él quien terminaba, bajo amenaza de chancla voladora al llegar a casa, dentro del probador.

Salieron a dar un paseo, a uno de esos parques de perros, a que su peque se revolcase en el césped y corriera de un lado a otro, pululando siempre alrededor de ellos.

-Mira que es bonita,_el morenito adoraba a la mascota de su novio, que la había peinado esa tarde y parecía un algodón esponjoso.

-¿Se ha portado bien?,_le preguntó y el cubanito asintió,_Cosmo, no, aquí,_le llamó la atención al ver como otro perro se le acercaba,_muy bien,_le acarició y premio al llegar.

Klance one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora